Me llamo Horacio Bustamante y soy, digamos, manager de talentos deportivos que es mi especialidad en la ciudad de Colombia.

Soy venezolano de nacimiento pero hace algunos años, por la situación de mi país, me vine para el país hermano donde se me han abierto las puertas para los negocios. Claro que cuando hay platica (dinero) de por medio todo se puede. Soy de familia económicamente solvente pero aquí me he expandido más. No soy el típico tipo apuesto o de buen cuerpo, todo lo contrario, soy gordo, bajo, moreno, cachetón con papada, una barbita de candado. Tengo 44 años y digamos que nadie voltearía a mirarme, pero como dije antes, el billete lo mueve todo; billete mata a galán, como decimos en mi país.

Sucedió que una tarde me llama por teléfono un amigo mío que quería impulsar la carrera de fitness de su hijo que ya rondaba los 20 años y había comenzado a los 17 en el culturismo. Mi amigo se llama Genaro y su hijo Hernán. Yo imagine que si Hernán llevaba casi tres años en el gimnasio debía tener un cuerpo fabuloso. Le respondí que si, que no veía ningún problema en ayudarlo pero que quería verlo para apreciar su potencial pues no lo veía desde que tenía 16 años.

Al día siguiente, en la mañana llego Genaro a mi casa en compañía de un apuesto muchacho, que intuí era Hernán, que hace unos años atrás todavía era un pelaito, pero ahora media unos 180 m, espigado, cara de machito galancito, cabello castaño oscuro, ojos café, piel blanca y cuerpo espectacular de casi 87 kilos de musculo bien proporcionado, un chaval bien atractivo y viril.

Luego del saludo y de charlar pendejeras fuimos al grano. Hernán quería asesoramiento en cuanto a la competencia de fitness que ya estaba cerca de los ocho meses de efectuarse y quería contar con un preparador físico que lo pusiera en condiciones óptimas para ganar. Esas competencias te pueden abrir el mundo a mejores oportunidades en el mundo fitness, por lo que contar con alguien que tuviera los conocimientos necesarios en ejercicios, alimentación y entrenamiento era crucial.

Le dije que contara con mi ayuda, después de pedirle que se quitara la ropa y posara para mi, para poder ver su cuerpo mas detalladamente, ahí en la sala de mi casa. Le pedí que me diera su número de teléfono para estar en contacto, para mis adentros intuí por lo ansioso de la propuesta que Hernán era un culo seguro.

Esa noche lo llame y le dije que ya tenía el preparador físico en uno de los mejores gimnasios de acá pero que teníamos que hablar para establecer ciertos convenios. Al día siguiente a las 10 pm me reunía con Hernán en un restaurante muy conocido de la ciudad, uno de los mejores, para tomarnos un delicioso café y conversar un rato. Cuando llego, obviamente llamaba la atención por su cuerpo esbelto y musculoso, cada vez que veía al hijo de mi amigo sentía más ganas de comérmelo. Llegó solo, pues lo que le tenía que decir iba a ser únicamente su decisión.

Hernán: —Esta muy sabroso el café patrón—. Patrón, así me llamaba.
Horacio: —Si este es el mejor café de acá de Bogotá. Veo que estas muy entusiasmado por la competencia de fitness—. Le conteste.
Hernán: —Si patrón, mucho, eso es mi vida. ¿Mi viejo y usted se conocen desde mucho no?—. Me pregunto, bastante intrigado.

El mesero nos trajo lo que habíamos pedido. Yo una simple taza de café y Hernan se decidió por una cerveza local.
Horacio: —Si así es, Hernán, tu papá, es un excelente amigo y trabajador—. Le dije.
Hernán: —Oiga patrón, ¿y por cuanto me va a salir todo esto del gym y el entrenador?—. Me preguntó de una forma muy curiosa e inquieta.
Horacio: —No tranquilo, solo quiero algo a cambio Hernán—. Le contesté tomando un sorbo de la rica taza de café que había pedido.
Hernán: —¿Y que será patrón?, lo que sea que este a mi alcance—. Me dijo bastante impaciente.
Horacio: —¡Quiero follarte!—. Le respondí de una manera serena, tranquila y denotando seguridad.
Hernán: —¿Cómo así patrón?—. Me contesto con una cara de incredulidad.
Horacio: —Lo que escuchaste mi hijo. Quiero muchas noches de sexo contigo. Quiero cogerte ese culo Hernán, que seas mío—. Le respondí.

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Hernán : —Nooo patrón, eso no. Yo soy un macho, ¿cómo me va a proponer eso?, además, tengo novia, patrón. Yo soy un varón. ¿Dónde me pare patrón?, déjese de esas vainas—. Me dijo, notándose un poco enojado.
Horacio: —Bueno, Hernán, no te sofoques, tampoco te estoy pidiendo una cosa del otro mundo ni que te voy a llevar a otro planeta. En este mundo es algo absolutamente normal que alguien te pida esto. Si no soy yo, sera alguien mas. ¿y que mejor que sea con un conocido de tu entera confianza?—. Le contesté.
Hernán: —No, patrón, eso no es normal. ¿Y cómo le digo yo tengo novia y soy un macho?—. Me contestó aún mas enojado y tratando de levantarse de la silla.
Horacio: —Tranquilo—, le respondí, tomándolo de la mano en señal de que no se levantara. Me reí un poco al ver su reacción. —Ja, ja, ja. Una cosa no tiene que ver con la otra, por estar con un hombre, eso no te convierte en maricón.— Le conteste. —La gente es la que pone etiquetas—. concluí mi discurso.
Hernan: —Es que usted no me entiende, patrón.—, me dijo y volvió a su lugar.
Horacio: —Bueno muchacho, mi intención no era escandalizarte, sino proponerte un trato justo, además del entrenador y una membresía en el mejor gym de la ciudad, por lo que resta de tiempo para la competencia, estaba pensando también en agregar las proteínas y aminoácidos que ustedes necesitan. — Le dije, dandole otro sorbo a mi café. —Pero es tu decisión, eres libre de elegir. Bueno, me marcho muchacho, tengo otros clientes que atender. ¡Ah!, mira. Casualmente tengo un mensaje de un futbolista que necesita mi asesoría—, mostrandolé un mensaje en mi celular. —Bueno, te dejo la propuesta en la mesa. Piénsalo y cualquier cosa tienes mi numero. —. Le dije, mientras llamaba al mesero para pedir la cuenta.

El mesero vino pronto y me dio la cuenta. La revisé y todo estaba correcto. Comencé a recoger mis cosas, un portafolio con algunas cuantas hojas que había usado para tomar notas y hacer cálculos de cuantos nos ibamos a gastar, etc. y me fui, pagándole la cerveza a Hernán. Aquel mensaje solo había sido una alarma que yo había programado para ejercer mayor presión sobre él. Deje a Hernán algo molesto y tomándose su cerveza.

Pasaron dos días después de que Hernán y yo hablamos y en la noche, recibí un Whatsapp de Hernán en donde me decía que había pensado mi propuesta y que aceptaba. Muy contento sonreí y le dije que no se iba a arrepentir. Lo cite para programar algunas cosas algunos días después. Llegó a mi casa para tener todo bajo contrato y que no se fuese a arrepentir. Firmo los papeles y le dije que comenzábamos el lunes con su preparación.

Comenzamos la semana siguiente con lo acordado. El lunes, lo cité en mi casa para llevármelo al gym que iba a entrenar, a presentarlo con sus nuevos instructores y que conociera las instalaciones. Si bien la familia de Hernán no era de escasos recursos, este era un gym que jamás soñaría con poder pagar. Cuando entramos en el gym, casi se le salen los ojos. Las maquinas eran full modernas y la atención de primera clase. Hernán estaba muy feliz y yo sabía que pronto tendría ese culo para mi placer.

Al día siguiente, el martes, lo pase a recoger saliendo del gimnasio para llevar a cabo el acuerdo. Ese día sería su primera vez con otro hombre. Le dije que iríamos a mi casa de campo para que quedará mas privado y entre nosotros su desvirginacion. El subió al coche y nos pusimos en marcha.

Recuerdo que al llegar a mi casa y entrar se quedó boca abierta por lo elegante que era la casa, y que si, le había medito algo de dinero con los mejores diseñadores, y como dice él, chulo de la mansión. Le invite una soda dietética y luego pasamos a mi habitación. Al subir las escaleras, me coloqué detrás de él para observar el vaivén de semejante culo musculoso.

Le dije que se desnudara de a poco, mientras yo lo observaba recostado en la cama. Él un poco nervioso e incómodo, me miraba, llevaba una sudadera sin mangas. Como había trabajado los pectorales y los bíceps sus músculos estaban a reventar. Luego se quitó los pants deportivos para dar paso a unas lycras negras, las cuales fue bajando lentamente a petición mía. Se quedo en unos hermosos calzoncillos apretados de color blanco, que hacían sobre salir su hermoso paquete y sus divinas nalgas.

Le dije que se dejara los tenis blancos Adidas, que le había regalado también. Su cuerpo era un espectáculo. Grande, prominente, muscular, macizo. Sus piernas fuertes adornaban su pene y sus bolas, digamos que en promedio eran normales. Le pedí que se diera una vuelta, y aunque ya lo había visto, esta vez, su culo era una delicia musculosa. Unas nalgas grandes, paradas firmes y bien trabajadas, listas para ser desvirginadas. Esas nalgas ocultaban un ano virgen, tal vez deseoso de guebo.

Me acerque y comencé a meterle mano a esa delicia de cuerpo, metiendo mis manos en sus bóxer para acariciar todo sin censura, que, al final, terminé quitándoselos, incluidos los zapatos. No hubo espacio donde no lo tocara. Luego, comencé a frotar suavemente esos lindo pezones rosados, que, al contacto con mis dedos, se pusieron duros y un gemido al cerrar sus ojos salió de su boca. Luego comencé a mordisquearle los pectorales y a chuparme esos deliciosos pezones. Pensé para mis adentros, «si supiera Genaro que me estoy merendando a su hijo en estos momentos.»

Le dije que levantara los brazos y me enseñara sus axilas. Empecé a resbalar mi lengua a lo ancho y largo de sus sudados bíceps para terminar lamiéndome sus axilas con tres días de rasurado. Luego seguí dándole lengua en el cuello hasta llegar a su boca. Traté de besarlo pero me esquivo, cosa que me incomodó un poco pero que ya caería.

Le dije que se pusiera en cuatro patas encima de la cama, que quería dedearle el culo un rato. Él titubeo un poco pero finalmente obedeció, recordándole que tenía un contrato firmado y que podía demandarlo por incumplimiento de contrato. ¡Madre mía!, tener un macho así me excito muchísimo, dominado por mis palabras, musculoso y hermoso en todos los sentidos, ahí, haciendo lo que se me antojara.
En lugar de acercar mis dedo, acerque mi boca a aquella cosa hermosa de la naturaleza y comencé, literalmente, a comerme el enorme culo de Hernán. Yo tenía que hacer bastante presión para separar sus duras y prominentes nalgas para poder llegar a ese rosado hueco. A lo lejos me pareció oír un gemidito de placer de aquel viril muchacho.
Luego de tomar un poco de gel lubricante le metí el dedo medio por el culo, el cual, luchaba por no dejarme entrar, por seguir siendo hermético, pero al meter un poco de presión, sucumbió a mi perversión.

Al entrar, Hernán apretó las vigorosas nalgas capturando mi dedo dentro de él. Yo ya lo tenía ensartado con mi dedo, comencé el mete y saca a ese culo hermoso que se resistía a ser dominado. Esto me excitaba demasiado, ver como las nalgas de Hernán se resistían a ser invadidas por otro hombre. Luego de un rato, le metí un segundo dedo y posterior un tercero, lubricando y dilatando mas su ano. Ya estaba listo para llevar guebo del bueno.

Ya desnudo yo, detrás de Hernán, me quite la única prenda que faltaba, mis pantalones. A pesar de que mi barriga era prominente, tenía un guebo de 19 cm que hacia disfrutar a cualquiera. Lo acerque a la punta del muscular culo de Hernán, jalándolo a el a la orilla de la cama para que entrara todo. Y recordando lo que me dijo en el café, de que él era muy machito, y esas pendejeras, se lo deje ir hasta la mitad, y luego, sin dar tiempo a respirar, se lo hundí completito hasta que mis bolas chocaron con sus musculosas nalgas.
Hernán: —Coño, patrón, sáquemelo. Me duele mucho, me va a reventar el culo. Ay… ay… ay…—. Comenzaba a gritar aquel varonil atleta.
Horacio: —Tranquilo Hernán, ya te vas a ir acostumbrando a llevar roto. Este culo tuyo está muy rico—. Le contesté.

En la habitación solo se oían mis embestidas y los gemidos y suplicas de Hernán. Flap, flap, flap, se escuchaba por todos lados. Mis embestidas eran salvajes, eran rápidas. No le daba tregua al apretado culo de Hernán, que se sentía hermoso.

Hernán: —No sea así, patrón. Me duele mucho—. Me decía una y otra vez.
Yo ignoraba sus peticiones y solo me concentraba en disfrutar aquella rica desculada que le estaba dando.
Hernán: Al saber que no le hacía caso me dijo, —Entonces, métamelo despacio, patrón que me duele y me arde mucho—. Me volvió a decir en su último intento por detener aquella penetración.

Estuve dándole duro a Hernán y pensé, nuevamente, los ojos cuadrados que pondrían el papa de Hernán y su novia al ver que le estaba serruchando el culo al muchacho. Seguí como por media hora más luego de que Hernán me preguntara cuando iba a acabar. Su espalda ancha y fibrosa, y su culo con aquellos melones gigantes como nalgas me volvían loco.

No aguante más y me vine llenándole las tripas de leche, después de unos 50 minutos de hacerlo mío. Hernán se tumbó a la cama a descansar mientras lentamente sacaba mi guevo de su culo adolorido.
Luego de eso, nos bañamos almorzamos algo y lo lleve a su casa. Le dije que había sido un buen muchacho y que si seguía así de cooperativo, tendría mas regalos de mi parte, señalándole esos tenis que llevaba.

Así se repetía dos veces a la semana, el martes y el jueves eran los días en que me cogía a Hernán. Hacíamos muchas cosas y ya, el viril muchacho, comenzaba a soltarse conmigo. Cuando llegábamos a mi casa, el solito se desnudaba. A veces me bailaba eróticamente, otras veces le llenaba el culo de crema batida y me lo comía enterito. Le decía que se masturbara con un consolador o simplemente lo ponía de rodillas a mamarme el guebo hasta acabarle en la boca. En una ocasión, le di un señor beso de lengua a lo cual, él también colaboró bastante bien, poseyéndolo en todos los sentidos.

Finalmente, llegó el momento esperado Hernán. Se puso a tope con el entrenamiento y todo lo que le había comprado. Compitió llevándose el primer lugar, con un poco de ayuda por parte del jurado, claro está. Los billetes verdes ayudan en estas situaciones.

Esa noche, en el evento, conocí a su bella novia. Compartí también con Genaro, que estaba orgulloso del logro de su hijo, y algunos amigos de él también habían llegado a celebrarlo. Todo era fiesta para Hernán esa noche. Conocí a otros muchachos que querían encaminarse a fisicoculturismo y necesitaban asesoría. Esos serian, con el tiempo, parte de mis trofeos.

Esa noche al despedirme, casi a las 11 pm, Hernán se acerca a mí diciéndome:
Hernán: —Oiga patrón. Le caigo por allá por su casa a punta de 12 pm—. Me dijo, poniéndome una mano sobre mi espalda, aun con la tanga que usaba para entrenar.
Horacio: —¿Y qué paso con tu novia?, ¿y tu papá?, ¿tus amigos?, ¿no vas a celebrar la victoria esta noche?—. Le pregunté bastante intrigado.
Hernán: —Mi novia quiere que la lleve temprano a su casa, porque tiene cosas que hacer mañana con mi suegra. Mi papá esta con unos amigos y creo que se irá rápido a su casa. Yo voy a hacer un viaje con unos parceros pero pasado mañana, así que la paso con usted esta noche patrón—. Me explicó él.
Y acercándoseme al oído. Con algo de disimulo me dice:
Hernán: —Esta noche la paso con usted patrón, porque lo que quiero es que me dé duro por ese culo otra vez—. Me dijo.
Horacio: —Convinimos hacerlo así entonces—. Le respondí.

Y esa noche aquel varón, aquel macho, volvió a ser mío en mi cama. Finalmente Hernán y yo nos hicimos grandes amigos, y hoy por hoy, trabaja para mí en la escogencia de chavales con potencial y talento y los fines en las noches, como chico de compañía para algunos de mis amigos empresarios que le pagan por sus servicios.
Gracias por haber leído este relato. Agradezco sus comentarios, opiniones y sugerencias.

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