Actualmente tengo 33 años y estoy comprometido; esto sucedió hace como 10 años, soy de la CDMX, y en esa época andaba probando de todo un poco aunque con cierto miedo.

En esas búsquedas de información, no había apps de ligue ni nada por el estilo, entraba a chats o a foros de ligue y encontré lugares de encuentro, entre ellos varios cines porno.

No sé si aún esté en funcionamiento por la pandemia, pero es un cine que se encuentra cerca de Bellas Artes en el centro de la CDMX, un lugar en el que para mí el único requisito fue mostrar mi identificación y comprar el boleto.

Al entrar la atmósfera te envolvía en algo raro, no sé si decir mágico pero era algo nuevo, diferente y excitante a la vez, paredes con posters de películas XXX, banderas arcoíris y en el fondo un puesto con golosinas, el cine constaba de dos salas, la sala hetero y la parte de arriba la sala gay.

Al entrar en esa sala lo primero que percibí fue la luz tenue de la pantalla, y un oscurecimiento total porque mis ojos no estaban acostumbrados a la falta de luz, e inmediatamente me invadió una mezcla de olores peculiares, entre sudor, semen, cigarro (aún se podía fumar).

En fin, luego de un rato mis ojos empezaron a acostumbrarse a la oscuridad, y empezaron a distinguir sombras, siluetas que se contrastaban con la luz de la pantalla en la que se veía un a peli porno gay muy vieja pero excitante pero a la que nadie le hacía caso, todo mundo caminaba, aunque había algunos sentados, y otros en pareja dándose amor mutuamente.

Alquien se acercaba a otro y comenzaba a tocar la pierna y si el otro se dejaba continuaba con desabrochar el pantalón, roce de pezones e incluso algunos se sumergían en besos interminables en los que sacaban sus vergas babeantes y se manoseaban mutuamente.

A estas alturas realmente tenía miedo, excitación y de pronto hasta asco porque en algún punto era un ambiente realmente insalubre, pero por la expiración y el morbo no importó, empecé a explorar y realmente tardé mucho en adaptarme y ver algo que realmente me gustara, ya que los asistentes en su mayoría eran señores y gordos o personas que para nada eran mi estilo pero pues que me podría esperar.

De pronto, después de tanto tiempo, pude ver a un tipo bien parecido, alto y que noté que era blanco a pesar de la poca luz que había en el lugar y se distinguía medio bonito; estaba sentado solo y me encaminé hacer lo de los demás, me senté a su lado, esperé un poco y toqué su pierna.

No dijo nada, no reaccionó pero no se negó, subí mi mano y busqué su entrepierna, llevaba unos jeans y para mi sorpresa la parte de en medio tenía un hoyo, por el cual se coló mi mano sintiendo unos vellos largos y un pene flácido pero suave, era como el tercer pito que tocaba en mi vida.

El entonces, pasó su mano por mi espalda y comenzó a frotarla, esto me dio pie para subir mi cara y buscar sus labios, y en ese momento nos fundimos en un beso tímido al principio pero apasionado después. Tenía un aliento tan rico, además que besaba con una suavidad y calentura a la vez por lo que empezamos a fajar con toda intensidad.

Manoseaba sus pechos, su abdomen, él metía sus manos en mi espalda, me acariciaba me rasguñaba y decidí desabrochar su pantalón y bajarlo; estábamos sentados, él me manoseaba y luego de un rato bajó también mi pantalón y llegó un punto en el que me senté en sus piernas ya con mis pantalones en las rodillas.

Continuamos con un faje súper intenso, manoseos, besos y yo encima de sus piernas desnudas, sintiendo todos sus bellos contra mis piernas medio lampiñas. Me acomodé de nuevo en mi lugar y empecé a olerle la verga, nada del otro mundo, 15 cm de largo pero perfectamente recta, olía rico y con unos bellos tan ricos que me estoy poniendo duro otra vez al recordara.

La chupé como loco mientras me dedeaba la entrada de mi ano y yo también metía mis dedos en su culo.

Después de un rato nos seguimos besando y el tiempo nos ganó que nos corrieron del cine, al salir una tormenta nos esperaba, y en medio de la lluvia sin importar la gente, nos comenzamos a besar, en mi mente era una escena romántica sacada de una película.

Intercambiamos números telefónicos y nos despedimos. Después de un día nos seguimos escribiendo, y resulto que era mesero y que lo habían corrido del trabajo por los chupetones que le dejé. Luego repetimos en su casa, pero esa es otra historia. Si lees esto Gustavo, que rico estuvo.

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