Hola soy Esteban, y continuo contando mi experiencia que tuve como repartidor durante la cuarentena. Después de esa primera entrega, cada fin de semana, mi ahora cliente especial, hacía sus pedidos cada que sabía que se quedaría solo en la oficina, ya que la compartía con el que era su socio.

Así que cada entrega que le hacía era bien gratificada.Siempre que llegaba a su oficina, al abrirme la puerta, lo primero que notaba era su verga ya dura esperándome  bajo esos pantalones lisos que dejaba ver una gran bulto. En cuanto cerrábamos la puerta comenzamos a comernos la boca para después tirarnos en el sofá que tenía ahí y hacernos un delicioso oral, ya fuera él a mi, yo a él o en un 69 hasta exprimirnos toda la leche que traíamos.

Ambos somos inter mas activos, pero no nos atrevíamos a más aunque lo deseábamos. Una ocasión quedamos de vernos en la  tarde en la misma oficina, ya después de que terminara mi turno. Cuando llegué, al tocar la puerta, estaba medio abierta, y solo oi que me dijo «pasa».

Cuando entre estaba ahí sentado en el sofá totalmente desnudo y con la verga bien dura y lubricando. Apenas y cerré la puerta me arrodillé ante él para meterme esa rica carne en mi boca.

Era increíble que mientras le daba una rica y profunda mamada podía acariciarlo todo, desde sus pezones, su espalda y sus piernas. Nunca habíamos podido estar desnudos del todo, así que mientras le mamaba la verga y le comia las bolas, empecé a despojarme de mi ropa hasta que quedé en pelotas.

Viendo él esto se puso de rodilla ante mi y me empezó a dar una riquisima mamada. Mientras él se comía tan rico mi verga, yo lo tomé de la cabeza y empecé a empujarlo cada vez más pues me excitaba sentir mi verga hasta el fondo de su garganta.


De repente me detuvo y reincorporandose se puso sobre el sofá en 4 dejándome ver esas hermosas nalgas morenas y  velludas. Ya muy cachondo me volteó a ver y me dijo «quiero que lo pruebes». En cuanto me dijo esto, me fui sobre sus nalgas, las cuales abrí con mis manos y empecé a lamer hasta que hundí mi cara en ellas, para poder saborear esa rica rajita prieta.

Era riquísimo sentir como se contraia cada que lo lamia y a la vez se abría dejando entrar cada vez más mi lengua en ese caliente culo. Estaba tan extasiado, mi verga estaba al cien y lubricando como nunca.

Así que me puse de pie y colocando mi verga sobre sus nalgas, empecé a frotarla por todo la rajita, dejándolo embarrado de mi propio precum, para después volverle a dar una rica mamada a su culo, sus bolas y su verga que parecía que iba a estallar.

Repetí varias veces esto y cada vez que lamia su culito, sentía como éste estaba más y más dilatado, podía meter más de la mitad de mi lengua adentro y sentir ese calorcito y textura suave. Y lo mejor, cada vez que lo hacia, él gemía de placer. De pronto, al ponerla de nuevo en medio, coloqué la cabeza en la entrada y casi sin esfuerzo empezó a resbalar hacia adentro, pues estaba más que dilatado y lubricado.

De pronto él me dio un condón que ya tenía a la mano y me lo coloqué, mientras le seguía comiendo ese culo que pedía ya a gritos verga. Una vez listo, puse de nuevo la cabeza de mi verga en su rajita, y sin esfuerzo comenzó a resbalar hacia adentro, hasta que topó con mi pelvis. Asi empece a bombear ese rico culito mientras él, que ya era mi cliente predilecto, jadeaba de placer.

Era increíble ver como mi verga se hundía en esas ricas nalgas y como ese espalda torneada se arqueaba más empinándose para recibir todos mis 17cm. Así estuvimos 20 o 30 minutos. Hasta que no pude más, y sacando la verga, y quitandome el condon, vacie todo mi leche en la espalda de él, quedando salpicado desde el cuello hasta el borde de las nalgas. 

Después él se levantó y haciéndome arrodillar ante él, empecé a lamerle los huevos y la verga, apenas estaba metiendo su verga en mi boca, cuando estalló de placer, salpicándome de su leche en toda la barbilla y la cara.

Como pude lo metí en mi boca y saboree ese rico néctar que se había convertido en mi mejor propina. Una vez terminado, nos tiramos rendidos en el sofá, ya estaba oscureciendo y quizás habría que regresar a casa, pero aún nos quedaban más ganas. Y fue cuando me anime a decirle » ahora me toca a mi».

Les contare lo que pasó después a detalle. Espero sus comentarios. 

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