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El limpiador de fachadas

En el edificio habían puesto un andamio para limpiar la fachada, y el primer día de ese mes, cuando estaba en la cocina bebiendo un baso de agua alguien dijo «Que rica esa agua… y le terminé dando leche.

Vapor gay en Monterrey

Un día antes del viaje, hice un contacto para que me llevara a visitar algún vapor gay de Monterrey. Mi calentura estaba a lo máximo, me comuniqué por teléfono con este chavo y nos quedamos de ver en cierto lugar al siguiente día.

Tensión sexual con el novio de mi amigo

Edward es mi amigo, nunca pasó nada entre nosotros, pero de un tiempo acá noté como entre su novio Jesús Manuel y yo cada vez había más tensión sexual… había que resolverlo lo antes posible.

El mejor polvo del año – parte 2

Hoy les cuento la segunda parte del relato, y cómo siguió avanzando mi historia con Gerardo y cómo nos seguimos disfrutando.

Un trío de imprevisto en la vía deportiva

Me habían contado de un circuito deportivo donde la gente, además de caminar, trotar y correr iba a buscar morbo durante las últimas horas del día, algo que tenía que comprobar.

Abusé de mi abuelo en plena Navidad

Les cuento como cabalgué a mi abuelo, aquél hombre a quien tenía más de lleno y a quien comencé espiando cuando se duchaba y por quien me hice mi primera paja, que para ese entonces contaba con unos 65 años aproximadamente.

En el sauna con mi primo

Fue ese día, el primero de marzo, cuando mi primo me marcó y me invitó a ir a un vapor que para relajarnos y tomar unas cervezas; yo tenía 19 años y él recién cumplía los 18. Éramos inseparables desde pequeños.

Con mi cuñado hetero

Escribo este relato para soltar un poco de la culpa que traigo, pues una noche, con mi novio dormido en la recámara de nuestra casa, decidí comerme la polla de su hermanito.

Convertí a mi compa en pasivo

Mucho tiempo estuve saliendo con un compa bisexual como yo que juraba ser solo activo… hasta que me propuse comerme su culito como meta y aquí les cuento cómo lo conseguí.

En la clase de deportes

«Chúpame el pito» fue la frase más maravillosa que jamás oí decirle a Víctor. Era verano, o al menos estaba muy próximo y los días de calor en el instituto…

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.