Jamás imaginé que acabaría cogiendo con el hermano de mi novia. Desde siempre habíamos tenido una relación cordial. Él siempre había sido un chico muy deportista, con un cuerpo muy bien trabajado gracias al fútbol y claro que me había fijado en él, incluso alguna paja me había hecho pensando en su musculado cuerpecito, pero nunca llegué a pensar que acabaría reventándole culo en la misma cama donde me tiraba a su hermana.

Guille, de unos 15 años, llevaba una vida social muy alta, era un adolescente muy activo (en todos los sentidos) y nunca me había planteado tener sexo con él. Tenía todavía una cara de niño bueno aunque un culo de escándalo.

Todo empezó un día en el que mi novia me pidió que fuera a ayudar a su hermano a transportar un mueble de casa de sus padres a nuestro departamento. Se trataba de un trayecto bastante largo, de dos horas de ida más dos de vuelta por lo que íbamos a pasar mucho tiempo juntos en un espacio pequeño. No me apetecía demasiado ya que mi relación con mi cuñado no iba muy allá, a parte de que me ponía un poco nervioso estar con ese puberto durante tanto tiempo sin poder tocarme. Pero no pude negarme así que me embarqué en algo que finalmente, contra todo pronóstico, me daría muchas alegrías.

Quedamos en hacerlo un domingo de junio donde el calor ya empezaba a apretar. Lo fui a buscar a su casa en mi carro. Se presentó con una camiseta blanca, para poder soportar mejor la calor, y con unos pantalones cortos. Evidentemente, tuve que contenerme al contemplar lo bien que le sentaba esa camiseta y lo bien que lucían sus piernas de acero.

Como he dicho mi cuñado entrenaba mucho de su cuerpo, a parte de tenerlo musculado lo llevaba depilado entero. Ya nada más entrar en el coche se me puso un poco dura. Nos saludamos dándonos la mano y preguntándonos un poco por nuestra vida. Mi cuñado siempre ha sido muy abierto y hablador aunque debo decir que no tiene pelos en la lengua al decir lo que piensa.

Él por supuesto no sabía absolutamente nada de mis gustos otros hombres. Cuando llevábamos ya un buen rato de camino nuestra conversación giró hacia temas ya más personales.

-Y tú, ¿qué tal estás con mi hermana?- quiso saber.
-Muy bien la verdad. Creo que estamos en uno de nuestros mejores momentos.
-Y en la cama, ¿todo bien?
-Pero bueno, chico ¿en serio quieres saber eso?
-Jajaja ¿pero, qué pasa?¿no puedo saberlo?
-Bueno, no se — le respondí — Se me hace raro que quieras saber cómo va la vida sexual de tu propia hermana. Pero si quieres saberlo, sinceramente, nos va muy bien.
-Vaya, así que te la tiras bien, ¿no?
-Digamos que me la cojo bien. ¿Y tú? ¿Cuando vas a sentar la cabeza y encontrar una noviecita estable?
-Creo que quedan muchos años para que llegue ese momento. Honestamente se está demasiado fino cogiendo cuando quiero sin tener ningún compromiso.
– No te creo. Aunque bueno, imagino que con la cara y el cuerpo que tienes puedes estar con todas las que quieras – le dije.
– ¿a qué te refieres con “la cara y el cuerpo que tienes”? – Preguntó mi cuñado sorprendido.
– Bueno pues que físicamente no estás nada mal.
– Ah vale. Ya entiendo entonces por eso es el bulto que tienes entre las piernas.

Llevé mi mirada a mi entrepierna y ¡Mierda! estaba arrechísimo. Inmediatamente intenté colocármela un poco para disimular pero ya no había marcha atrás.

-Que va que va. Pero qué dices. Ni me había dado cuentas. No creerás que… no… – No sabía muy bien qué decir.
-Tranquilo cuñado, no eres el primer hetero al que le pasa. No te preocupes que no le diré nada a mi hermana. Por cierto, vaya monstruo tienes ahí abajo ¿no? Ya se porque tienes a mi hermana tan contenta jajaja.
-Bueno la verdad que no se queja jajaja.
-Qué suerte tiene la jodida, ya me gustaría a mi tener el tamaño de tu verga.

Y se hizo el silencio. Él se me quedé mirándome. Y yo lo miraba a la par que ponía los ojos en la carretera. De repente me percaté de que él también estaba empalmado, y no solo eso sino que pude apreciar que no llevaba nada bajo esos pantalones cortos.

Se le formó una tienda de campaña que tentaba mucho a llevarle la mano para poder destaparla.

— Pues vaya, parece que yo también me he puesto caliente — dijo y cogió mi mano y me la llevó a su verga. La puso encima y comenzó a moverla de manera que le estaba sobando el pene a mi cuñado sobre sus pantalones. La tenía durísima y se notaba más grande de lo que parecía. Sin darme cuenta apartó la mano y yo seguí sobándole la verga sobre los pantalones.

— Vaya, parece que te gusta el huevo. — Dijo mi cuñado satisfecho. Y sin poder mediar palabra seguí acariciándole la verga a ese carajito mientras mantenía la mirada frente a la carretera. La media sonrisa que se le había creado al principio de estar manoseándole el miembro se estaba empezando a convertir en pequeños gemidos.

— Creo que voy a parar para poder tomarnos un descanso los dos, que creo que lo necesitamos.

Conduje unos minutos más hasta que al fin encontramos un camino entre los árboles sin asfaltar. Paró en un sitio en el que quedábamos bastante refugiados del resto de la humanidad. Parecía evidente que por ahí no pasaba mucha gente por lo que no nos teníamos que preocupar de ser vistos.

Al parar los dos salimos del carro para poder estirar las piernas.

-No es la primera vez que haces esto, ¿verdad? — me preguntó.
-No estaba seguro de si contarte la verdad.
-Vamos, no diré nada.- Insistió.
-No se lo cuentes.- Le supliqué.
-Tranquilo. Ya decía yo que te veía muy seguro tocándome la verga. ¿Habías fantaseado antes con este momento?
-Sinceramente sí.- Admití.
-Yo debo confesarte que también.

Vaya, aquello me sorprendió.
-Cuando me quedo sin cojer, que son pocas veces — dijo mi cuñado — me masturbo pensando en gente que me gustaría estar. Y uno de ellos eres tú, uno de mis favoritos de hecho.
– ¿A sí? ¿y qué es lo que imaginas?.- Pregunté morboso.
-Que me la chupas, que te reviento el culo… mira como tengo el guevo jajaja.

Los dos uno al lado del otro apoyados sobre el carro, dirigí mi mirada hacia su entrepierna y, efectivamente, la tenía apuntando hacia el cielo.

«Mierda, ha crecido ahora más que antes. Yo también me he pajeado mucho pensando en tu verga y tu culito» Nada más decir esto se me abalanzó encima para meterme la lengua hasta el fondo. Comenzamos a besarnos y a jugar con nuestras lenguas de la manera más sucia posible. Dirigí mis manos hacia su culo para apretarlo bien y poder tener su cuerpo más pegado al mío. Notaba su pene rozar el mío.

El muy cabrón movía su cadera de lado a lado para que nuestras vergas no dejaran de rozarse y así darnos un placer infinito mientras nos besábamos apasionadamente. Me empujó sobre el capó del coche por lo que mi espalda quedó totalmente tumbada sobre el mismo. Se abalanzó sobre mi y seguimos jugando con nuestras lenguas.

Metió sus manos por debajo de mi camiseta para acariciarme los pezones. Acabé por levantar los brazos para que me la quitara del todo. Seguía besándome las boca, el cuello, los pezones hasta mi pubis y al final bajarme los pantalones y descubrir mi verga que estaba más dura que nunca. Se la metió en la boca y qué delicia.

Por un momento pensé si alguien nos hubiera visto en esa situación, a un muchacho entre los árboles chupándole la verga a un hombre que le doblaba la edad. Pero lo que no hubieran sabido es que éramos cuñados, que yo me cogía a su hermana. Pero olvidé todo esto y me centré en disfrutar de la mamada que me estaba ofreciendo ese adolescente de 15 años, con un cuerpazo que estaba para comérselo enterito.

-Mierda carajito qué bien lo haces. — le dije.
-Me encanta tu huevo cuñado. Es enorme aunque no supera mis 20 centímetros jajaja.

Tras decir esto se bajó sus pantaloncitos de deporte para dejar su enorme pene al descubierto. Y, efectivamente, se postraron ante mí 20 centímetros de verga con unas bolas redonditas y bien cargadas de leche. Me incorporé de nuevo, él se acabó de quitar los pantalones y, carajo, tener un machito como mi cuñado delante de ti, con esos músculos, esas nalgas duritas, con su camiseta blanca todavía puesta y, sobre todo, con esa pedazo de guevo pues es muy difícil resistirse y no caer rendido.

-Cabrón ahora mismo haría cualquier cosa que me pidieras.

LO MÁS RECIENTE

— ¿Cualquier cosa? — me preguntó.
— Cualquier cosa.
— Este viaje me ha impedido ir al baño durante un buen rato. Agáchate. — Me ordenó

Obedecí sin oponer resistencia. Con una mano me agarró de la nuca y con la otra se agarró la verga apuntando hacia mi boca. Con un poco de esfuerzo y al cabo de unos segundos comenzó a orinar sobre mi cara y sobre mi boca. Yo cerraba los ojos y abría bien la boca. Mi cuñado me estaba echando una meada sobre mi cara y yo lo estaba disfrutando al máximo.

Cuando al fin acabó me metió la verga en la boca y pude degustarla por primera vez después de tantas pajas pensando en ello. El placer se multiplicaba ya que en esos momentos su verga sabía a una mezcla de sabores entre carne de macho y orín. Mierda me sentía una auténtica puta por el trato que estaba recibiendo del propio hermano de mi novia.

— Al fin tu fantasía se cumple. Cómeme la verga mariconazo — Decía mientras gemía de placer. Yo seguía tragando huevo, le chupaba los lados, la punta, los huevos y le masajeaba con mi mano. Mi otra mano la llevé a su culo, con mis dedos humedecidos le masajeaba el ano lo cual le estaba proporcionando un placer exhausto.

Como veía que no oponía resistencia (todo lo contrario, de cada vez gemía más fuerte), de cada vez hacía un poco más de presión sobre su ano que, poco a poco, comenzaba a abrirse para dar paso a mi dedo corazón, mientras le mamaba la verga.

Mi cuñado parecía estar en un mar de placeres, ahora ya gritaba de placer suplicándome que no parara.

— Demasiado bueno cuñado, estás hecho toda una putita. No dejes de darme placer cabrón… cómeme el culo y méteme la mano entera.

Y acto seguido se tumbó sobre el capó del coche ofreciéndome todo su culo. Esta vez llevé mi lengua para degustar ese maravilloso agujerito que pedía a gritos que se lo comieran.

Con mis manos separaba un poco sus nalgas para tener mejor acceso y con mi lengua jugaba con su ano haciendo presión intentando que entrara en su culito. Volví a introducir mi dedo corazón el cual entró sin ningún problema, pasé a dos dedos, y a tres.

Metía y sacaba sin parar y el carajito estaba exhausto de placer gritando y suplicando que no dejara de hacerlo.

-Párteme el culo ya .- Dijo finalmente.

Y contra todo pronóstico empecé a prepararme para poder cogerme al hermano de mi novia que estaba totalmente expuesto con su culito al aire, hambriento de verga. Yo no llevaba condones y él tampoco, me dijo, por lo que llevé mi pene directamente a su ano. Se lo había dilatado bastante con mis dedos por lo que parecía que no tendría problemas en introducirle la verga.

La fui metiendo poco a poco y sin ningún problema entró entera a la primera. Una vez su culo se amoldó a mi verga pude empezar a tirarme a aquel adolescente de 15 años que tanto había deseado hacerlo. Su culo se tragaba mi verga a la perfección, proporcionándonos un placer a ambos increible.

Me concentré en disfrutar de ese culito, en ver cómo Guille se dejaba coger. Le penetraba hasta el fondo, a un ritmo bastante rápido, estábamos los dos sudando gozando al máximo de aquella situación. Una cogida en medio del campo. A medida que se acercaba mi orgasmo iba acelerando el ritmo, él pedía más y más, que no parara hasta que me corriera.

Los dos sudando como cerdos y su culo que tragaba sin parar, dejándome. Y mi orgasmo llegó, pero no dejé de darle durísimo por el culo. Se lo preñé todo lo que pude. Le inundé el culo de mi leche hasta que empezó a brotar. Sin embargo me estaba dando tanto placer seguir penetrándole que no dejé de hacerlo hasta unos minutos después de correrme.

Al sacarle la verga me agaché para llevar mi lengua de nuevo a su agujerito (que ahora estaba más abierto que nunca) y le lamí el semen que había quedado alrededor.

Le limpié como pude el ano y acto seguido le pedí que me besara. Comenzamos así a jugar con nuestras lenguas mientras los hilos de mi lefa iban de una lado a otro. Fue espectacular.

-Tenemos que irnos. Mi hermana nos espera – dijo de repente.
-¿no quieres que acabemos?
-Tranquilo, lo haremos. Pero tenemos que hacer esto.

Nos metimos en el carro e hicimos el resto del camino hacia mi departamento. Durante el trayecto seguimos hablando como si eso se tratara de nuestra rutina. Comentamos un poco la cogida en plan “que culito tan rico tienes” o “tu si sabe menear la verga”. Como si fuésemos lo mejores amigos.

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