Hola, soy Kevin, 20 años y estudio Ingeniería. Hace unos meses, como en agosto, me quedé estudiando en la biblioteca y después de un rato fui a comer y me dieron ganas de orinar, así que fui a los baños de la escuela de ciencias económicas ya que me quedaba de paso al estacionamiento. Serian como las 5 de la tarde, entré a los baños y había solo un chavo en los mingitorios, me puse en el que estaba a la par y empecé a orinar. El chavo giró la cabeza y se quedó viendo a mi pene; ante su iniciativa yo también bajé la vista para ver el pene del chavo y para mi sorpresa lo tenía erecto y se estaba masturbando.
Tan pronto lo vi yo me excité y se me empezó a poner dura, así que comencé a masturbarme yo también; el chavo sonrío de una forma sexy y comenzó a morderse los labios y me guiñó un ojo, me hubiera parecido extraño en otro momento, pero me pareció sexy y travieso, el chavo era pequeño, tal vez no superaba los 1.65, pero lo compensaba con su pene que se miraba bien rico. Nuevamente él tomó la iniciativa y con su mano derecha comenzó a tocar mi abdomen mientras se masturbaba con la izquierda, poco a poco siguió bajando por mi obligo hasta que llegó a mi verga, que para entonces ya estaba bien erecta, y comenzó a masturbarme, agarró mis bolas y empezó a jugar con ellas.
Siguió así y luego subió a mi glande y comenzó a tocarlo haciendo círculos en él con su pulgar, después la agarró y comenzó a pajearme cada vez más rápido, entonces el chavo me dijo: «Me tengo que ir, pero ¿queres repetirlo algún día?» Me puse a mil y le dije que sí. Así que me dejó su número y me dijo que cuando quisiera hacerlo que lo llamara, me dio la mano y me dio un abrazo, como cuando ves a un amigo a quien no habías visto desde hace tiempo, mientras salía por la puerta me dijo «Estaré esperando tu llamada» y se fue.
Me dejo caliente y con mi pene erecto, así que terminé yo solo lo que empezó y comencé a masturbarme hasta acabar y aventar mi semen en el mingitorio, que recibió mis ocho chorros de leche caliente que el otro chavo desperdició.
Me lavé las manos y me fui a mi casa, después de cenar decidí llamarlo, al menos para preguntarle su nombre y saber qué estudiaba ya que no pudimos hablar para conocernos. Pero el número que había apuntado no era el correcto, así que me sentí como idiota por no haber apuntado bien el número y con las ganas de ver a ese guapo pequeñín con verga deliciosa; me habría gustado llevarlo a la cama y disfrutar muchas cosas con él.