Soy Gustavo, soy un activo-pasivo de 23 años, y voy a contarles una historia que me pasó hace pocos días cerca de donde yo vivo, en la ciudad de Buenos Aires.

Habiendo arreglado por teléfono con anterioridad, fui al lugar. Era una gran obra en construcción. Siempre había tenido la fantasía de hacerlo en un lugar así, sucio, improvisado.

Golpeé la puerta y me abrió la persona con la que había hablado. Su nombre era Carlos, y era el guardia de seguridad del lugar. Se trataba de un hombre de contextura grande, fornido. Era un tipo alto, pelo negro, tez clara, que vestía su uniforme.

Nos dirigimos al interior de la obra y allí nos esperaba otro muchacho llamado Hernán, de unos 30 años, un poco más bajo que yo, y cuyo detalle que me gustó fue una colita lampiña muy linda.

Una vez adentro, nos metimos en la garita de Carlos. Los tres nos bajamos los pantalones en ese espacio pequeño y empezamos a jalar nuestras pijas, masturbándonos. Esto lo alternábamos chupándonos sendas porongas unos a otros, tocándonos y dándonos besos negros.

Luego decidimos pasar a la acción, por lo que subimos por una escalera al 1º piso. Entramos a una pieza estrecha, que tenía lugar sólo para una mesa larga y un asiento empotrado a la pared.

Allí Hernán y yo nos desnudamos, mientras que Carlos conservó su uniforme.

Carlos se sentó en el asiento, con los pantalones bajos. Yo lo masturbaba lentamente. En ese momento él se paró y me preguntó si yo quería que me culearan. Con la expresión llena de deseo le dije que sí.

Acto seguido, me puse sobre la mesa boca arriba, con las piernas levantadas y ofreciendo todo mi ojete. Carlos empezó con el trabajo de lubricación, llenándome de saliva el ano, metiendo uno, dos, tres dedos…

Yo ya estaba re caliente y pedía más, por lo que Carlos me acercó su poronga, que no era muy larga pero sí gruesa, a mi orificio, y comenzó a meter y sacar. Al comienzo me dolió un poco, pero rápidamente el dolor dio paso al placer, ya que a la vez yo le estaba chupando la pija a Hernán.

Para estar más cómodos, me bajé de la mesa, y me agaché ofreciéndole mi cola a Carlos al mismo tiempo que yo le seguía chupando la pija a Hernán.

Me sentía la más puta del mundo, siendo cogido por esos dos machos.

Carlos me bombeaba con rapidez, hasta que acabó, con el forro puesto, claro está, pero con la pija dentro de mi cola.

Yo a esa altura estaba re caliente. Me senté sobre al asiento y Hernán se sentó arriba mío, permitiendo que introduzca mi poronga de 15×5, una pija gorda, cabezona, dentro de su ojete. Empecé a bombear con celeridad, diciéndole que me encantaba su culito lampiño, hasta que acabé, totalmente extasiado.

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