Saludos a todo; permítanme describirme: soy de tez blanca, delgado y dicen que soy guapo, actualmente tengo 24 años y soy de un pueblo del estado de Guerrero, en México.

Confieso que desde niño me ha gustado la verga, de hecho mi primera vez la tuve con mi primo cuando yo tenía como 5 años y él 8; en esa época mi primito me hacía que le besara la verguita y luego me la metía en mis nalguitas blancas, redondas y suavecitas; él me decía que le encantaban y cogíamos a escondidas de la familia.

Como les digo, desde esa época yo ya era adicto a la verga. Un poco más crecido tenía un vecino, que se notaba que no usaba bóxer, se le veía una vergota muy grande, y eso me llamaba mucho la atención.

Mi vecino tenia como 20 años, era alto, moreno y guapo, pero lo que más me llamaba la atención era como se le movía la verga cuando caminaba, se le veía gorda y flácida, y se movía como una campana dentro de su shorts. Yo siempre buscaba una oportunidad para decirle que me diera verga, pero no me animaba.

El salía a orinar fuera de su casa y yo me quedaba afuera esperando para ver cómo se la sacaba y se la sacudía; aún flácida era enorme, negra, cabezona, y muy gruesa, yo me desesperaba por tener esa verga, así que idee un plan para seducirlo.

Como vivía a las orillas del pueblo en ese entonces, le pedí que me acompañara a cortar mangos a la huerta de mi abuelo, le dije que me acompañara por que tenía miedo de ir solito, en mi casa nadie se dio cuenta por qué decía que me iba a casa de mis abuelos de visita.

Afortunadamente él aceptó de buena gana, yo me puse una camiseta de tirantes blanca y unos shorts chiquitos de tela suave, y nos fuimos y ya en el monte, comenzó mi plan:

— oye te puedo hacer una pregunta — Le decía mientras me agachaba y le mostraba mis nalguitas redondas y ricas.
— si dime.
— oye es cierto que a los muchachos grandes les salen vellitos ahí — Le dije señalando con mi dedito su verga.
si, a ti también te van a salir, en unos años.
— nunca he visto uno así, ¿me podrías enseñar ?.
— jajaja te vas a espantar si te enseño.
— no, no me asustó, deberás — le dije.
— ¿seguro?
sí.

Él iba sin playera y solo con un shot aguado negro, así que se lo bajó de un solo, y brinco esa vergota negra y gruesa, ahora semi erecta, con la cabezota morada hinchada, y unos huevotes que parecían de gallina, bien negros y colgantes, arriba la coronaba una mata de pelos muy abundante, y yo me quedé con la boca abierta, y me dijo:

—ya vez te asusté.
— no, es que nunca había visto una cosota tan grande.

Me acerque para tocarla, y entonces se escuchó un ruido, rápidamente la guardó, y la escondió cómo pudo, era su hermano;

— oye dice mi mamá que le apures por qué vas a hacer un encargo, dijo esto y se fue.


Entonces me dijo;
— te veo en la noche.
— dónde ?
— dónde se puede? dime tu. — dijo él
— en el lote baldío que está al lado de mi casa, detrás de la casa que se cayó, ahí está un muro y no se ve nada.
— ya está, te veo ahí a las 10 de la noche — y me dió un apretón de nalgas con esas manotas negras.

Me fui a mi casa, ni mangos cortamos, me desesperaba, quería que ya dieran las 10, cené, y el tiempo no pasaba, me metí a mi cuarto y apagué la luz esperando a que todos se acostaran y pudiera salir a escondidas de la casa, me daba comezón el culito.

La hora llegó, 9:55 ya estaba recién bañadito, me puse perfume en mis nalguitas y salí de la casa, nadie se dio cuenta, caminé hasta el lugar dicho, al llegar, ví una sombra, era él, se me acercó y yo me puse de espaldas, me pegó la verga y sentí como iba creciendo y poniéndose dura.

Él me chupaba las orejas, y me jugaba las tetillas, me sacó la camiseta y bajó mi shorts, podía sentir cada vez más el calor de su verga, tenía miedo por qué sabía que me iba a doler, pero las ganas eran más.

Llevé mi mano a su verga y la sentí completamente erecta, dios mío, no podía rodearla con mi manita, ni con las 2, eso me calentaba más, me puso un dedote en la entrada de mi culito y me masajeaba en forma de círculos, mi respiración estaba al mil, y mi corazón también, me volteó frente a él y le chupo las tetillas, sentí ese olor a macho, el sudor por lo caliente que estaba, y metí mi manita dentro de su shorts.

Dios mío, era firme como un tronco pero la piel era suave, y la cabeza era muy grande, ese era mi principal reto, la cabezota, podía sentir sus venas y una especie de garganta gruesa que palpitaba en el tronco, se movía, y movía mi manita, no aguante y me puse de rodillas, quería probar esa verga ya.

Olía a hombre, a macho, a semental; la olí, y la lamí, mi boca se veía muy pequeña para semejante animal, metí la cabeza como pude y comencé a mamar; salía un líquido, que saboreaba y chupaba cómo miel, solo los que hemos estado con negros sabemos lo rico que es el sabor de sus vergas, el olor de sus huevos y de su vello púbico.

A él le temblaban las piernas, y yo seguía mamando, pegado cómo becerro, disfrutaba cada gota que salía de liquido, me la pasaba por la cara y me golpeaba con ella en las mejillas, el me veía y me sonreía, veía en sus ojos que lo estaba disfrutando y alcanzaba a ver en sus ojos todo lo que pensaba hacerme, y que ya había encontrado a su perrita que le diera placer cada vez que quisiera.

Yo estaba feliz de ser esa perra, mamaba y mamaba, le chupaba las bolas, las lamía, chupaba su pubis, sus bellos, su entrepierna, lamía y lamía y succionaba esa cabezota como queriendo sacarle miel, o sangre si fuera posible, solo oía unos leves gemidos inevitables, me veía a los ojos y se mordía los labios, acariciaba sus cuadros con mis manos mientras seguía mamando.

Él a ratos cerraba los ojos, y veía al cielo, cómo agradeciendo por ese placer, me tenía de rodillas, desnudo, con las nalgas paraditas y aún más blancas a la luz de la luna, su verga resbalaba en mi boca, de pronto me tomo de los hombros y me jaló hacia el, me lamió el cuello, me chupo las tetillas como loco, me mordía, me chupaba las nalgas y el culito, me metía la lengua y me mordía, lo disfrutaba pero a la vez me dolía, tenía miedo que me dejara marcas en el cuello, me chupaba todo el cuerpo como desesperado, bueno lo estábamos.

Fue cuando me puso la punta de la verga en mi culito y comenzó lo que más deseaba y más temía, me ensalivó el culito y comenzó a empujar, parecía ridículo que pudiera entrar, en realidad me dolía demasiado, no era virgen cierto, pero esa verga era demasiado para mí aún así, la comezón y nuestra calentura pudo más, me cargó y levantó mis piernitas y comenzó a ensartarme.

Gemía, y sentía como poco a poco comenzaba a entrar, no sé cuánto tiempo paso pero esa cabezota entró, mi culito crujió, cómo cuando partes un ejote, mi culito, mi culito se partió, lloraba de placer y dolor, busque la entraba de mi culo y estaba completamente estirada y la verga de este hombre estaba dura como un palo, se puso más saliva en la base y entonces me la dejo ir .

Solo suspiré y sentí que mis piernas se despegaron de mi cadera, todo mi cuerpo temblaba, y todo mi cuerpo ardía en fiebre, sudaba frío, y entonces comenzó, poco a poco la sacaba y la volvía a meter, el tenía los ojos en blanco y yo sentía como su verga entraba y salía, me mordía el cuello, y yo volaba, veía la luna y las estrellas cada vez más cerca, su movimiento de caderas era cada vez más rápido y mi piel estaba completamente erizada, solo escuchaba sus huevos golpeando mis nalgas mientras yo daba vueltas en el cielo cada vez más cerca de las estrellas.

Cerraba los ojos y escuchaba su corazón que casi salía de su pecho y el mío a su ritmo, pensar que aún podía sentir más me daba miedo, pensé que iba a morir, era demasiado placer y con solo media verga adentro, yo paraba el culito y el me daba rico y duro, la luna estaba de pronto en otro lado, ni cuenta nos dimos, de pronto sentí una tensión, dios mío su verga engordaba más, ah ah ah , aaaaaaaaaaaaaaahhhhh

Sentí como pasaba cada chorro , cómo me inyectaba en el culo esa leche que pasaba por esa garganta gruesa y podía sentir como la cabeza de su verga se movía y los chorros de leche caliente me inundaban y golpeaban mis paredes anales.

No hubo ni una sola palabra DE esa noche, solo sexo, besos caricias que demostraron todo, al final no podía sacar su vergota, me dolía, me sentía como una perra pegada a su macho, plop!, salió esa cabezota agitándose como una campana, me puse mi ropita, y el se bajó y me besó las nalgas, me guiño un ojo y me hizo una señal de nos vemos luego.

Llegué a mi casa y me puse papel higiénico en el culo por qué no sabía cuándo iba a salir esa leche, solo al llegar a la casa me di cuenta que no podía caminar bien que me dolía la cadera, que me dolía el culo y todos los huesos, pero estaba muy feliz.

Salí cómo a los 10 minutos al baño y saqué un montón de leche por el culito, era demasiada leche. Luego me acosté y me dormí cansado y adolorido…
Si les gustó dejen mensaje tengo muchas más anécdotas.

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