Con mis amigos en el retiro espiritual

Desde edad corta yo me sentí atraído por los de mí mismo sexo, en las películas de acción que veía con mi familia, para nada me llamaba la atención ver a las tipas chichonas que salían medio encueradas, yo suspiraba por ver las piernas brazos y abdomen del galán que protagonizara, cuando descubrí el «nopor» fue en revistas cómo «atracción» y «atractivo» en dónde al mismo tiempo descubrí que mi fascinación eran los «twinks».

Mi familia es católica-creyente, por lo que tuve que hacer toda mi educación religiosa, es decir prepararme para mi primera comunión y todo eso. Uno de esos procesos consistía en hacer un retiro infantil durante un fin de semana completo, organizado por la iglesia de mi pueblo. La idea me fascinaba, pues estar lejos mi casa con algunos de mis amigos del salón de primaria, sería una imperdible pachanga.

El primer día en el retiro consistió en hacer varias actividades en equipo, algunos juegos y comimos todos juntos en un comedor enorme. Afortunadamente nos dejaron escoger a nuestros compañeros de cama. Tenía dos amigos con los que me llevaba muy bien en ese entonces; Roberto y Jesús. Ambos eran casi de la misma estatura y casi de la misma complexión, sólo que Roberto era un poco más morenito.

La primera noche nos pidieron que durmiéramos lo más temprano posible porque al día siguiente nos despertarían muy temprano para hacer la primera oración del día. Pero dormir rápido no estaba dentro de los planes de mis amigos y yo. Comenzamos por intercambiar experiencias paranormales que supuestamente nos habían ocurrido y en algún momento la conversación se tornó bastante sexual, comenzamos a hablar sobre quién ya había visto películas xxx o quién había descubierto a sus padres haciendo el amor, poco a poco las cosas se fueron calentando más.

Y entre nosotros comenzamos a bromearnos, nos agarrábamos las nalgas y el pitito. Aquí resalto que los tres teníamos 11 años. No sé cuál fue el impulso entre ellos pero me di cuenta que derrepente ya se estaban besando. Entre risas y toqueteos, Jesús se volvió hacia mí (él estaba en medio de Carlos y de mi) y también me comenzó a besar, yo le correspondí, por supuesto que nosotros creíamos que eran los besos más ricos de todos, pero para nuestra edad debieron ser los besos más torpes que nunca. En ese momento, Jesús me pide que me baje el pantalón y la trusa, y como no le obedecí, él tomó mi pijama y mi truza con ambas manos y tiró de ellas y de un jalón me bajó todo hasta las rodillas.

Me puso boca abajo y se subió en mi, sentí como poco a poco me penetraba, es más que obvio que su ‘nepe’ no era para nada grande, pero si piensas en la proporción de nuestros cuerpos en ese entonces, era lo suficiente para darme placer, un tipo de placer que obviamente nunca había sentido, por supuesto que no era un experto haciéndolo pero era mi primera vez, lo sentí dentro, se movía con cierta singularidad, había un calor en mi interior y me gustaba, era una sensación explendida, una sensación tan rara como si quisiera orinar en ese momento, tenía un cosquilleo justo en el punto medio del escroto, me tapó la boca y acercaba la suya a mi oído.

J: ay wey, que rico se siente contigo, cállate wey, no te muevas C: yo también quiero metérsela, quítate wey J: Espérate y cállate que nos van a oír.

Honestamente yo no sabía si estaba mal lo que estábamos haciendo, simplemente estaba completamente seguro de que lo estaba disfrutando mucho. Puedo asegurarte que a pesar de tener los ojos cerrados, de que me estaban tapando la boca con una mano sudada, estaba sonriendo porque de verdad estaba viviendo el momento. De pronto, Jesús se apartó y se bajó de mi espalda, sentí en ese momento que Carlos seguía, me puso su diminuto palito en la entrada ya abierta y empezó a empujar.

Empujó, se movió, se reacomodó y nada funcionaba, simplemente no entró. Hubo un vuelco dentro de mí, ya no podía esperar más, por pura intuición y por pura hambre de más sexo, lo tomé del cuello, giré sobre de él y lo puse bocabajo como yo estaba hace unos instantes.

YO: ahora me toca a mi, putito.

Tampoco sé cómo lo logré, pero entré en él con más facilidad de lo que esperaba.

Recordé los movimientos que hacía Jesús minutos antes dentro de mi y lo imité. Así estuve encima y adentro de Carlos como 10 minutos, definitivamente la sensación era completamente distinta, me gustaba todavía más, lo tomé de la cabeza con mis dos manos y me levanté un poco con mis codos sin salirme de él; arremetí (según yo) con mucha más fuerza, aquella sensación de cosquilleo aumentó todavía más, aquello era mucho más rico que tocarme bajo la ducha, seguí y seguí durante un par de minutos más.

Jesús estaba a un lado de nosotros y sólo me tocaba las nalgas y me besaba, entonces, de repente lo vi ahí, de ladito viéndonos con su ereccióncita de fuera, su short y truza a media pierna, la poca luz que entraba por las ventanas apenas si me dejaba admirarlo y no sé porqué pero en ese momento lo deseé más que nunca, enseguida me aparté de Carlos y tomé de los brazos a Jesús, algo así como para que no se moviera, también lo puse boca abajo y le metí mis ganas de un golpe, él iba a dar un grito, un gemido fuerte se le escapó, le cubrí la boca como él lo había hecho conmigo y también comencé a bombear como ya había aprendido.

YO: Asi me estabas haciendo, no papito?

No podía responderme porque lo tenía bien sostenido con mis manos. Debo admitir que la sensación con él fue mucho más intensa que con Carlos, por lo que intuitivamente quise demorarme un poco más, sabía que él lo estaba disfrutando tanto como yo. Pronto sentí un poco de sudor entre mi panza y su espalda, «una nueva sensación» pensé, ahora era Carlos quién nos veía acomodando de lado. No pasó mucho tiempo y sentí «otra nueva» sensación en mi pitito duro, pues era como si estuviera orinando pero se sentía todavía más satisfactorio y el cosquilleo recorría mis piernas y parte de mis nalgas. Me estremecí y al instante perdí fuerza, me dejé caer sobre Jesús. El sueño me ganó.

LO MÁS RECIENTE

En la mañana cumplieron su amenaza de levantarnos temprano, hicimos oración en grupo y nos mandaron a bañarnos y cambiarnos.

La ducha fue entretenida con ellos dos, yo pensé que por estar acompañados de otros dos ‘invitados’ ni Carlos ni Jesús se animarían a seguir el juego de anoche. Grata fue mi sorpresa cuando Jesús tomó desde atrás a la cintura de Carlos y simuló cogérselo frente a todos; los otros dos niños sólo se veían y reían, también entraron al juego con nosotros, nalgueándonos y agarrándonos las bolas.

Ese día hubo muchas dinámicas, más juegos, más misiones, parecía más bien un campamento que un retiro espiritual. La segunda noche, fue muy parecida a la anterior, pero esta vez no quisimos perder tiempo y una vez acostados, nos quitamos casi todo, quedando con palyeras. Ahora fui yo quien comenzó, puse boca abajo a Carlos, no sé porque me apetecía bastante comenzar con él, estuve ahí un buen rato hasta que volví a tener la sensación de orinar dentro de él.

Nuevamente un cansancio temporal me invadió, así que me tumbé boca abajo y dejé que Jesús se subiera en mi espalda e hiciera conmigo aquello que ya me gustaba, tardó más tiempo que yo en terminar, pero me gustó. Después creo que entre ellos dos se hicieron, pero a mí ya no me importaba pues yo estaba más que satisfecho y quería dormir.

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