🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

Hola, el relato comienza, a mis 13 años tenía que tomar una micro (bus) para llegar a la secundaria, sin malicia usaba el uniforme de la secu que era pans blanco con franjas café. Yo soy robusto, medio nalgon, me veía bien.

Tenía que subir, pero como eran las seis de la mañana y todos iban a las fábricas a trabajar se llenaba demasiado rápido; hasta las puertas del micro iban abiertas de tanto hombre de mezclilla y de buen bulto.

Fue en una ocasión recuerdo que al subir sin querer, me quedé con las piernas abiertas de lo ancho del escalón y un señor de 45 años con buen bulto se subió de inmediato; al emparejarme apretó contra mi su bulto que aún y bajo la mezclilla se sentía grueso y largo.

Ninguno dijo nada pero yo estaba feliz sintiendo que iba montado con mis nalgas gordas ese bulto. Luego me empezó a fajar de arriba a abajo, de izquierda a derecha. No lo podía creer, era mi primer faje o recargon y sentí q cómo creció más su pene, sintiendo el grueso del bulto y cada que pasaba por un tope recargaba aún más su pene.

Cómo llevaba licra la fricción se sentía al máximo, como si que fuéramos desnudos Empezando a hacer respiración profunda y de vez en cuando jalando el resorte del boxer y soltandolo sentía como húmedo, caliente; creo aventó mucho líquido preseminal.

De repente se pone a un costado mío; cómo había poca luz no lo vi bien pero percibí que era un hombre fornido grande y velludo y con manos gruesas, ásperas, dedos gordos y largos.

Él deslizó su brazo por la espalda siguiendo el borde y tocando mi raya. Mi corazón estaba al mil y mis orejas calientes; luego se pegó más a mí tocando mi nalga, justo al borde de la raya y pude sentir cómo separaba el resorte repegando su brazo grueso y velludo.

En pleno camión se animó y con la punta del dedo medio masajeó la orilla de mi ano; lo hizo en forma circular y fue apretando mi nalga, yo solo sentía demasiado calor y como el señor tenía chamarra grande, de esas que caben dos, lo abracé de inmediato y gemí.

Él, como aceptación, metió su dedo despacio y con la otra mano siguió tocando mi nalga al mismo tiempo. Yo sentía toda su respiración y sus barbas pero lo que más me gustaba ese dedo gordo y áspero deslizándose en mi culo, entrando y saliendo, disfrutando lo apretado que estaba pues era la primera vez que me lo hacía.

Yo ya no podía más y cuando lo empezó a mover a dentro hasta le suspiré y él en el oído me dice «puja», al hacerlo apretaba más ese trozo de carne hasta que terminó de dederme dejando mi culo bien abierto. Él me subió el bóxer, me dio una nalgada sonrió y se bajó. Nunca lo volví a ver.

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