🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

Mi tío es un hombre de unos 55 años, medio panzón, bigotón, blanco de color de piel. Yo siempre he sabido que tiene un paquete pronunciado porque más de una vez en short lo he visto sentarse con las piernas abiertas.

Una vez que fui a su casa él había salido de bañarse; me dio curiosidad entrar después de él al baño y encontré una de sus trusas; era roja y al parecer había estado viendo porno o algo, porque olían a verga y orines, estaban húmedas y un poco babosa de la parte de adelante. Era precum.

Yo la lamí y pude sentir ese sabor inigualable, a macho. ¡Delicioso!

Días después fuimos a una fiesta y a mi me tocó traerlo porque se puso bien borracho. Al llegar a su casa mi tía no estaba porque andaba de viaje y recuerdo que lo subí a su recámara.

Estaba él tan ebrio que solo balbuceaba y me decía que podía solo. Ya cuando llegamos al cuarto lo dejé en la cama para que se acomodara a dormir.

Aún recuerdo que primero se quitó la camisa y quedó solo en sport. Luego me miró y me dijo que dejara su camisa en el cesto así que fui al baño y la dejé pero antes de eso la olfatee con ese olor a sudor de hombre.

Ya al regresar me dijo algo que me dejó muy sorprendido “ qué… no me entretuviste con alguna de mis trusas”.

Yo solo alcancé a decirle que no tenía por qué hacerlo. Después de eso se soltó una carcajada y me dijo que él se daba cuenta pero que no decía nada. Acto seguido se quitó la sport y a como pudo desabrocho su cinturón.

Mientras lo hacía me decía que si me gustaba lo que veía; yo atinaba a solo mover la cabeza expresando que no pero sabía que estaba atrapado. Como pudo se se bajó el pantalón quedando solo en una trusa blanca.

Era tan excitante verlo así, desnudándose. Él dejó su pantalón en la cama y me preguntó que si me gustaba eso. Yo solo miraba de reojo pero luego se empezó a masajear el bulto. Podía ver su cabeza que se marcaba en el calzón.

Luego se metió la mano en su trusa y la sacó para luego acercarse a mi y ponerme el dedo en la nariz diciendo que esa era el verdadero olor que buscaba en sus trusas, olor a verga.

Yo sentía arder por dentro, la calentura me hacía querer montarlo. Él se volvió a sentar y se quitó los calcetines, se reía y mencionaba que con él no tenía que fingir, que desde más chico se daba cuenta y es que alguien de 28 años con un despertar desde los 12 entendía a qué se refería.

Mi tío siempre fue una persona atractiva para mi, en especial su bigote pues desde adolescente solía imaginarme qué había detrás de aquel bulto que marcaba y en muchos momentos que lo veía cambiarse me imaginaba que me invitaba a darle una buena sesión de sexo oral.

LO MÁS RECIENTE

Con el paso del tiempo descubrí el fetiche de oler sus trusas; podía saber que tenía rojas, blancas, grises, pero todas al final terminaban manchadas de adelante.

Cierta vez encontré su teléfono y me metí a ver sus fotos pero nunca encontré nada más que solo fotos de su trabajo y en el historial podía ver que le encantaba el porno de mujeres latinas y sus videos preferidos consistían en penetraciones anales.

Regresando a esa noche; él se acostó y me dijo que me acercara a él, yo lo hice pero temeroso pues mi familia era muy conservadora y podía meterme en problemas. Luego se volvió a sentar sobre la cama y se abrió de piernas.

Ahí podía ver su pene marcado junto con la luz de la lámpara, yo estaba caliente pero temblaba de miedo. Acto seguido tomó mi mano y la llevó a su bulto y comenzó a decirme que lo tocara, que cumpliero con lo que yo quería hacer hace mucho tiempo.

Recuerdo que perdí la noción y me dediqué a solo masajearlo mientras que por mi mente pasaban las veces que lo espiaba mientras se cambiaba o las muchas veces que había olido sus trusas.

Ahora ahí estaba la verga prohibida que tanto deseaba frente a mi; él gemía y cuando menos lo esperé ya lubricaba, sentía su trusa mojada. Él me vio a la cara y como si fuera una señal me agaché. Podía sentir su olor de ingles, él atinó a decir que sería un secreto, que no dijera nada a nadie.

Recuerdo muy bien lamer sus piernas y culminar en su bulto y sin pedirlo él bajó su trusa, aquella trusa blanca que tantas veces había olido, húmeda por saliva y precum que olía a orines, a culpa, a saber que tendría arrepentimiento pero como cualquier regalo que se abre, tenía al final la mayor recompensa: su verga.

Decidí comenzar por sus huevos, mi tío decía que lamía como una querida que había tenido. Sus huevos tenían un sabor a sudor, un olor que había surgido de rozarlos todo el día con el pantalón. Él bramaba como toro y yo sentía mi verga querer salir, pero él me impidió quitarme la ropa.

Lamí cada uno de sus huevos; por mi cara resbalaba el precum, baboso, con ese sabor inigualable, como los muchos sueños que había tenido.

Esa noche sentía que casi me venía sin tocarme. Acto seguido pasé a su verga, aquél pedazo de carne que siempre había querido ver, causante de despertar en mí un morbo culposo. Recuerdo chupar la cabeza y mirarlo a los ojos. La engullí hasta mi garganta como si nunca quisiera soltarla mientras él me miraba y solo decía lo mucho que le gustaba finalizando siempre con la palabra “putito”.

No sé cuánto estuve chupando la verga de mi tío que él apuró a decir que se vendría y en eso siento el primer chorro quedarme en mi boca y un gemido salir de la suya , y ahí estaba esa leche que tanto había deseado.

Siguieron más chorros hasta que solo me apuré a tragar, luego me la saqué de la boca, lo miré y no decía nada, tomó su trusa del suelo y extendiendo la parte de adelante limpió su verga, cada uno de los excedentes de semen quedaron ahí.

Yo me levanté de la cama y no sabía qué decir, estaba caliente y mi culo latía, latía como si supiera que seguiría. Mi tío siguió limpiándose, recuerdo que la pasó por sus axilas y al final caminó al baño y la dejó en el cesto mencionando que me había dejado un regalo.

Yo me apuré a buscarla cual perro buscando la recompensa después de hacer un acto. Al salir mi tío estaba sentado en la cama y me dijo que me fuera. Se veía tan Rico todo sudado, su verga recién ordeñada y la culpa en sus ojos.

Yo me levanté y salí de aquella habitación dejando atrás aquel cuarto inundado de alcohol y culpa pero no sería solo esa vez que sucedería algo.

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