Me llamo Rodrigo, pero los amigos me dicen Rulo. Siempre fui delgado, delicado, ágil, podría haber sido bailarín clásico pero preferí estudiar turismo, ir al gimnasio y convertirme en uno de esos cuerpos llenos de músculos, llenos de sexo.

Y lo conseguí, claro que si abro la boca, mi forma algo afeminada de hablar, me descubre, me revela, y les dice a todo el mundo que mas que un musculoso soy una musculoca. O sea un fisico-culturista gay , puto o joto o como me quieran llamar.

Me asumí desde chico en mi condición sexual y aunque quise siempre aparentar ser un musculoso, uno de tantos que desarrollan sus físicos en los gimnasios para imponerse en el mundo, nunca negué que me gustaran los hombres.

A mis 24 años nadie me había tomado en serio, pues si bien tengo una cara agradable, un cuerpo muy armónico y desarrollado, biceps de acero, abdominales de tabla de lavar, piernas bien marcadas y musculosas, espaldas y torax bien desarrollados, todos, todos pero todos todos, miran mi culo.

Es como si mi culo fuese el único punto de interés . Mi culo gordito, apretadito, musculoso y bien desarrollado, lampiño y paradito, es lo que llama la atención de los hombres (y de algunas mujeres). Un interés que siempre termina después del primer polvo.

Por eso no obstante mi belleza física, bien podría decir que mi vida hasta ese momento había sido superficial, sin trasendencia , que había tenido muchas camas, pero nunca un amor. Si no se rían , yo quería amar y ser amado no simplemente coger y ser cogido: soy una loca sentimental y romántica. Me gusta la carne en trozo pero también los mimos, las ternuras, la buena onda, y encima soy fiel.

Como consecuencia de la crisis por la pandemia, me despidieron de la compañía donde trabajaba, no me dolió porque además era el lugar más asqueroso para trabajar, todos los empleados eran o mujeres menopáusicas u hombres heterosexuales y conservadores. Ni una pija que valiera la pena. Encima pagaban una miseria.

Buscando un puesto de guía de turismo, lo único que conseguí fue un trabajo como administrativo en la terminal de una compañía de ómnibus de larga distancia.

El oso me dijo que era un puesto seguro, pagaban bien pero que yo sería el único adminsitrativo por lo que tendría trato diario con los choferes o conductores de los ómnibus. Tenía que cuidar mis modales, parecer bien machito porque si no , los tipos me harían la vida imposible con burlas.

Que era un gremio de machos y de machos muy homofóbicos, por lo que me advirtió que no»loqueara», que no diera confianza a nadie, que no intentara nada con ninguno, porque todo se iba a saber y mi vida estaría en peligro.

Una semana antes de empezar a trabajar en la compañía de ómnibus, me corté el pelo bien rapado, me hice las uñas , de modo que quedaran bien masculinas, me dejé una barba del estilo candado con bigotitos, me hice un tatuaje de una cadena en el brazo, me compré unos anteojos oscuros de sol modelo bien varonil , y unos zapatos de gruesa suela de goma en lugar de mis ojotas rosadas.

Pasé largas horas frente al espejo, tratando de que mis movimientos fueran bien varoniles, mas recios y rudos, corrigiendo mi postura, relajando el cuello y las muñecas, exhibiendo mis brazos musculosos y un tatuaje marino que me había hecho, limitando el movimiento de mis manos, labios y lengua, levantando los hombros, caminando como si me pesaran la pija y los huevos, evitando en lo posible mover las nalgas, rascándome las bolas como lo haría cualquier hombre ordinario y vulgar.

Por supuesto le dije adiós al rimmel y a la base satinada para rostro que usaba desde hacia varios años. Cambié mi colonia francesa de contrabando, comprada en cómodas cuotas mensuales a una pitonisa paraguaya, por una loción bien masculina, horrible pero varonil. Era como que estuviera hecha con fragancia de tésticulos, olor a patas sudadas y esencia amarga de axilas. Decían que excitaba a las mujeres……

Con el grabador practiqué colocar la voz lo más masculina posible, bajando el tono, evitando el exceso en la pronunciación de la letra s, enfatizando la seriedad en cada frase. Creo que me salió muy bien. Por horas practiqué el solfeo con voz de macho de barrio y me quedó una tonalidad de barítono de verdulería . Me senti re macho, si, no se rían.

La loca la llevaba adentro y quería salir a cada rato. Eliminé las risitas, las miradas sugestivas, los coqueteos, las expresiones mariconas. En una palabra me hice una coraza varonil con el fin de ser aceptado y conservar mi trabajo y mi integridad física..

Durante los primeros días de trabajo, mi estrategia sirvió y pasé desapercibido o mejor dicho sentía las miradas de los choferes, la mayoría de edad mediana con algunas excepciones, que me veían como a un bicho raro. Se que algunos admirarían mis músculos, otros secretamente gustarían de mi , y hasta alguno me tendría rabia, por mi aspecto , pero eso no se notó en ese primer tiempo. Todo fue muy cordial.

A veces me gustaba alguno de los conductores, alguno menos oridinario o brutal que la mayoría, alguno que todavía conservara su silueta, que no hablara de fútbol o de mujeres todo el día. Alguién que no estuviere pendiente de los horarios y las vueltas y los minutos y el trabajo. Pero sentía terror porque se notara, que alguien pudiera ver mi mirada en el bulto del tipo, o recorriendo su culo. O admirando aquella masculinidad a toda prueba , de grasa y gas oil.

Hasta que lo conocí a Rubén. Y mi coraza tan bien construída comenzó a tambalear. Era un chofer que había estado de licencia por una operación de hernia con estrangulación. Regresó, me decían, mas delgado, medio pálido y caminado con cierta dificultad. Lo vi y me enamoré. No era que tuviera un físico de gimnasio ni cara de modelo de medios gráficos.

El es tímido, tranquilo, de buen carácter, humilde, sus ojos son celeste claritos, su cara una escultura de mármol de infinita perfección , su cuerpo alto y delgado: el dibujo de un artista enamorado de su modelo. No lo podía creer. Aquel individuo era una tentación diabólica.

Me imaginé de rodillas chupándole la pija en público. Una noche soñé que cogíamos en la playa de estacionamiento de la terminal de ómnibus a la vista de todos. Un aplauso para el puto gritaba uno. Puto. Que viva el puto decia otro a viva voz.

La realidad era distinta., yo decidí que debía abstenerme de estar a solas con el. Evitar sus miradas. Tratarlo con frialdad. Debía ser antipático y hasta desagradable con el, si quería conservar mi trabajo y mi integridad física.

Mi plan resultó los primeros días, no lo miraba cuando el me miraba, no le contestaba casi a cualquier pregunta que me hiciera. No aceptaba los caramelos que me convidaba. Fingía hablar por teléfono cuando el por cualquier razón se quedaba a solas conmigo en la oficina.

Pero el chico (23 años) me calentaba horrores. Su cuerpo me provocaba permanentes erecciones, la forma en que caminaba, la belleza de su cuerpo, sus vellos entrevistos por la camisa abierta, hasta su olor, me volvían loco, me hacían cosquillas en el estómago, temblores en el pecho, aceleraban mi ritmo cardíaco.

Ante mi antipatía él reaccionaba con más dulzura. Hubiera querido pegarle para que no fuera tan amistoso conmigo. Me dejaba masitas sobre el escritorio, caramelos, pequeños chocolates.

Me sonreía con esa sonrisa de la gente que es ingenua y sin dobles intenciones. Y yo nada…… Un día me preguntó si tenía novia y le dije que si y a la mañana siguiente me puse un anillo de compromiso de fantasía que tenía guardado , para probar que mi mentira no era mentira.

Una tarde me regaló una manzana , e hizo un gesto tremendamente infantil pero que a mi me puso de fuego: la frotó en su pantalón para darle brillo. Cuando volvía de un viaje, se quedaba a conversar y tomabamos café y mate cocido y no pude evitar hablarle o mirarlo a los ojos o soñar con un beso, pero sabía que eso me estaba prohibido.

Cuando lo miraba a los ojos, mi corazón se salía del cuerpo y mi culo se hacía un helado de crema y mi pija se alzaba rebelde y me daban ganas de decirle que lo amaba. ¿ Pero qué sabía yo de amor? Si era apenas una musculoca, que había construído un cuerpo artificial para que me amaran y solo conseguía que me llevaran a la cama y , eso, una sola vez.

Un dia me preguntó si tenía familia y le dije que no, que estaba solo en el mundo lo que era cierto y me dijo que me iba a llevar a su casa donde los domingos eran un batallón entre hijos sobrinos nietos hemanas hermanos cuñados padres. Y aunque al principio me negué , me llevó a su casa y me presentó como el control de la línea y como un buen pibe.

Nos hicimos amigos sin querer, por el milagro de su corazón enorme y sin rencores, por la pureza de su alma simple. Nunca sospechó de que yo era una impostura. Un marica disfrazado de musculoso. Eso era mi secreto.

Pero subido a su motocicleta y pegado a su cuerpo tibio y masculino, yo desafiaba por primera vez a mi destino , y me aferraba a su cintura para no caerme, para no volcar en el abismo de los que no tienen ni amor ni suerte .

Un día me besó en la mejilla al regresar de un viaje y ese beso me quedó húmedo y caliente fijado como un affiche a mi cara por horas. Otra noche me llamó por teléfono para decirme que había peleado con su novia y que estaba triste y que no tenía a quien contarle lo que sentía.

Quiso venir a mi casa y luego de decidir yo que no tomaría ventaja de su vulnerabilidad, lo recibi, lo escuché y cuando terminó de llorar lo acosté en mi cama donde se quedó dormido.

Cada vez que me veía me apretaba los biceps, fingía golpear mis abdominales y alababa mi estado físico. Y yo disimulaba indiferencia, como quitándole importancia. Sabía que lo hería pues el se había hecho cada vez mas dependiente de mi , pero no tenía mas remedio. Por las noches me pajeaba tristemente llorando por ese primer amor imposible.

Una noche fingí estar borracho, y el lo creyó pues me dijo que así no podía volver solo a mi casa , y me llevó en taxi hasta mi departamento y me dejó caer sobre mi cama. Me sacó la ropa, y yo fingí quedarme dormido, mientras con sus manos el recorría mis biceps , mis abdominales, mis piernas, mis hombros.

Eran caricias de adoración a una estatua de mármol que era de carne en realidad y que casi se pone erecta de la excitación. Cuando se iba a ir, me dio un beso en la frente y otro en la mejilla, y en mi aparente sopor olí su aliento y su piel y dejé que mi cabeza se desviara hasta sentir sus labios en mi boca, sus labios dulces y suaves de muchacho bueno.

Y el beso lo sobresaltó como quien sabe que ha cometido un grave error, pero no dejé que se alejara lo abracé como quien se aferra a un tronco que flota por el rio caudaloso para salvar su vida y busqué su boca, su lengua, su cara y sellé con un beso aquel amor que no podía evitar aunque me costara lo poco que tenía.

Nos besamos con una ternura desusada en mi, no era el beso de los tipos que buscaban cogerme, era el beso de alguien que me quería.

Se desnudó y me desnudó y en su piel mate y luminosa a la vez, presentí el sexo y la locura y lo abracé y me abrazó y me preguntó que iríamos a hacer , y le dije enfrentar al mundo y el me dijo que si pero que iríamos a hacer en la cama, en pelotas y con la pija parada y el corazón a mil y unas ganas locas de coger y hacer el amor .

No le contesté con palabras que estaban demás, besé su lengua, su pecho, lami y mordí sus tetillas, besé su ombligo y me tragué de una su pija hermosa, la pija de mi angel, la pija de mi bebé, la pija de Rubén y el acabó al rato en mi garganta como una catarata de leche y miel que tragué como si fuera un manjar y el buscó mi pija gorda y dura encerrada entre mis piernas musculosas y fuertes y la besó y la chupó y la mamó hasta hacerme gritar de deseo y alegría.

Acabé al rato sobre su cara , sobre su pelo, sobre sus brazos, sobre su pecho.

Nos fuimos a bañar y bajo la ducha me dijo que me quería y que me venía queriendo desde el primer día que me vió y que le parecía imposible que yo fuera gay y que también lo quisiera a él y otras cosas mas y yo le dije si quería que se lo probase, que le probara lo gay que era y lo mucho que lo amaba y el me dijo que no hacía falta, pues su pija ya estaba dentro de mi orto, y me estaba bombeando despacito despacio como quien celebra con mucha calma la mejor de las victorias..

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