Me llamo Daniel, actualmente tengo 27 años y esto que les contaré apenas ocurrió hace un año cuando un día como cualquier otro fui al gimnasio que está por mi casa.
Ese día me tocaba hacer ejercicios de pierna así que me puse un suspensorio y un short corto pues la verdad me gustaba que me vieran cuando hacía mis ejercicios y así tratar de llamar la atención.
Al estar haciendo mi rutina noto que se me acerca el instructor a ayudarme en una de las máquinas; ya anteriormente había tenido acercamientos con él pero de lo más común, es decir, solo para ayudarme en ciertos ejercicios o con algunos aparatos.
Miguel. El instructor, es un chavo de unos 35 años, musculoso sí más no muy agraciado de la cara aunque lo que no le ves arriba se lo notas abajo pues siempre trae pans o mayas y se le ve buen paquete. El chiste es que estuvo ayudándome hacer los ejercicios de pierna pero derrepente sentía que se acercaba de más.
Terminé de hacer mi rutina y me fui a los vestidores para darme un buen baño en las regaderas y luego cambiarme. Por lo común siempre voy a entrenar a final del día y esa vez ya era noche y había poca gente en el gym. Ya en la ducha noté una mirada sobre mi que al girar pude comprobar que era Miguel mi instructor.
Al verlo noté como se estaba tocando mirándome, se acercó y me dijo «ya no aguanto más y quiero cogerte… esa pinché ropita que traes pide a gritos que te coma, cabrón» todo esto dicho con un tono de voz tan cachondo que sencillamente no supe qué decir. De entrada me dio pánico que alguien entrará así que le dije que no porque había gente, pero él fue a cerrar el vestidor.
Ya seguros de que nadie entraría se acercó y me dijo » orale puta, mámamela», así que bajé su pans y traía un verga mprena súper erecta de unos 20 cm, muy apetecible desde la primer vista. Me dijo «tengo meses viéndote, putita y ese culo se me antoja demaciado».
Comencé a mamar ese trozo de carne con mucha pasión y e que realmente la estaba saboreando. Perdí la noción del tiempo mientras chupaba si pija pero, después de unos minutos me dijo que me volteara y me empezó a mamar el culo de una forma tan lentamente deliciosa que yo gemía como loco en,edil de aquella lluvia de sensaciones.
Luego de un de tieempo y ya que vio que mi culito estaba dilatado, me la metió de un solo golpe… ¡Ufff, riquisimo! Gemí demasiado por su carne en mi cuerpo pues al principio solo había dolor pero después se convirtió en placer.
Clavado como me tenía, me puso de perro, lo monté en plena banca, de cuchara y más posiciones, estábamos disfrutándonos de más, y ya casi cuando íbamos a terminar vi que se abré la puerta. Me quedé en stock.
Era el otro instructor, solo dijo «sus gemidos se escuchan hasta afuera… ya mejor cerré el gym y vengo a que me inviten». No podría creerlo. Este otro instructor se llamaba Omar, un chavo más grande que Miguel, de unos 42 años, pero más guapo y más deseable.
No perdióel tiempoy rápido se bajó el pans y dejó caer su verga igual de grande que la de Miguel pero más gruesa. Mi excitaciónme tenía descontrolado así que no dudé y me le lancé como perra a mamarsela mentras Miguel seguía comiéndome.
Después cambiaron de posición y cuando Omar me la metió, uff grité de dolor pero a los minutos fue un placer delicioso pues estaba yo montado en Omar y con la verga de Miguel en la boca.
Insisto, era tanta mi excitación que me vine sin tocarme solo por estar disfrutando de aquellos dos trozos de rica carne de macho.
Luego de venirme yo era tiempo de recibir la leche de mis instructores; el primero fue Miguel que me llenó de leche la boca con cuatro potentes chorros de leche paterna.
Siguió Omar que dijo «ahora sí eres solo mio» y me cambió de perrito y me dio unas embestidas súper rudas y ricas para después de unos minutos llenarme el culo de leche calientita.
Ya exhaustos y bien servidos los 3 nos enjuagamos y nos vestimos para salir de las duchas como si nada hubiera pasado. De hecho estos encuentros se volvieron a repetir 2 veces más hasta que el dueño del gym nos cacho en plena faena.