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Buena gente, 18 cms. y una verga normal, pero poder tenerla entre mis manos era para mi uno de los momentos de mayor excitación que había sentido en la vida: al fin veía y sentía la verga de Álvaro, el taxista. Historia real.

Todo comenzó hace dos semanas, iba a una reunión de negocios y llamé un servicio de taxi. Generalmente cuando utilizo este servicio trato de escoger al conductor por la foto que aparece en la aplicación, busco tipos maduros, preferiblemente gorditos, pero sobretodo, que se vean machos. Si la foto no corresponde a este tipo de hombre cancelo el servicio y busco en otra empresa de taxis.

Pero en esta ocasión ya se me había hecho tarde y estaba dispuesto a irme en el primero que apareciera. La foto del conductor que aparecía en la aplicación era bastante mala, tomada a contraluz y de abajo hacia arriba, así que no era muy fácil ver la cara de la persona, pero de lo poco que se podía descifrar deduje que no estaba tan lejos de mi gusto, así que me alegré y quedé a la expectativa de su llegada.

Una vez que me subí al taxi no quedé defraudado. Álvaro es el típico conductor de taxi: 45 a 48 años, barrigoncito, cara de machito, pelo bien corto, casi militar, al que se le forma un pliegue en la nuca (viéndolo desde el asiento de atrás, el del pasajero), y que maneja con el brazo izquierdo apoyado en la ventanilla eternamente abierta de su taxi.

Saludé al subir y él respondió amablemente, noté que estaba de buen genio, y eso me animó a iniciar conversación con él. Afortunadamente iba hasta el centro de la ciudad, un viaje de casi una hora, así que tenía tiempo de poner tema. Iniciamos hablando lo normal, el tráfico, política y algo de futbol.

Yo en mi vida laboral y familiar no soy grosero, pero cuando voy en un taxi siempre digo una que otra palabrota, ya que me he dado cuenta de que eso ayuda a generar confianza con el chofer, así que a los 10 minutos ya estábamos hablando y lanzando madrazos como si fuéramos amigos de hace rato.

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En esas estábamos, hablando de todo, cuando me sorprendió al preguntarme de manera directa: – “¿Usted se imagina que a uno no le dieran ganas de culiar nunca?” La pregunta me desubicó, y me produjo risa nerviosa, él lo notó, por lo que procedió a explicar: – Jajajaja, lo digo porque esta mañana estaba escuchando en la radio una entrevista a un tipo que no le llama la atención el sexo, ni con mujeres ni con hombres, ni con nada!!, ¿Se imagina?, ¿uno sin culiar nunca?!!, imposible!, jajaja.

Esto me prendió a mil y le pregunté: ¿Y es que usted culea mucho?

– Lo normal, con mi mujer, y a veces con una amiga que vende tintos en la noche a los taxistas, pero la verdad me hace falta más acción, lo que pasa es que en esto no queda tiempo, hay que cumplir la cuota del taxi y toca trabajar duro.
– Me imagino – dije yo, – pero la vida es muy cortica y, como usted dice, muy dura, así que hay que aprovecharla.

– ¡¡¡Dura esta que tengo aquí!!!, – me dijo, agarrándose la verga sobre el jean y soltando una carcajadota, entre inocente y feliz. Aunque en ese momento él ya había dado varias puntadas, yo no sabía como llevar la conversación hacia un lado más directo, no quería estrellarme y perder la oportunidad de conocerlo mas. Así que le dije: – Los taxistas tiene fama de ser buenos culiando, y tener buena herramienta, seguro usted es de esos.

– “Jajaja, pues ninguna se ha quejado, o por lo menos si grita es porque le gusta” y de nuevo estallo en carcajadas.

– Seguro si gritan es porque usted la tiene muy grande – le dije nervioso – ¿cuanto le mide?

– ¿Pues sabe que ni idea?, nunca me la he medido.

– ¡¿En serio??!!, pero si es lo primero que hace uno cuando empieza a parársele cuando está en la pubertad, ¡medírsela a ver como está en comparación con el resto!

– Pues nunca lo he hecho, pero yo creo que es pequeñita, cuando veo porno siempre los tipos tienen vergas muy grandotas, y más si son negros.

El hecho de que admitiera que viendo porno se fijaba en las vergas de los actores, me hizo pensar que algo en él le hacía tener una curiosidad por otros hombres, así que fui un poco mas directo:

– La mía mide 17 cms, es gruesita y bien derechita, jajaja, me la mido seguido porque estoy haciendo unos ejercicios que vi en internet para que me crezca mas. – Lógicamente esto último me lo inventé en el momento, ¡pero funcionó!

– ¿De verdad?, ¿y cómo son esos ejercicios?,¡yo quiero tenerla más grande! –

– Hay que hacerlos mientras uno se pajea, pero aquí ni modo de explicarle (ya estaba cerca de mi destino) tocaría mostrarle personalmente y de paso aprovechamos y se la medimos a ver a ver cual es mas grande, jajajaja

– Listo, anote mi número y cuadramos.

Así que dos semanas después aquí estamos: 18 cms., una verga normal, pero poder tenerla entre mis manos era para mi uno de los momentos de mayor excitación que había sentido en la vida: al fin veía y sentía la verga de Álvaro, el taxista. ¡¡Y lo que viene lo es aún mas!!….

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