🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

La primera vez que había escuchado hablar de Claudio fue por recomendación de una amiga, ella me dijo que si iba a trabajar temas de diversidad en esa nueva ciudad a la cual había llegado hace ya un par de semanas, el podría ayudarme, no dude en seguir su consejo y lo busque en la sala de profesores de esa Universidad.

No tenía expectativas de nada, sólo quería realizar mi investigación de tesis y quería alguien familiarizado, fue a sala de profesores y alguien amablemente me dio su número de teléfono, me pareció raro que de manera tan sencilla obtuviera su número telefónico pero no dude en marcarle de inmediato.

Cuando contesto escuche una voz muy amena y agradable, me comentó que el estaba por ahora de vacaciones, pero que estaba en casa y podría atenderme sin problema en su departamento, no dude en aceptar su propuesta ante una persona que sonaba tan amable y me dirigí al centro de la ciudad donde estaba su casa.

Al llegar me abrió un señor de unos 60 años, ojos claros barba cana y un cuerpo bastante bien cuidado para su edad, me invitó a pasar y desde el primer momento la charla fue muy amena. En un momento de la platica me confesó que hace unos 15 años había salido del closet, que tenía hijos, pero que se había dado cuenta después de mucho tiempo que le agradaban las caricias masculinas.

No quise indagar mucho y deje que la velada siguiera de manera tan amena, me marché muy de madrugada ese día, algo pasado de copas pero sabiendo que en un par de ocasiones las miradas de ambos reflejaban unas ganas de estar más cerca esa noche, sin embargo, él era muy respetuoso y no quería arruinar mi investigación.

Comencé a recibir invitaciones para salir a comer, caminar o hacer cualquier cosa por parte de mi profesor varias veces, todas las acepte, sus platicas eran muy interesantes y me mostraba muchos lugares desconocidos de la ciudad, regularmente después de media noche nos despedíamos y cada quien iba a casa, siempre con el deseo de decirle al otro seguir la velada juntos.

Pasó un tiempo y yo ya no sentía solo ganas de platicar con él, en una salida me armé de valor y le pedí que me permitiera dormir en su casa, su cara se puso roja y me dijo que no había problema, que tenía una habitación para invitados y podría dormir tranquilamente ahí, sentí un poco de frustración con su respuesta pero no quería demostrarlo.

Al llegar a su casa me mostro la habitación de huéspedes y le agradecí un poco apenado y desalentado, me quite la ropa, pues suelo dormir en calzoncillos, me dirigí al baño para lavarme la boca y vi su habitación con la puerta entreabierta con una luz un poco baja prendida, no quise molestar, pues sentí un poco de rechazo desde mi autoinvitación en su casa, pero al regresar después de ir al baño, escuche que me hablaba por mi nombre, Miguel (escuche decirle mi nombre con una voz quebrada) y mi corazón comenzó a latir rápidamente, mi cuerpo se puso nervioso y me dirigí a su habitación.

En el pórtico le pregunte si me había hablado, el respondió que si, que pasará, sentí un poco de vergüenza, pues traía un calzoncillo corto y no traía playera, al abrir la puerta lo encontré tirado en su cama recostado leyendo, vestido con la misma cantidad de ropa que yo.

No pude evitar ver ese cuerpo maduro, con vello blanco en su pecho, un abdomen un poco abultado, pero me pareció hermoso, recorrí con mi mirada todo su cuerpo y sentí que el tiempo se había detenido, el pudo darse cuenta de mi reacción inevitable pero pareció disfrutar el que lo viera, cuando dirigí mi vista al bulto de su calzoncillo, desperté rápidamente de mi hipnosis para darme cuenta que inevitablemente mi pena había comenzado a hincharse debajo de mi ropa interior.

El vio como comenzaba a crecer aquello que se escondía detrás de mi ropa interior y sin ningún reparo me dijo «eres hermoso» eso detonó que la sangre de mi cuerpo bajara a mi miembro y se pusiera muy duro, no podía contenerme y no podía moverme.

Se levanto de su cama con tranquilidad y se acercó a mi para besarme, sentí como sus labios tocaban los míos y de a poco comenzaban a moverse a mi cuello, después fue bajando a morderme los pezones y sentí como mi cuerpo temblaba de placer, pero seguía en una especie de trance y seguía rígido, comenzó a besar mi abdomen y sentí como tocaba mis calzoncillos para bajarlos, ahí reaccione y lo detuve.

En ese momento, se levanto y creyó que lo estaba rechazando, me ofreció disculpas y de manera inmediata lo tome del cuello y comencé a besarle, a tocar sus labios con mi lengua, a besar su cuello, levante uno de sus brazos y lamí una de sus axilas, ¡oh, dios! olía riquísimo y eso me excito más, comencé a besar sus pezones y sin pensarlo demasiado baje su calzoncillo y pude ver su pene erecto, gordo, cabezón y de buen tamaño.

De manera inmediata comencé a lamer esa cabeza que ya estaba echando liquido preseminal, por un momento me pareció raro que para su edad sucediera, pero su cuerpo tampoco parecía de alguien tan mayor, volví a lo mío y seguí comiendome ese pedazo de placer que no quería quitar de mi boca.

En un momento, me levante y volví a besar su boca, me acerqué a su oído y le susurré «cogeme», eso pareció prenderle de sobre manera, pues sentí como su pene se ponía aún más duro, me volteé y lo jale hacía mi, sentía como su verga rozaba mis nalgas, pero esperando mis instrucciones, tome saliva y lubrique mi culo, el sólo me preguntó que si no había problema.

Yo moví la cabeza para asegurarle que no y comencé a sentir como se iba hundiendo en mi culo; no pude evitar soltar un pequeño alarido de dolor, pues me parecía que era bastante gruesa para que entrara tan rápidamente, él me preguntó que si estaba bien, le dije que esperara un momento, tomé aire y con mis manos y sin mayor reparo, empujé su cuerpo al mío.

Sentí como sus testículos golpeaban mis nalgas y el gimio de placer cuando entró toda, yo sentí algo de dolor, pero mucho placer, lo tome de la cabeza y de las nalgas y le volví a pedir que me cogiera, él sin mayor reparo comenzó a embestirme de manera desenfrenada, sentía como me tomaba de la cintura para acomodarse y seguía penetrandome.

Una vez más mi razonamiento «lógico» me hacía preguntarme cómo podía mantener por tanto tiempo esa verga tan dura, como podía embestirme de esa manera a su edad, sin embargo deje que mi mente se callara y comencé a gemir, pues el placer que estaba sintiendo en ese momento me hacía querer más y más, le pedí que siguiera y no se detuviera, el me dijo «no creo aguantar mucho, estoy a nada de venirme» sentí como respiraba en mi nuca para no terminar tan rápido, yo estaba muy excitado y no reparé y le dije «dame toda tu leche en mi culo», eso pareció prenderlo más pues comenzó a darme con mayor rapidez.

En un momento tomo impulso y me clavo toda esa verga gorda hasta el fondo y sentí como empezaba a salir toda su leche directo a mi culo y comenzó a gemir de placer de una manera que no pude contenerme y me hizo acabar sin tocarme.

Después de eso siguieron otros encuentros bastante fortuitos con él, pero que mencionaré en otro relato.

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