🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

Hola amigos, de tanto leer relatos en Relaróticos me animé y les voy a contar una de las experiencias más excitantes de mi vida.

Les cuento un poco de mi , tengo 29 años, soy de Santiago de Chile y mis condiciones físicas son las de un joven normal. Mido 1,72 de estatura, 72 kilos, piel blanca y nada mal parecido, bueno, eso me dicen.

Esto que les contare me ocurrió el año pasado, la noche previa a la noche buena. Recuerdo que ese día era de mucho movimiento por asunto de regalos y todo lo que lleva celebrar la navidad.

Yo me encontraba en mi apartamento arreglando detalles (hace algún tiempo que vivo solo) cuando suena mi celular; era mi padre que venía a dejar algunas cosas para la cena del día siguiente puesto que ellos pasarían la navidad conmigo (padres y hermana).

Tengo que aclararles que ya hace un par de años que me di cuenta de mi preferencia sexual, es decir, soy gay pero mi familia lo ignora.

Mi padre llego hasta el apartamento y me saludó de lo más normal, con un beso y para luego preguntarme en que puede ayudar. Yo le sugerí que abriera una botella de ron para que podamos celebrar ahora que no estaba mamá y no lo reprima; los dos reímos.

Sin pensarlo fue a sacar un par de copas y destapar la famosa botella de ron. Charlamos por un par de horas y la botella cada vez bajaba más. Yo a esas alturas ya no hacía nada, solo estaba sentado en el sofá y charlando con papá el cual preguntaba si había más. Fue cuando saqué la reserva que tenia para casos de emergencias.

Luego de un rato me percate que mi padre ya no reaccionaba normal, le dije que mejor sería que se quedara a dormir aquí ya que conducir así era muy peligroso. Luego de convencerlo llamé a mi hermana y le conté lo sucedido para que no se preocupara.

He de confesar que con tanto licor en el cuerpo yo ya me encontraba listo para salir a buscar algo en quien descargar mi calentura, solo era cosa de dejar a mi padre dormido y prepararme para esa noche que me llamaba a disfrutarla.

Lleve a mi papá al dormitorio mientras que él por su parte solo me decía que me quería mucho y que era un buen hijo.

«Sí papá, sí papá, pero ahora yo tengo que salir y tú te quedaras acá hasta que se te pase la borrachera».

Luego de unos cuantos alegatos optó por hacerme caso y se propuso a quitar de su ropa pero de tan borracho que estaba no logró ni desabotonar un solo botón de su camisa.

— Papá yo te ayudo.

Logré sacarle la camisa y la verdad era la primera vez que veía a mi padre con otros ojos. Ese pecho blanquísimo con pelitos que eran los justos y necesarios para un macho como él.

Luego venía el pantalón; logré sacarle el cinturón, bajar el cierre y de dos tirones el pantalón ya no existía. Desde ese momento decidí que mi padre esa noche sería mío.

Ahora mi pregunta era ¿cómo lograría eso?

Logré acostarlo cómodamente en la cama y me quedé sentado a su lado. Pacientemente esperé ahí hasta que se durmiera; ya era tarde para dar pie atrás.

Me quité la ropa, me recosté a su lado y lo abracé de tal forma que pareciera un abrazo entre padre e hijo, pero al darme cuenta que no reaccionaba mi mano se fue directo a su pene, mientras besaba uno de sus pechos lo masturbaba.

A los pocos segundos ese pene que estaba totalmente flácido empezó a cobrar vida. Yo no podía creer, era el cuerpo de mi padre el que estaba junto al mío.

Tiré toda la ropa de la cama, bajé su bóxer y no podía dar crédito a lo que tenía frente de mis ojos: el pene más perfecto que había visto en mi vida (con razón mamá se veía siempre feliz).

Pasando un par de minutos no lo pensé mas y llevé a cabo todos mis deseos pues comencé a mamar tan perfecto pene hasta lograr que estuviera lo más duro posible. Reconozco que igual al principio costó, tal vez por el estado de ebriedad mi padre o por su edad, pero después de una buena mamada todo tiene que subir.

Mi padre por su parte de vez en cuando solo se retorcía por el placer que le daba su hijo regalón. Yo por mi parte tenía claro que nunca lo haría acabar, era una faena imposible.

Resignado, no me quedó otra que masturbarme hasta lograr sacar la calentura de mi cuerpo pero esta masturbación no sería así de simple. Puse un poco de aceite en el pene de mi padre y sin dudarlo me senté en él.

La entrada fue difícil, ni siquiera tenía miedo a que se despertara, aunque sabía que eso era muy difícil de que ocurriera, así que guiando con una mano su pene hacia mi hoyuelo mientras que con la otra comenzaba a tocar mi pene, dándole la espalda, poco a poco fui sentándome en su pelvis, en un movimiento que poco a poco fue tomando velocidad y que me arrancó muchos gemidos en silencio que aún hoy recuerdo.

No sé cuánto tiempo lo cabalgue pero para mí, hasta el día de hoy, fue la mejor cogida de mi vida, y cada vez que me pajeo lo hago pensando que estoy sentado en el pene de mi padre.

EL NUNCA SUPO NADA… espero.

¡Comenta! (No es necesario registrarse, solo escribe el comentario y da ENVIAR)