Esta es una historia real, tan real que me pasó a mí en persona luego de una clase de educación física en uno de los más importantes y prestigiosos colegios de la República Argentina…

  Todo comenzó un viernes a la mañana, eran las 8 cuando sonó el despertador, me levanté de un salto, me fui a duchar y tomar mi desayuno para irme a gimnasia…

   El profesor era Mauricio Ricco, y como su apellido lo indicaba estaba riquísimo, era un hombre de unos 41 años de edad, pelo corto tipo militar, de imagen ruda y masculina, 1.80 de altura, con carácter bastante estricto, pero eso si… con un cuerpazo que los de 20 quisieran tener… unos pectorales que parecían inflados, unos brazos sólidos como el acero y unas nalgas paraditas, en el punto justo. Eran el objeto mas codiciados por varias jóvenes y uno que otro hombre…

  Generalmente en sus clase nos mataba, no literalmente, de cansancio, nos hacia correr mucho, practicar mucho deporte, era mas que nada dictadura estar en ellas…pero por ver ese culo y ese pecho velludo a través de su camisa ajustada y desprendida lo que me pidiera…

  Después de las clases nos retirábamos e íbamos a las duchas para cambiarnos e irnos a clases… mientras él se encargaba de llevar todo el material utilizado al sótano del colegio… Tenia que bajar 2 escaleras, pasar tres puertas y finalmente depositar todo en un cuarto húmedo al que todos llamábamos ‘’La Madriguera’’…

   Un viernes por la tarde, luego de la clase de gimnasia me ofrecí a ayudarlo a cargar todo el material, la verdad que era pesado, pero con ese físico que cosas no habrá levantado…Mientras el iba delante mío marcándome el lugar donde dejar las cosas, yo iba detrás suyo sin perder detalle de ese culito que me tentaba cada vez mas… era un manjar pocas o, creo, nunca antes devorado…

   Mientras dejaba las cosas una pila de elementos se me cayó encima, lo que me llenó de polvo el rostro. Ricco solo atinó a limpiarme la cara con sus grandes y monumentales manos, me estremecía cada vez que sus dedos, sus manos, su respiración entraban en contacto con mis sentidos…

   Terminada la labor subimos de nuevo y mientras lo hacíamos hablábamos un poco, como si empezáramos una amistad…Durante la semana no hice mas que pensar en su cuerpo, en su mirada, en la forma en que me trataba, en él…

  Llegado el viernes nuevamente, me ofrecí a ayudarle y cada vez era más el deseo que tenia que comenzaba a desearlo como si fuera mi última comida en mucho tiempo…fue cuando sucedió…

  Mientras dejaba las cosas debajo de una pequeña mesa antigua me daba conversación, hasta que al agacharme mucho silenció todo por completo, no dijo una sola palabra, solo ví su sombra acercándose cada vez más hacia mí, tanto que sentí una mano sobre mi nalga derecha…

  Me levanté de golpe y sin mediar palabra alguna me di vuelta y me topé con su cara, sus ojos iban hacia los míos, su respiración a mi pecho y yo cada vez estaba más nervioso y excitado, era una sensación demasiado rara…  

  Puso sus manos sobre mi culo y agarrándolo fuerte me dijo al oído – se ve que las clases te han servido de mucho, tenés una colita preciosa – 

   La frotaba, la tocaba, la hacia suya, y mientras lo hacia me lo decía con tono bastante erótico,  muy provocativo, como insinuando algo que era obvio que yo ya sentía, faltaba saber que le pasaba a él…

   – ¿Que? ¿Querés que te lo haga ahora mismo y acá? quiero comerme tu culo – me lo dijo sin mas que responderle que un gesto de obviedad…

  Me bajó los pantalones hasta el suelo, me sacó el bóxer, me levantó en sus hombros y  comenzó a atracarme contra la pared, aun sin bajarse él los pantalones, se le notaba un gran bulto y bastante grueso…

   Comenzó a meterla y a sacarla por completo, realmente era un experto en la materia, lo hacia despacio al principio y luego lo hacía cada vez mas fuerte hasta finalmente levantarme con las embestidas que me daba…yo solo miraba en un espejo como me culiaba…

   No dejaba de gemir, tenía la pija muy grande, yo nunca había tenido algo así dentro, «no voy a parar Chabón aunque te reviente el ano»…, decía entre gemido y gemido. Era tal la fuerza con la que me lo hacia que hasta me llegaron a saltar lagrimas de la agonía sexual a la que estaba expuesto, y eso que era solo el comienzo…

   Me puso en cuatro sobre la mesa, y empezó a cogerme como un animal. Primero me la puso despacito y luego con un ritmo violento me la entró toda hasta el fondo. Yo gritaba de dolor y de placer. Sentía como sus huevos golpeaban los cachetes de mi culo y me excitaba más.

   Había que admitir que para tener más de 40 realmente culiaba como los dioses…

   Instantes después me dijo con toda perversión ‘’si querés aprobar la materia me la vas a tener que probar, chupámela pibe y tenés un 10, ya en la lección anal tenés 10, ganáte otro’’

   Se tiro sobre unas colchonetas, llevó sus manos hasta su cabeza y se limitaba a testear la labor oral que salía de mi boca hacia su pene, el cual ya estaba bastante largo, muy grueso y poco peludo…

  Subía, bajaba, subía y volvía a bajar, era una rutina a la que pareciera él le gustaba acostumbrarse, parecía una maquina de coser subiendo y bajando o una explotadora de petróleo tratando de obtener el blanco recurso que permita concluir con mi trabajo…

 – Que buenos petes que sabes hacer pendejito, chupas como todo un experto, sos un experto con la boca, la prueba oral la estas aprobando… – luego de haber dicho eso se acabó en mi boca, manchándola por completo de blanco lujuria…

   Estuvimos por más de 4 horas sacando afuera nuestros instintos más salvajes y desenfrenados, no podía creer que un musculoso hombre de 41 años me hubiera hecho todo suyo y más si esa persona era el profesor con el cual tuve más de mil fantasías complejas…

   Pero no finalizó ahí, todos los viernes después de clases era lo mismo y siempre delante de mis compañeros me retenía diciendo ‘’Estas castigado por… por… estas castigado’’  no importaba el lugar, la hora ni la circunstancia, era un lobo hambriento que me quería devorar a toda costa…

   Un día me invitó a su casa, era obvio para qué, pero me invitó y fui… Nos saludamos, me invitó a pasar y me llevó directamente a la cama… tardamos 10 segundos hasta volver a tener sexo… Me cabalgaba con toda rudeza, violencia, sadismo, me hacia su esclavo sexual personal… filmaba mientras cogiamos, hacia caras, gestos, todo era valido en un carnaval de carne estremeciéndose sobre la desecha cama matrimonial…

  Fue hacia la cocina y trajo manteca, me dijo ‘’ponéte en 4, abríme la piernitas, respirá hondo que papi te va a dar de comer un chorizo enorme y leche de hombre’’ me frotó el grasiento producto comestible en el ano y lo utilizo para lubricar y dilatar mi ano, que a ésta altura mas que rojo estaba morado…

  Con sus gruesas manos de gorila me abrió las nalgas de palmo a palmo y me entró como a la sidra en navidad, tratando embriagarse de placer, satisfaciendo sus necesidades más primitivas…

  Me sentía cautivo de esos encantos y esclavo de sus atributos, mientras me daba algo que me encantaba pensaba por dentro: »que bien que lo hace, que bien que me coge, que larga que la tiene, que duro que se siente, lo amo»

   Me cogió de todas las maneras posibles, despacio, fuerte, dejándola adentro, sacándola y volviendo con fuerza, sentado, acostado, perrito, ya había dejado más de 3 veces su marca personal en mi interior, era de su propiedad, según él.

 – Dale, gozá puto, gozá, dale ahhhh – era la frase que mas repetía, Estaba tan extasiado que no paraba de gemir, era prisionero de esa pija en mi culo. Todo iba bien hasta que, cuando estábamos en lo mejor de lo mejor, sentimos una presencia. Paró de cogerme y fue cuando vimos una sombra de algo por la ventana. Ni aun así se detuvo, es mas, cada vez me lo hacia mas fuerte, parecía una locomotora ansiosa por llegar a su destino, esperó el momento oportuno para tirarme todo su blanco salitre caliente…

   Luego de 4 horas de enérgicas y violentas penetraciones salvajes, con un suspiro largo, se deshizo de los últimos restos de testosterona blanca, se quitó el preservativo y se tiró, ya sin fuerzas, sobre la cama deshecha…

   Me recosté sobre su sudado y velludo pecho y con las mas inocentes y honestas palabras le dije: ‘’Te amo’’…

   Él solo emitió una carcajada burlesca y respondió: ‘’Amor?? Que es eso?? Solo los maricas creen en eso…’’

   En ese momento mis ojos se llenaron de lágrimas agrias, de dolor, agonía y desilusión. ‘’Pensé que te importaba, o que al menos sentías algo por mi’’ dije con palabras entrecortadas por el llanto…

 – Sé realista, nos echamos unas cogidas increíbles y me hiciste gozar como pocos, y me imagino que yo fui toda una bestia sexual, pero nunca tendría nada con un pendejito como vos…’’

   Levanté mis cosas, me vestí y bajo la lluvia emprendí mi regreso a casa, con la cabeza abajo y con total dolor en mi cuerpo, tanto en lo sexual como en lo moral. Le había dado algo más que mi cuerpo aquella tarde en el colegio después de gimnasia, cuando tuvimos nuestro primer encuentro, le dí mi virginidad…

   Cuando llegué a mi casa fui directo a mi cama a secarme mis lagrimas y a pensar en lo que había pasado, como un simple e inocente niño de 16 años se había entregado a un adulto pederasta con el único fin de enamorarse de quien no merecía ser amado…

   Hoy eso quedo atrás, con el paso del tiempo dejo pasar lo pasado y vivo la vida como debe ser, tengo amigos, una familia, pero a veces pensaba que distinta que es la vida cuando en vez de coger hacemos el amor…

   Y como toda historia, llega a su fin…

   Y me gustaría rescatar una frase que dice ‘’ Para odiar hay que querer, para destruir hay que hacer, y estoy orgulloso de quererte romper la cabeza contra la pared…’’

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