relato-gay-ligue

Me encontraba en la estación del metro en Guadalajara cuando observé a un joven que se paseaba ante mí con las manos en el bolsillo de su abrigo, abrigo que, disimuladamente, se abría al pasar ante mí, y me dejaba ver su entrepierna y su muslo. Bajo del abrigo llevaba un pantalón súper-ceñido donde se marcaba una verga que prometía mucho, por el movimiento de sus manos cuando se daba la vuelta y se cerraba el abrigo, creo que se la acariciaba, para que se le pusiese cada vez más grande, pues a cada vuelta que daba el bulto era mayor.

Estuvo en esta actitud como unos dos o tres minutos, los que tardo en llegar el metro. Este venía a tope, por lo que me dirigí al fondo del vagón y me coloqué agarrado al pasamanos, dejando entre la pared del fondo y yo un pequeño hueco, hueco que, según había supuesto, vino a ocupar el chico del abrigo.

Según fue agarrando velocidad el metro en busca de otra estación, noté como una mano me acariciaba suavemente las nalgas, primero eran caricias sobre las mismas, luego comenzó a oprimir con sus dedos donde justamente se encuentra el ojete; yo seguía sin moverme y dejándole hacer sus cosas. Fue entonces cuando su muslo se acercó al mío y pude notar el calor de su verga a través del pantalón. 

Luego de avanzar, llegamos a una estación y el chico no se movió, se quedó quieto atrás de mí frotando suavemente su muslo con el mío y haciéndome sentir su verga dura. Como estábamos en el fondo del vagón y en la esquina, no había forma que nadie se diera cuenta de que me estaba frotando el muslo contra el mío, nada más ponerse en marcha el metro su mano volvió a las caricias a mis nalgas, mientras presionaba su muslo con más vigor contra el mío. 

La posición me permitía a la perfección el poder sentir el calor y el tamaño de esa verga que me estaba calentando el muslo y a su vez mi verga se estaba poniendo a cien. Llegando a la siguiente estación me susurró al oído: “ésta es mi estación, ¿Se baja, señor?”

Yo no me pude resistir, aunque no era la estación a la que me dirigía, estaba tan caliente que sólo deseaba seguir con el juego del joven. Salí del vagón y el chico detrás de mí.

Al subir las escaleras de la estación me preguntó si me había gustado lo que me había estado haciendo en el metro, le contesté afirmativamente, “vivo cerca” me dijo, “¿te apetece tomar una copa en mi apartamento?”. Acepté al invitación y nos dirigimos a su depa.

Entramos en un edificio bastante lujoso y con varios ascensores, las primeras plantas eran de oficinas, el resto apartamentos de lujo, por lo que pude observar. Era bastante acorde el sitio con la vestimenta del joven.

Llegamos al piso 10 y entramos en un apartamento muy bien amueblado, lujoso y bastante grande. “¿Qué te apetece tomar? ¿Güisqui, vodka, un cuba?“ Me preguntó mientras se quitaba el abrigo.

— Un cuba, por favor.

— En un momento, ponte cómodo, deja el abrigo en el perchero.

Le seguí y me llevó a un amplio salón. Mientras servía las copas puso en funcionamiento la televisión.

— ¿Te apetece ver un video? 

Me acercó la copa y se sentó a mi lado. El video era porno y al momento comenzaron a pasar ante mi un montón de vatos con unas vergas enormes; los había de todas las razas, unas hermosas vergas y no menos hermosos modelos.

Mientras se acariciaba el pene por sobre del pantalón me preguntó si me gustaban.

— Si, es una de las cosas que me gustan, los chicos y sus vergas.

— ¿Crees que te gustará la mía? Me dijo mientras con la mano se la tomaba por sobre del pantalón.

— Se ve muy prometedora.

Tras tomar un largo trago del vaso, se puso en pie y comenzó a desnudarse, primero la camisa, luego me dio la espalda y comenzó a quitarse el pantalón, llevaba un pequeño tanga que se le metía entre las nalgas, tenía un muy buen culo, un culo de gimnasio, con unas nalgas blancas y lampiñas que me estaba poniendo durísima la verga.

Al terminar de quitarse el pantalón se dio la vuelta y quedó ante mí con una pequeño tanga, el cual no podía contener la gran verga que se salía por la parte alta, la cabeza del tremendo pene le pasaba del ombligo. 

Se acercó y tomando mi mano me la llevó a que le acariciara los huevos y la verga; me arrodillé ante él y comencé a acariciarle aquél tremendo aparato, mientras le pasaba la lengua por la cabeza, le acariciaba los huevos, las nalgas. A mis 40 años, sentir aquella piel joven me estaba matando. 

— Quiero que me la chupes toda. Métetela en la boca — me dijo bajándose el tanga.

Abrí la boca y pude saborear aquel enorme trozo de carne, ahora estaba en toda su extensión y no debía medir menos de 23 o 25 cm. un trozo de verga enorme, muy dura y bastante caliente. Se la estuve chupando un buen rato mientras como podía me iba desnudando. 

Tras quitarme la camisa me puse en pie, para quitarme el pantalón momento que aprovecho el chico para bajarse ante mí y ayudarme a desnudar, nada más sacar mi pantalón se enamoró a mi vergaverga y comenzó a chupármela.

Se la tragaba toda, me apretaba los huevos, las nalgas, comenzó un mete y saca con la boca que a punto estuvo de hacerme venir, le tuve que pedir que parase, pues me estaba poniendo a punto de venirme, se la sacó de la boca y comenzó a chuparme los huevos, se los metía en la boca, los apretaba, volvía a la verga, me lengüeteaba el tronco. 

Se levantó besándome por todo el cuerpo, desde el ombligo, las tetillas, mientras frotaba su cuerpo con el mío, la verdad es que sabía lo que hacía, me acariciaba por todos lados, al tiempo que me besaba y frotaba su cuerpo con el mío.

—Vamos a ducharnos dijo, mientras me arrastraba tras él.

Me llevó a un baño con una bañera enorme, abrió el agua de la ducha y nos metimos bajo el chorro, mientras seguíamos besándonos y acariciándonos mutuamente. 

Tomó bote de jabón y comenzó a echar por sobre de nuestros cuerpos, lo que hacía que con las caricias y las frotaciones enseguida estuviésemos cubiertos de espuma. 

Sus manos se dedicaron a mis nalgas, me las acariciaba, frotaba, apretaba, mientras sus dedos buscaban el ojete, al momento y con la ayuda del jabón me fue metiendo los dedos, primero uno, luego dos, hasta tres dedos me metió, buscando dilatar el ano y prepararlo para sentir su enorme verga. 

Yo no dejaba de acariciar ni un momento aquel tremendo tronco de carne que me tenía fascinado, no podía apartar las manos de él, estaba deseando tenerle dentro. Cuando me tuvo el culo bien dilatado y bien abierto, me dio la vuelta y poniéndose tras de mí, me apretó en el cuello para que me agachase sobre el borde de la bañera, quedando en posición de cuatro patas con el culo abierto y a disposición de aquel enorme trozo de verga. 

Se puso un condón, cogió un bote de vaselina lubricante que había en un lado de la bañera y tras untarse un poco sobre el condón, me puso también en el ojete para facilitar la penetración.

Sentí la cabeza de su verga en mi ojete y abrí el culo todo lo que pude, comenzó a empujar y consiguió meter el capullo, noté un poco de dolor, pues me estaba abriendo bastante.

— Relájate, que te va a gustar.

— Ya me gusta.

Luego comenzó a empujar lentamente, con un mete y saca muy suave, lo cual ayudaba a que me dilatase mejor y a no sentir dolor, pues me estaba abriendo en canal. 

Sentía como aquel trozo de carne dura y caliente se abría paso en mi interior, parecía que me partía en dos, cuando la tuvo casi toda dentro la saco y tras ponerle otro poco de vaselina, volvió a meterla, primero suavemente, para que el lubricante se extendiera por todo mi interior, cuando sentí como su pubis se pegaba a mis nalgas, di un suspiro, pues, ya pensaba que no iba a terminar de entrar, lo sentía tan dentro que pensaba que aquello no tenía fin. 

Tras meterla toda comenzó a moverse, paso una mano bajo mi vientre y me apretaba contra su verga, así conseguía que cuando me llegaba a tope la sintiese con más intensidad, me estuvo bombeando un rato, a la vez que yo también culeaba buscando mayor placer y sentir cada vez con más intensidad su verga dentro de mí. 

Llegó el momento de venirse y comenzó a gemir cada vez más fuerte; sus movimientos eran más rápidos y más fuertes cada vez y notaba como me presionaba con más fuerza, no tardé mucho en sentir como se vaciaba en mi interior, podía sentir sus espasmos y como se derramaba en mi interior, a cada empujón un chorro de leche, mientras yo empujaba hacía detrás, pues la quería sentir bien adentro, quería que me llenase por completo.

Él se vino de forma brutal, tanto por sus movimientos, como por los míos que no quería dejar escapar nada, quería sentirle a cada chorro de leche, más y más dentro de mi. Tras terminar de echar su leche me cogió con sus manos por el pecho y me levantó contra él sin sacar la verga de mi culo comenzó a besarme el cuello mientras me acariciaba la verga, podía sentir la dureza de su verga dentro de mí, no se le aflojaba, me estuvo bombeando un poco más, mientras me acariciaba el pene, lenta, muy lentamente, para evitar que me corriese, pues, quería que lo hiciese dentro de su culo.

— ¿Te ha gustado?
— Sí, me has follado divinamente, he disfrutado mucho.

— Ahora me follarás tú a mí, quiero sentir tu verga tan dentro de mí, como tú has sentido la mía.

Abrió el agua de la ducha nuevamente y tras ducharnos me llevo a una habitación que tenía en una cama enorme, pasándome un condón y el bote de vaselina, se puso de rodillas en el borde de la cama dejando su culo a mi disposición. La imagen era divina, un par de nalgas lampiñas, jóvenes y blancas que estaban todas para mi.

Me puse el condón, lo unté con vaselina y tras ponerle una poco en el ojete comencé la penetración.

Mientras él se abría las nalgas yo empujaba para meter mi verga en su culo, tras pasar la cabeza el resto fue más fácil, ayudado con el lubricante entraba y salía de su interior, mientras él movía el culo y se apretaba contra mí, la quería sentir, me pedía que le diese fuerte, quería sentirse penetrado con fuerza, sentir como le partía el culo. Estaba tan caliente que no pude aguantar mucho, al momento comencé a darle con toda la fuerza que podía, pues, sentía que me iba a correr sin remedio.

— Dame fuerte, dame tu leche, vente dentro de mí, lléname todo.

Eran sus palabras, mientras me había cogidos los huevos y la base de la verga y me los acariciaba, para acentuar mi corrida. Comencé a darle chorros de leche, uno, dos, tres, cuatro, ….., fue una corrida deliciosa, inmensa diría yo.

Me estuve corriendo no sé cuanto tiempo, hasta que al final el se tendió sobre de la cama y yo me quedé sobre de él con mi verga en su interior.

-Que buena cogida, hacía tiempo que no lo pasaba tan bien.

-Lo mismo siento yo. Pocas veces había disfrutado tanto.

Nos duchamos de nuevo y, tras tomar otro cuba, terminamos en la cama haciendo un 69, nos chupamos la verga, los huevos, el culo, rodábamos en la cama, uno sobre del otro, acariciábamos, besábamos, mordíamos todo lo que se ponía a nuestro alcance. Al final decidí que tenía que sentir de nuevo ese trozo de verga ardiente dentro de mí y se lo dije.

Se puso sobre mí, levantó mis piernas sobre de sus brazos y tras ponerse un condón y darme un poco de vaselina comenzó a penetrarme. 

Pude sentir como me abría, como iba penetrando en mi interior, despacio, pero con mucha firmeza, penetraba dentro de mí, sentía como sé aquél tremendo ariete me abría, me partía en dos, cada vez más adentro y cada vez más fuerte, cuando la tuvo toda dentro me pidió que me moviese al compás que él marcaba, que empujase, para recibirla más y mejor, yo seguía sus indicaciones mientras disfrutaba a más no poder. 

Sentir como me penetraba, como su enorme verga entraba y salía de mi interior, algo que me producía una sensación de gusto tremenda. Me estuvo cogiendo un buen rato, mientras me la jalaba, cuando comenzó a acelerar los movimientos de su mano, sentí que estaba a punto de venirse y mientras me llenaba el interior de leche yo le palpaba las manos, el pecho y creo que algún que otro chorro le llego a su cara, pues, sin aguantar más me fui en una corrida bestial. 

Tras venirme se tendió sobre de mí y estuvimos un rato disfrutando del momento, en dentro de mi y yo, aún con el palo tieso presionando su vientre.

Tras la tercera ducha, tomé la última copa y me marché de aquél apartamento donde tanto había disfrutado, quedamos en vernos en otra ocasión. Me dejó su teléfono para que le llamase, seguro que lo haré, pero por ahora, no sé cuando.

TÚ TAMBIÉN PUEDES PUBLICAR TU RELATO

Escríbenos a redaccion@relaroticos.com  o da clic aquí y llena nuestro formulario. Puede ser anónimo o con tus propios datos para que más personas te contacten.

¡Comenta! (No es necesario registrarse, solo escribe el comentario y da ENVIAR)