Un relato exclusivo de Relaróticos.com
Hola, soy Ángel y tengo 26 años. Hace un año que me salí de casa de mis papás y ahora rento un depa con un amigo. Bueno, amigo entre comillas. Es realmente un conocido de un amigo, que cuando publiqué que buscaba dónde rentar se apuntó a irnos juntos y compartir gastos.
Es buen pelado, limpio y muy ordenado, no hemos tenido pedos de vivir juntos. Él, al igual que yo, es gay, pero él es más afeminado que yo, digamos que a él si se le nota. Se la vive en el gym y haciendo dieta y tiene cuerpo semi marcado, y como es fotógrafo y le sabe al photoshop, pues le va bien en Instagram.
Yo en cambio soy un tipo normal, velludo, perlado, 178 cms, discreto y varonil; desde que vivo solo mi cuarto ha sido desfile de culos, cuidándome y todo, pero le he sacado provecho a vivir solo. Mi roomie, José Luis, tiene en novio y solo lo trae a él.
Rodrigo es el novio, flaco, con cuerpo pero sin ir al gym, como de 185, blanco y con barba. Tiene cara de pendejo pero está chido. Siempre que nos topábamos en el depa nos saludábamos equis, generalmente solo lo veía cuando estaba en la sala esperando a José Luis para irse o los sábados y domingos en la mañana, que era cuando desayunábamos juntos. Nunca hablamos más de lo necesario.
Un día jueves que yo llegué a mi casa medio tomado porque venía de echar unas cheves con unos amigos de la oficina, estaban los dos en la sala, como planeando algo, así que se me hizo fácil hacerles compañía. José Luis me ignoró y siguió buscando cosas en su cel, pero Rodrigo no dejaba de verme. No sé si antes lo hacía pero nunca lo había notado.
Eso y las cheves comenzaron a hacer que me imaginara cosas, así que sutilmente comencé a coquetearle… un guiño, jugar con mi lengua, abrir las piernas y sobarme el paquete, cosas así.
Entonces José Luis se paró y dijo «voy a meterme a bañar… métete al cuarto, Rodri…». El Rodri se sacó de pedo pero dijo que mejor lo esperaba ahí en la sala conmigo y sin prestar mayor atención JL se metió al baño. Siempre se tardaba mucho, tanto Rodri como yo lo sabíamos.
Apenas oí el seguro de la puerta del baño ponerse me valió madre y me desabroché el pantalón y me saqué la verga. Tengo una verga blanca, delgada y alargada, circuncisa, con pelitos medio gueros pero siempre rasurados. En la cara de Rodrigo se querían salir sus ojos.
No hizo falta decirle nada, se quitó del sillón e hincado se acercó a donde yo estaba. Empezó a mamarla de una, casi grito cuando en la primer metida se dejó ir la verga hasta el fondo de su garganta. ¡Tenía ganas de carne, el rey!
Yo le agarré la nuca con ambas manos y comencé a balancear mis caderas para empezar a bombear mi verga dura en su boca. Al cabrón se le escapaba la baba por las comisuras llenando mi tronco y bolas de saliva. No decía nada y no dejaba de mamarla.
— ¡Cógeme! — me dijo.
— Se va a dar cuenta JL ahorita que quiera cogerte él, wey… no mames.
— Ese puto ni coge, tenemos semanas sin hacer nada…
Y pues uno tiene que apoyar al necesitado, así que apurándonos y prestando atención a que no dejara de sonar el ruido de la regadera, terminé de bajarme el pantalón y los calzones blancos que llevaba ese día sin podérmelos quitar totalmente y le bajé a Rodri el pantalón caqui que llevaba y lo puse de rodillas en el sillón, dándome la espalda, de tal forma que su culo me quedara a la altura de la verga.
Le escupí el culo y luego me escupí las puntas de mis dedos, del índice al meñique derecho, para embarrarle la saliva de abajo hacia arriba en el culito lampiño y blanco de Rodri. Fue en ese momento que sentí su textura tan delicada, no tosca, más bien tersa, como si nunca hubiera tenido pelos ahí, como si fuera menor de edad… eso me prendió chingos. De haber tenido más tiempo se lo lamía todo.
Pero tenía que apurarme si quería comerme ese culo blanco y lampiño que estaba en posición de penetración frente a mi verga cabeza colorada bañada en saliva. Así que no le avisé, solo coloqué mi cabeza en su ano. ¡Vaya que estaba dilatado! Apenas di un empujón y se le fue toda.
Se le salió un «¡Ay!», el cual alcancé a tapar con la palma de mi mano izquierda mientras con la derecha detenía su cadera y daba ritmo a mi bombeo… era excitante pensar que con que solo saliera JL del baño nos veía cogiendo, pues la puerta da directo a la sala, pero no me importaba, yo estaba metiendo y sacándosela a su novio a unos metros de él.
No aguanté mucho, ganó lo caliente a lo tomado y solo alcancé a decirle «ahí voy» a Rodri, el cual sabía lo que hacía, pues con cada empujón final que yo daba para aventar mi leche, el cabrón apretaba el culito haciendo que yo tocara el cielo con esos movimientos.
No me dejó ni gota el cabrón, esas apretadas del final terminaron de ordeñarme todo… pero no quería irme aún, menos con ese culo rosado frente a mi, entonces me animé y me bajé rápidamente apenas había sacado la verga para lamerle el culo y empezar a recibir la propia leche que ahí había dejado.
Me hubiera durado horas el gusto, pero escuché que la llave de la regadera se cerró y rápidamente nos enderezamos, nos acomodamos la ropa y yo me metí a mi cuarto.
Esa noche, como a la 1 de la mañana, empecé a oír los gemidos de JL siendo cogido por Rodri. Me encantaba imaginar que mientras lo cogía, se acordaba de mi verga en su culo. Obvio pasaron más cosas, pero se los contaré después.
¡Dejen sus comentarios! Saludos Relaróticos.
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