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El corazón me late a mil por hora, casi no puedo respirar…sus bóxer en mi boca ahogan mis gemidos, me vetan el aire, pero sobre todo me excitan… la cabeza me da vueltas y siento que mis músculos se agarrotan, me siento morir… la petite morte… por primera vez estoy completamente de acuerdo con los franceses… me corro sobre el suelo sin tocar mi verga, también por primera vez

Nada hacia presagiar que la mañana podía terminar con el mejor polvo de mi vida.

Llevamos 3 horas estudiando en la biblioteca, son las 11.00 horas. Estoy saturado de leer unos apuntes en los que no consigo concentrarme. A mi lado, mi novio está concentrado en sus cálculos matemáticos, siempre tan responsable. Recorro la sala de la biblioteca con la mirada. Está llena, los exámenes son en poco más de 15 días.

Le echo el ojo a un chavo de unos 23 años. Es guapo. Al lado su novia no deja de darle besos; zorra. Sí, soy un poco envidioso.

Como casi siempre que me aburro, mi mente comienza a llenarse de pensamientos calientes. Miro a mi novio. También es muy guapo, alto, con buen cuerpo. Aún recuerdo aquellas primeras cogidas salvajes…mi verga también empieza a recordar. Me imagino poniéndome de rodillas y sacándole la verga allí mismo. Le lamería la cabecita, le comería los huevos, me la metería hasta la campanilla… él me pondría sobre la mesa y empezaría a romperme el culo, la gente se pondría en círculo, me llamarían puta, zorra…

— Quieres ponerte a estudiar y dejar de pensar en pendejadas? — la voz de mi novio me saca de mi fantasía. Pero ya es demasiado tarde, estoy caliente como una perra en celo, quizás.

— Cariño — le susurro al oído — estoy un poco cachondo… ¿y si vamos al baño un rato?
— ¡Déjate de tonterías y estudia!

Ok. Lección de cómo cortar la calentura en una frase. Pero mi verga no parece haberle escuchado y sigue como una piedra. Resignado vuelvo a estudiar el ganado. Al menos me alegraré la vista con algún tipo.

Poso mis pupilas sobre un buen espécimen. Rubio, fibrado, con chándal (como me pone un buen culo en pantalón de chándal. Me mira pero no aparto la vista, con la tranquilidad del que ve el juego desde la barrera. No me sostiene la mirada pero no por vergüenza sino más bien por falta de interés.

Dos asientos a la izquierda hay otro muchacho que no está mal. Pero no puedo mirarlo durante mucho rato. Otro ha llamado mi atención, de hecho tiene en su poder todos mis sentidos. Acaba de entrar en la sala. Alto, moreno, rapado y musculoso, malote, exactamente como me estoy poniendo yo.

Lleva unos pantalones marcando (dios…todo eso no puede ser suyo) y un jersey que se quita nada más sentarse a un par de mesas de mi. Creí que no podía ser mejor, pero verlo con la camiseta de lycra marcando pectorales y bíceps y dejando asomar algo de vello por el cuello me saca de mi ingenuo error.

Podría decir que le miro desafiante, pero sería más honesto decir que no puedo dejar de admirarle. No sé cuánto tiempo estoy deleitándome con sus movimientos, pero finalmente soy cazado y me devuelve la mirada. Tiene unos ojos marrones preciosos, y no soy capaz de dejar de mirarle aunque me siento atrapado y estúpidamente pillado en falta como un niño.

Se sonríe y vuelve la vista a sus libros. Cuando deja de mirarme me siento un poco ridículo. Intento concentrarme en mis apuntes sin mucho éxito. A mi lado mi novio sigue estudiando sin haberse percatado de nada. Lucho por no volver a levantar la vista pero no aguanto más que unos pocos minutos.

Y para mi sorpresa el sigue esta mirándome. Se me acelera el pulso…¿me está sonriendo o estoy delirando? No, sonríe, pero no es una sonrisa amigable, es una sonrisa de superioridad, de victoria. La sangre me empieza a hervir…necesito ser de este cabrón…

Se levanta. ¿Me abandona? Sigue mirándome fijamente. Hace un leve gesto con la cabeza. ¿Quiere que le siga? Sale de la sala dejándome tan alterado que casi me cuesta respirar. Miro a mi chico. No, no puedo hacerlo. No puedo. Pero me levanto y salgo de la sala.

— Voy un segundo al baño y a tomar un poco el aire — le miento. Perdóname.

Salgo de la sala intentando disimular mi erección y sin saber muy bien a dónde dirigirme. Por instinto me dirijo al baño. Él está en la puerta y sigue teniendo esa sonrisa… me tiemblan las rodillas.

— Entra al baño de minusválidos — ordena con una voz firme —aquí no nos molestaran.

Cierra la puerta detrás de mí echando el seguro. El baño es muy amplio como la mayoría de los de su clase. No sé muy bien qué decirle, pero no me da la oportunidad de pensarlo mucho rato.

— Ponte de rodillas, maricón.

En otro momento hubiera pensado que este tipo es un pendejo. Pero ya no tenía suficiente sangre en la cabeza para pensar.

Le obedezco mientras él se desabrocha el cinturón. Le acaricio sus fuertes muslos por encima de la tela de mezclilla, pero me aparta las manos.

— No te he dado permiso para tocarme zorra. Las manos a la espalda.

Tiene razón, ya soy su zorra. Con la respiración entrecortada le miro mientras se desabrocha los botones del pantalón. Lleva unos bóxer ajustados. Negros, creo, mi vista no capta el color, solo en increíble tamaño de lo que guardan en su interior.

Sin mediar palabra me toma del pelo y me aprieta la cara contra su paquete. Huele a sudor y a sexo. Recorro con la lengua todo el bulto humedeciendo la tela.

— Saca la lengua.

Se baja los bóxer y me deja ver una verga de más de 20 cm. que me hace babear. Con la lengua fuera comienza a darme golpes con su miembro en la lengua y en la cara sin soltarme del pelo. Me coloca sus duras pelotas en la boca y las lamo con avidez.

Estoy fuera de mí pero él no pierde esa sonrisa que me turba tantísimo. Y por fin llega el momento. Me la mete hasta las pelotas. Su cabeza choca contra mi campanilla provocándome arcadas, pero él no tiene la más mínima intención de parar. No quiere que se la chupe, quiere cogerme la boca como una zorra, como su zorra.

La saliva me cae por las comisuras de los labios mientras su enorme miembro viola mi boca.

— Así perra. Ahgg. Cométela entera. ¿Te gusta zorra?

Le hubiera contestado. Pero es de mala educación hablar con la boca llena.

Cuando se cansa de destrozarme la boca me hace ponerme a 4 patas. Tengo unos segundos de pánico. ¿Ese pedazo de carne sin lubricante? Pero a él eso le importa una mierda. Se coloca detrás de mí, me baja los pantalones y sin dejarme respiro empieza a meterme el capullo. Solté un pequeño de dolor.

«!Pshh! No hagas ruido cabrón que nos van a pillar.

Pese a su advertencia no dejo de hacer fuerza para meterme la polla. A los pocos segundos tenía su pollon metido hasta el fondo mientras tengo q morderme los labios para no gritar. Después de unos segundos de acomodamiento comienza a moverse dentro de mí mientras me agarra fuerte de las caderas. Intento como puedo soportar el dolor porque sé que lo bueno viene después. Pasados unos minutos empiezo a acostumbrarme a sus embestidas que adereza con azotes en mis nalgas. Mis gemidos van ganando intensidad a la vez que su follada se hace más salvaje. Me mete y me saca la polla casi entera. No puedo evitar empezar a gemir. Estoy fuera de mí.

«Eres una puta muy escandalosa joder»- me increpa con enfado mientras noto que sale de mi culo por completo. Rezo por qué no se le haya cortado el rollo. Se pone de pie y se quita del todo los pantalones y el bóxer.

«Ahora vas a ser más discreto perra» – me dice sonriendo.

Me mete su bóxer en la boca. No me lo puedo creer. Saben a preseminal y huelen a sudor. Inmediatamente me vuelve a meter la polla y me folla el culo más fuerte que antes si cabe. El placer es indescriptible. Solo quiero estar allí siempre y ser su puta. Si. Oh dios!

De pronto un golpe en la puerta hace que se me hiele la sangre.

«niño, ¿estas aquí? ¿Estas bien?- Inquiere la voz de mi novio con preocupación.

Me quiero morir. Me saco los calzoncillos de la boca. Pero ¿Qué hace este hijo de puta? No para sus envestidas. Sabe que mi novio está en la puerta y no piensa dejar de follarme el culo. Le miro y me embiste cruelmente mientras esa sonrisa no abandona su cara.

«Si» respondo intentando modular la voz. «Solo estoy un poco mal del estomagooo» un escalofrío me recorre la espalda mientras me pellizca los pezones por encima de la camiseta «vete para el bar y veme pidiendo una manzanilla, por favorrr (por lo que más quieras vete, pienso)

«Ok. Pero no tardes»

Bajo la cabeza e intento no gemir mientras el cabrón sigue enculando sin inmutarse. Pasados unos segundos, dejo salir mi angustia con un gemido de placer. Intento reponerme un poco para dejarle claro a este tío q conmigo no se juega así. Pero el ya ha cogido los bóxer del suelo y me los mete de nuevo en la boca.

«Así me gustas mas perra»

El corazón me late a mil por hora, casi no puedo respirar…sus bóxer en mi boca ahogan mis gemidos, me vetan el aire, pero sobre todo me excitan…la cabeza me da vueltas y siento que mis músculos se agarrotan, me siento morir…la petite morte…por primera vez estoy completamente de acuerdo con los franceses… me corro sobre el suelo sin tocar mi polla… también por primera vez

A los pocos segundos noto como por primera vez empieza a gemir y sus muslos se tensan. Sus embestidas se hacen más rápidas y su espalda se curva. Con un pequeño grito comienza a descargar en mi dolorido culo.

Tras unos segundos de pausa saca su pollon dejándome chorreando leche. Relajo mis músculos y me quito los calzoncillos de la boca, pensando que ha sido el mejor polvo de mi vida cuando de pronto me mete los dedos por el culo. Recoge el semen y me los mete en la boca para que los lama.

Se pone los pantalones y abre la puerta un poco.

«Los bóxer te los regalo de recuerdo perra»

«Gracias» respondo, pero el ya ha salido cerrando la puerta tras su paso. Me doy cuenta que es la única palabra que le he dirigido. Cojo los bóxer y los empapo de mi semen y el suyo que ha salido de mi culo y se han juntado en el suelo.

Me los llevo a la boca mientras recupero el aliento.

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