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Engañando a su mujer… con otro casado

Hacía ya algún tiempo que chateaba, y había tenido mil y una experiencias. Pero cuando conoció a Francisco supo que esta era la fantasía que quería realizar.

Se encontraba chateando en la sala de “maridos que muestran a sus mujeres”. Le gustaba entrar en esta sala porque los hombres no tenían pudor, en enseñar fotos eróticas de sus esposas, y a el le volvían loco.

No eran como las fotos de las profesionales, se notaba una frescura y una naturalidad excitante. Después de hablar y cachondear un buen rato en el Chat, recibió un privado.

—Hola, soy Francisco ¿puedes atenderme?—

—Hola, yo soy Miguel,¡¡ cuéntame!!–

—Veras te he estado observando. Me gusta lo que escribes y quería proponerte algo—

—Tú dirás—-

Estaba muy intrigado. Se había encontrado con gente muy rara por aquí. Y no podía ni imaginar lo que le iba a proponer.

—Primero quiero que veas a mi esposa, y me digas si te gusta.—

—De acuerdo—–

Le envió una foto de una mujer bellísima, morena, cabello largo, pechos grandes, sus pezones eran sonrosados y tiesos y tenía un culo respingón muy apetecible.

LO MÁS RECIENTE


Estaba recostada en la cama con las piernas colocadas en una forma provocativa y excitante, de manera que más que verse, se adivinaba un sexo depilado y bastante abultado.

—Ummmmm, tienes una mujer estupenda——–

—Si, la tengo————

—Entonces……. ¿que problema tienes?—–

— Veras, mi mujer es muy caliente. Hemos tenido una vida sexual muy activa, pero ahora por problemas de salud, no puedo satisfacerla. Yo amo a mi mujer y tengo miedo que su deseo sexual la aparte de mí, que busque en otro hombre lo que yo no puedo darle, y me aparte de su lado.

—Bueno, ¿Y yo que pinto en todo esto?—

—Quizás sea una locura. He pensado que si yo le traigo a alguien. Si disfruta y yo consigo soportar verla feliz y gozar con otro hombre. Podría ser que no me apartase de su vida, y salvar mi matrimonio.

— ¿Y crees que pueda ser yo esa persona?—

—Me gustaría conocerte y si nos entendemos prepararía un encuentro casual con mi mujer. No se. Eso ya lo decidiríamos—

— ¿De donde eres?—

Para sorpresa suya su pueblo estaba a menos de 10 Km. Comenzó a pensar en la posibilidad de un encuentro, es más, le excitaba pensar que tal vez podría disfrutar de semejante hembra…

—Bueno yo estoy libre a partir de las 6 de la tarde. ¿que te parece si esta primera vez vienes tu?

—De acuerdo, ¿donde quedamos?

Quedaron para dentro de tres días que sería sábado, en una plaza céntrica donde había una cafetería muy conocida. Ya se habían visto por webcam por lo tanto no tendrían problemas en reconocerse.

A las 6,30 llegó a la cafetería. Tomó asiento frente a la puerta, para poder ver cuando llegaba, solicitó un café y entretuvo la espera recordando la conversación, le excitaba conocerlo, esperaba mucho de esta nueva amistad, y los dos días anteriores se había pajeado pensando en la bellísima morena que estaba a punto de poseer. Francisco entró buscándolo con la mirada, y acercándose a el le dijo.

—Hola, tengo el coche aquí fuera, quizás sería mejor que hablásemos en un sitio mas tranquilo—

—Hola, ¿no quieres un café?—

—No gracias, estoy muy nervioso prefiero dar una vuelta para relajarme—

Subieron al coche y se dirigieron a las afueras. Cuando estaban en un lugar lo suficiente alejado, pararon en un montículo desde donde se divisaba el mar. Las olas rompían en unos acantilados y el mar embravecido acompañado de las notas de unas sonatas que caldeaban el ambiente, fueron testigos de una conversación que cada vez se hacía mas intima.

El le confesó que su pene no era grande, y que ahora quería un buen semental, un hombre muy bien dotado para ver como su mujer se retorcía de placer mientras un gran aparato la llenaba totalmente.

— ¿Cómo es tu pene?—-

—Creo que es grande, 19 cm.—

— ¿Lo puedo ver?—

— ¿como que si lo puedes ver?—

—Claro, ¿no querrás que te deje a mi mujer sin saber si me engañas?—No tengas vergüenza, si quieres yo te enseñare el mío. Si lo voy a ver siempre que estéis juntos. ¿que mas te da ahora?

Se abrió la cremallera y dejó ver un pene diminuto, flácido. Lo tocaba y lo miraba como con vergüenza.

—Nunca fue demasiado grande—dijo— pero ahora casi ni se ve y nunca se levanta—

No sabía que decir: Se daba cuenta que si quería que esto fuese adelante no le quedaba mas remedio que sacar su aparato, tampoco es que fuese un problema para él, había participado en alguna orgía y con un amigo había realizado varios tríos en los que los dos habían participado activamente. Miro sus pantalones, el bulto hacía adivinar el tamaño del aparato que guardaba.

Abrió su bragueta y su excitada verga grande, con su cabeza roja y brillante salió como si tuviese vida propia. Francisco lo miraba con ojos admirados y su mano no pudo resistir la tentación y tímidamente pasó los dedos por la caliente verga la notaba dura al tacto como si de un garrote se tratase. Miguel estaba excitadísimo, la situación no era normal pero el estaba necesitando urgentemente un alivio, por eso cuando vio que Francisco se agachaba y tomaba su pene con la boca, le dejó hacer.

Le chupaba, pasaba la lengua lentamente por el capullo, la recorría hasta llegar a los testículos donde se entretenía apretándolos con los labios y volvía a subir introduciéndola en la boca. Estaba sintiendo un placer indescriptible, hacía tiempo que no le hacían una mamada tan placentera. Francisco se movía como la más afanada de las putas.

—-Ummmmmmmmm, ¡¡ que bien lo haces!! Tuvo que decir—

–¡¡Sigueeeeeeeeee !! ¡¡¡No pareeesss !!

Sintió que se venia y quiso separarse de su boca. El se apretó con más fuerza y cuando la presión del semen golpeó con furia la garganta, tragó y se deleitó del delicioso néctar que estaba degustando.

Satisfecho pero a la vez intrigado, Miguel pensaba que lo mas probable fuese que la tal esposa no existiese y lo único que buscaba era esto, dar una buena mamada. Se sintió engañado, pero era tan grande el placer que había sentido que lo dio por bien empleado. de todas formas no quería que esto acabase así.

—Tenemos que hablar — le dijo—

–Lo siento, esto no estaba programado, solo salió así—

— ¿Estas casado?—

–¡¡¡Claro que lo estoy!!! lo que te he contado es verdad, pero últimamente estoy muy estresado necesitaba un escape.

Sus ojos se dirigieron a la bragueta, su pene seguía flácido y ridículo, pero algo había cambiado, su ropa estaba húmeda, se había corrido. A Miguel le dio pena, veía lo angustiado y avergonzado que estaba, Y bueno… El era una persona muy caliente, cuando su amigo y el realizaban algún trío. Entre ellos habían realizado diferentes juegos eróticos, ambos se habían sodomizado mutuamente y no les habían hechos ascos a sus bien paradas vergas, no les importaba comerlas y degustar sus jugos.

Por eso al ver la diminuta cosita húmeda que negreaba en los blancos calzoncillos, sintió la tentación de tomarla y darle algo del placer que había recibido, puso sus manos en los testículos acariciándolos amasándolos, estirando suavemente del flácido pene y con los dedos masajeándolo suavemente. Miraba su cara y la transformación había sido total sus ojos negros, ahora parecían una noche sin estrellas, las pupilas dilatadas al máximo, casi no dejaban ver otra cosa.

Su boca se torcía en un gesto mezcla de dolor y placer, mientras de su boca escapaba un largo gemido que el intentaba apagar con su puño. Se agacho y tomando el flácido pene en la boca empezó a chuparlo, sus labios apretaban fuertemente produciéndole una interrupción del riego sanguíneo, y cuando lo soltaba sentía que al volver a correr la sangre por el conseguía una pequeña alteración en su tamaño. Y así apretando y soltando, sorbiendo, lamiendo y chupando.

Notaba como el pene se inflaba dentro de su boca, hasta sentir los latidos del miembro que ya ocupaba toda su cavidad.
Una de sus manos se movía a ciegas intentando tomar una caja de klennes que había visto en el salpicadero del coche, al tenerlos en su mano acelero los movimientos de su boca y al sentir la contracción del orgasmo de su compañero, saco el pene de su boca y observó como un delgado chorro de semen liquido salía del agujero, limpiándolo rápidamente con los pañuelos de papel…

Recostó la cabeza en el sillón y de reojo miraba a su compañero, respiraba con dificultad debido al placer que acababa de recibir, tenía los ojos cerrados y una media sonrisa en los labios.

—Gracias— me dijo— hacia un año que no sentía esto.

—No es lo que yo esperaba, pero no ha estado tan mal—

—De verdad, nunca voy a olvidar esto, el próximo sábado te invito a comer en mi casa, te presentare a mi mujer, y espero que la hagas tan feliz como me has hecho hoy a mi—

Puso el coche en marcha y se dirigieron al centro. Casi no hablaron en el regreso, ambos estaban ensimismados. Francisco pensaba que el próximo sábado, cuando se encontraran esa gloriosa verga que el había degustado, se introduciría en su mujer, la taladraría, tocando puntos que el jamás había ni siquiera imaginado.

Miguel fantaseaba y recordaba las hermosas nalgas y esos generosos pechos y solo de pensarlo su verga se empalmaba y volvía a pedir guerra………

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