🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥
A lo largo de mi vida no he sido muy cercano a la familia de mi papá, por ende mucho menos a su familia extendida.
Yo tengo 30 años y él 35, se llama Martín. Esta historia sucedió hace 2 años. Lo conocí porque mi papá me comentó que tenía un sobrino que trabajaba como cargador y en un día laboral normal se lesionó la espalda y no habían podido reducir el dolor, que si por favor podía revisarlo.
Le dije que sí, le pasó mi número y nos pusimos de acuerdo Martín y yo para verlo en consulta. Él es alto, moreno de fuego, delgado, feo, muy feo. Llegó a mi consultorio lo saludé normalmente, al tocar su mano sentí cómo por mi cuerpo corrió electricidad pero de esa que es de excitación.
Respiré y procedí a darle la consulta. Al momento de la exploración física le pedí se recostara en la camilla y procedí a hacer mi revisión normal. Todo bien. Detecté la zona de inflamación y le comenté que tenía que ponerle unos electrodos para poder ayudar a relajar la molestia, mismos que irían por la espalda baja, glúteo y cuádriceps.
Él sin preguntarme en automático se quitó los calzones, y vaya sorpresa, los huevos grandes y peludos, su pene era grueso y largo aún sin erección como de 18 cm, me excitó mucho. Llevé todo profesionalmente.
Le coloqué los electrodos y procedí a realizar las descargas eléctricas necesarias. Él empezó a gemir del placer que le generaban las descargas, y sólo respiraba, y al verlo ahí acostado boca abajo, escuchándolo así, mi mente volaba.
Terminamos la sesión y le di un masaje necesario. Sin reacciones. Todo bien. Le dejé medicamento y le comenté que lo vería en un mes. Salió del consultorio. Respiré.
Pasado el mes, me vuelve a llamar y me dice que ya necesita su sesión mensual. Le di cita y llegó puntual. Esta vez él solo llegó y se desnudó. Para mi sorpresa venía depilado. Aún más sorprendente. Pero en esta ocasión lo hizo de frente a mí.
En mi familia soy abiertamente gay. Él al desnudarse se me quedó viendo y se apretó los huevos y se acomodó la verga. Quise pensar que todo era producto de mi imaginación y sólo respondí: recuéstate por favor. Sonrió pícaramente y se recostó.
Le puse los electrodos, volvió a gemir, pero en esta ocasión noté que estaba teniendo una erección. Cuando terminó la sesión de electrodos me preguntó:
M: ¿qué onda primo hoy no me vas a dar masajes con tus manotas?
J: claro, respondí, sólo permíteme limpiar el gel y poner aceite, como la otra vez.
Lo limpié y le puse aceite, inicie el procedimiento, él empezó a gemir, y de repente eyaculó. Me quedé mudo, él sólo respondió: «primo qué masajes tan ricos haces». Estaba realmente confundido porque a pesar de la tensión sexual, yo no había hecho nada que no fuera profesional.
J: No te preocupes de repente es normal que ante estos estímulos, sucedan estas cosas.
M: qué pena primo, tú tan profesional y yo ya te dejé a mis hijos aquí regados.
J: no pasa nada, se envía a lavandería.
Se limpió, se cambió, terminamos la consulta y se fue. Estaba con sentimientos encontrados, por un lado dudando de mi actuar profesional, por otro con el morbo de la escena de él eyaculando boca abajo. Siguió la vida.
Para Halloween de un año después un grupo de amigas y amigos y yo decidimos vestirnos de sexoservidoras. Con liguero, tacones, falda, maquillaje y pelucas. La noche fue amena. Nos divertimos mucho y tomamos muchas fotos.
Las subimos a redes sociales. Dos días después del evento recibo un mensaje de él respondiendo a una de esas fotos: primo presenta, pura piernuda, ahorita que ando divorciándose traigo un chingo de leche guardada. Y le dije: claro, a la que quieras, ¿a cuál? Y me responde: a la piernuda nalgona de hasta la derecha. Esa nalgona era yo.
J: ¿Seguro? Esa esa bien putota y si te la coges, te vas a encular, y vas a querer repetir a cada rato.
M: Una de esas ando buscando, ojalá use tanga cuando me la chingue. ¿Quién es?
J: Esa soy yo.
M: Hay primo, qué vergüenza, y con todo respeto, qué rico estás.
J: Yo te la presento con gusto, ella feliz de dejarse culear por ti.
Le mandé una foto en tanga y otra metiéndome un dedo.
M: sí de ve que es bien tragona y sí aguanta mi verga. Móntamela que la voy a preñar.
J: claro, ¿cuándo te doy consulta?
M: ¿Será que pueda ir ahorita a tu casa a consulta primo?
J: yo no veo pacientes en mi domicilio pero si necesitas la atención, te la doy.
M: vale, llego en 30 minutos. Ojalá esté la putota esa disponible.
J: aquí está.
Estaba muy excitado, corrí al baño, me rasuré el culo y me hice un enema, me puse una tanga roja y unos ligueros negros. Yo soy alto, nalgón, cuerpo promedio, piel blanca. Y sí, bien puercote. Me puse un pantalón y una playera. Sonó el timbre.
J:Hola
M: ya llegué primo Abrí.
Entró. Nos miramos. Se acercó. Cerré la puerta. Me tomo por la espalda repegándome todo el paquete, tomándome de la cintura y besándome el cuello. Repegué mi culo contra él sintiendo cómo si verga punzaba. Me volteé y lo besé. Me metía la lengua desesperado.
J:Vamos a mi cuarto.
M: tengo un mes sin coger ¿sí vas a aguantar todas las ganas que te traigo?
J: a ver si tú aguantas las ganas que te tengo.
Subimos las escaleras, llegamos a la recámara. Ambos de pie. Él de espaldas se había quitado la ropa quedando en puros calzones, yo quedé en tanga y liguero y me dí la media vuelta.
M: hijo de tu puta madre, reverenda puta tenía y no sabía.
Yo estaba recargado en la puerta. Se empezó a acercar y empezó al olfatear mi cuello mientras separaba con sus manos ásperas mis nalgas; aún con su bóxer puesto empujaba y me olía, me besaba la espalda. Mi piel estaba totalmente erizada, yo con la espalda bien arqueada.
Empezó a bajar por la espalda hasta bajar a las nalgas. Me mordió. Grité de placer. Me giré. Lo miré y ambos teníamos ese fuego en la mirada. Lo dirigí hacia la cama y sin poder resistir más lo aventé. Le quité el boxer de un sólo movimiento. Y ahí estaba su verga de 25 cm erecta, gorda y llena de venas, repleta de presemen.
M: lubrícala putita que ya le urge entrar.
Me incliné dejando una espectacular visto de mi culo parado, olfateé sus huevos, con la punta de la lengua le di una lamida. Subí bruscamente a su ombligo y empecé a besarlo, su palpitar de verga rosaba con mi pecho, él sólo gemía. Empecé a bajar y lamí como paleta su glande, me la metí en la boca succionando fuerte.
Él dio un gemido grande. Empecé a meterla toda en mi boca. Él se agarraba de la colcha y empujaba su cadera contra mi boca. La saqué y subí a besarlo, respondió apasionadamente.
M: ahora te toca.
En un movimiento brusco se puso encima de mí y me colocó boca abajo, me levantó la cadera y empezó a darme nalgadas mientras jugaba con el liguero y el hilo de la tanga. Colocó su verga entre mis nalgas y empezó a a juguetear. Se detuvo. Bajó con su boca y empezó a olfatear mi culo.
M: hueles a puta
J: a tu pu…
Sin dejarme terminar metió su cabeza entre mis nalgas y empezó a lamer desesperadamente mi ano. Gemí.
M: así me gustan.
Empezó a lamer mi culo como nadie lo había hecho jamás. Cuando menos lo esperé yo ya estaba bien empinado, suplicando me penetrara. Sin más, rompió la tanga y los ligueros y metió sin dificultad alguna la cabeza de su verga y empezó a empujar. Se deslizó sin dificultad.
M: no mames, las viejas se quejan por grande y tú…
J: ¡Métemela toda!
Y de un solo movimiento, me ensartó. Sentí un placer indescriptible. Nada de dolor. Se recostó pegadito a mí, me puso de lado, levantó mi pierna y como búfalo pegaba fuerte su cadera contra mis nalgas. Yo sentía la gloria y me retorcía. Me besaba el cuello.
Con una mano detenía mi cadera y con la otra jalaba mi cabello. Yo sólo gemía.
M: no mames primo, estás bien rico, te cabe toda y aprietas bien chido. Mira de lo que me he perdido toda mi vida.
En ese momento empecé a hacer movimientos fuertes contra su cadera, evitando él se moviera. Me abrazó fuerte.
M: no te detengas, culeas bien rico.
En un movimiento brusco me salí. Me giré boca arriba, me abrí de piernas y lo jalé encima. Él entendió todo. Me penetró de un solo movimiento y empezó a cogerme aún con más fuerza. Nuestras miradas estaban llenas de morbo. Me besaba apasionadamente mientras yo lo apretaba con las piernas y los brazos. Empecé a sentir que yo estaba por venirme.
J: ya me voy a venir.
M: dale primo.
Y empezó a cogerme más fuerte. Y en breve empecé a eyacular con él encima. Y al primer espasmo gritó fuerte. Se empezó a venir también. Sus venidas fueron golpes fuertes y prolongados. Se miraba cómo se le marcaba todo el cuerpo. Empapado en sudor. Se derrumbó ante mí. Sin sacar su verga. Nos quedamos abrazados, él arriba mío, yo cubriéndolo con mis piernas sobre su cadera. Recuperamos la respiración. Y empezó a empujar de nuevo.
J: ¿otro?
M: ¿qué no aguantas?
J: los que quieras.
Sonrió y me besó. Y empezó el movimiento. Ambos ya estábamos llenos de sudor, de mecos del otro, mi culo escurría su semen. Y su verga seguía erecta. Después de bombearme boca arriba me colocó de perrito y me pidió que extendiera mis brazos. El muy cabrón me nalgueaba a su gusto. Yo no podía con tanto placer.
M: me voy a venir otra vez
J: échamelos otra vez adentro
Empezó a eyacular. Y yo con él a la par. Se tumbó en mí. Esta vez su pene perdió la erección. Nos colocamos boca arriba, subí mi pierna a su abdomen y sentía cómo sus mecos me escurrían. Metió sus dedos en mi culo.
M: ahora eres mío. Cada que necesite consulta me la vas a dar. ¿Entendiste?
J: claro primo, a la hora que tengas molestia.
Desde hace un año, nos vemos cada semana. Me trae la lencería que quiere que use y parece ser que vamos a incluir a un amigo de él…