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Me convertí en la perra de mi jardinero

«te trataré cómo a una perra» dijo jalándome de la cabeza y aventándome entre unos arbustos. Ahí, revolcándome entre tierra y las hojas secas que había barrido, me puso en cuatro dándome nalgadas mientras me «educaba», como él decía. En esa pose me dio un beso negro y posteriormente introdujo sus dedos.

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Mi profesor de filosofía

Al llegar me abrió un señor de unos 60 años, ojos claros barba cana y un cuerpo bastante bien cuidado para su edad, me invitó a pasar y desde el primer momento la charla fue muy amena. En un momento de la platica me confesó que hace unos 15 años había salido del closet, que tenía hijos, pero que se había dado cuenta después de mucho tiempo que le agradaban las caricias masculinas.

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Un regalo sorpresa

Un día quedamos de ir al motel, ese día el paso por mi a mi casa, yo me había hecho un ultra lavado hasta me quede dedeándome de lo rico que se sentía. Lo depilé un poco pero dejé las nalgas peludas, el llego me subí al coche y nos besamos. Le lamía la oreja mientras llegábamos sin tocar nada más para dejar la sorpresa hasta el motel.

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