Nuevamente les tengo una historia de esas situaciones que se me presentan y aprovecho a vivirlas como me gustan. Luego de dos historias nuevamente por aquí.
Esta me ocurrió con la pareja de un pana de andadas o aventuras llamado Edward y su pareja llamado Jesús Manuel.
Les cuento, Edward es un amigo del colegio, que proviene de familia seria y unida. En esa casa no había nada que ver con homosexualidad, obvio hasta donde yo sé. Por eso Edward a pesar de ser gay, es de una seriedad única, nada de botar plumas o quiebres de manos o de voz. Toda una seriedad que no hacía notar sus preferencias sexuales.
Obvio que con el tiempo su familia se enteró pero lo aceptaron de buenas maneras. Luego de graduarse como profesional del derecho (leyes) se independizo e hizo su vida, aunque en la misma ciudad, lejos de su familia. Eso lo llevo a establecerse con una pareja igualmente serio y de porte varonil que no denotaba su condición sexual.
Lo cierto es que Jesús Manuel, Edward y yo ligamos como amigos. Les comento que tuve mis experiencias sexuales con Edward de jóvenes, durante el bachillerato, pero cosas básicas que no hicieron mella en nuestra amistad quedando en el olvido todo eso.
Siempre que podíamos nos visitábamos, compartíamos, ellos eran amigos igual de mi novia. Hacíamos salidas entre nosotros, todo como amigos normales. En una de esas invitaciones, la cual coincidió con un viaje de mi novia junto a su familia a otro estado, pasó lo que a continuación les contare.
Edward me invita para que nos tomáramos unos tragos en su casa, bien sea ron, whisky o cervezas, acompañados de su respectiva parrillada. Le comenté que tendría que ir solo, porque mi novia estaba de viaje. Yo llevaría la bebida y ellos prepararían toda la parrillada.
Yo soy de tomar casi de todo pero por temporada me da bien sea por cerveza, ron, whisky o todo lo que rasque. Ya hacía mucho tiempo que yo sentía cierta sensación con Jesús, era algo que a muchos de ustedes le habrá pasado aunque yo nunca me paré a pensar.
Edward es mi amigo, como un hermano, así que nunca eso me preocupó, aunque igual presentía que a él le pasaba lo mismo. La hora pautada llegué a la casa de Edward con mi cargamento de sabor. Cervezas, ron, hielo y refrescos (gaseosas), todo con la intención que sobrara y no faltara.
La parrilla transcurría normal, entre conversaciones, asar la carne, comer, beber y conversar. Pero esa sensación estaba más presente en ese momento, sería porque mi novia no estaba conmigo, pero eso estaba más encendido, se notaba la tensión entre nosotros, solo él y yo lo notábamos.
Edward era de tomar y emborracharse, lo que le daba por dormir que nadie o nada podía despertarlo, era una piedra, muchas veces ni se acordaba de las cosas que hacía o decía, lo bueno es que no era fastidioso. Hasta en eso era serio.
Bueno ocurrió lo que se esperaba, se sintió borracho y se fue a dormir, diciéndonos que estábamos en nuestra casa. Bueno ahí comenzó la tensión entre nosotros, seguimos tomando, obviamente estábamos igual borrachos, pero con pleno conocimiento de nuestros actos.
Yo sabía que eso o comenzaba ahí o más nunca se daría.
Cuando sentimos que no queríamos más licor, decidimos que era hora se acostarnos. Cuando íbamos camino a las habitaciones, yo a dormir en el cuarto de invitados, no sé qué pasó, pero como que teníamos la misma intención, nos comenzamos a besar, yo le pagaba de la pared, luego él a mí.
Eran unos besos salvajes, de morbo, de ganas, un éxtasis morboso único. Ahí mismo comenzamos a meternos manos, a quitarnos la ropa. Yo lo arrastre a la habitación, cerré la puerta por instinto, porque igual Edward no se despertaría por un buen rato.
De los besos pasamos a quedarnos en ropa interior, algo que me da mucho morbo, pegar cuerpo con cuerpo con esas prendas puestas. De los besos lo bajé a que me mamara las tetillas, luego lo coloqué boca abajo para lamerle la espalda, apretarle las tetillas suavemente desde atrás, meterle la lengua en los oídos, ponerle mi verga en toda la raja del culo, temblaba de éxtasis.
Me fui desde su cuello hasta el inicio de la raja del culo. Le fui bajando el bóxer, a la vez que mi lengua se la iba pasando por todo la raja hasta llegar a la parte baja, para abrirle las nalgas y clavarle la lengua en pleno hoyo exclamando un gemido único de placer.
Ahí estuve mi buen rato, sus movimientos me decía que lo estaba disfrutando a plenitud. Luego lo voltee y lo llevé a que me mamara el güebo, qué placer sentir esa boca en la cabeza de mi verga, le hice una garganta profunda.
Lo cacheteaba con mi verga, se la metía por los oídos, me mamaba las bolas, yo se las metía las en la boca. De ahí volví al culo a dilatarlo para clavarle mi verga.
Cuando ya lo tenía dilatado le digo al oído: “te lo quiero meter”. Me contesta: “espera”, veo que saca debajo del colchón un condón, me extraño y me dice “me prepare para esto, me imaginé que iba a pasar” y se echó a reír.
Me puso el condón con la boca, con una habilidad única. Comencé a metérselo de a poquito, suavemente, lo traje a la orilla de la cama, le colocaba las manos en los hombros, lo apretaba con ellas.
Gemía bajito de placer, me ordenaba que se lo metiera ya. Yo no quería, solo suave, despacio, con calma, que sintiera mi verga entrar poco a poco.
Una vez sentí que la tenía completa clavada, me comencé a mover de forma salvaje y violenta, el ruido que salía de la culeada que le estaba dando, era música para mis oídos.
Lo puse en posición “pollito asado” ahí se oía mis bolas pegando de sus nalgas. Lo quería ver jineteando, lo hizo de una manera brutal. Al cansarse me dijo que quería mi leche. No faltaba más, lo que me gusta a mí, llegarles en la boca.
Le dije «te vas a matar con tu propio pulso, hazme llegar con tu boca y manos pero en tu cara».
Comenzó a mamarme el güebo durísimo y a darme con las manos a la vez, yo tardé más de lo habitual, el licor hace eso. Me esforcé en que termináramos y así fue, mi semen bañó su cara y boca.
Una vez terminado nos acostamos en la cama. Se levantó, recogió toda su ropa y se fue a su habitación. Yo me acomodé lo mejor que pude, me vestí todo para hacer ver que me acosté con todo y ropa, para no levantar sospechas en Edward.
Solo sé que al siguiente día me despertaron con una buena mamada de güebo, me asuste. Era Jesús, Edward se fue al trabajo, le dijo que me dejara dormir y él me prepararía el desayuno. Ese desayuno fue completo, imagínenselo.