Si no recuerdan, la pandemia me hizo quedarme sin trabajo y, por lo mismo comenzar a trabajar de repartidor de comida con un amigo. En ese trabajo me hice de un cliente especial de 35 años quien gratificaba bien mi servicio y con quien la pasé muy bien.

En una ocasión llamó para hacer su pedido, no hacía falta que me diera detalles, ya sabía cómo sería su orden. Pero esta ocasión pidió una orden más de comida, pues era para su socio del despacho, y además me pidió que lo llevara ya al finalizar mi turno, que no había prisa. Eso me extrañó un poco pero al final así fue.

Cuando llegué a su oficina, toqué la puerta y enseguida me abrió mi cliente. Me hizo pasar y al entrar vi, en un lado del escritorio a su socio, un señor de al menos 45 años, tez clara, cuerpo robusto, cabello negro, bigote espeso y quizás 1.70 de estatura.

Desde el momento que entré mi cliente me recibió con una mirada lujuriosa como siempre, y pude darme cuenta que su socio me observaba de pies a cabeza de la misma forma. Nunca nos habíamos visto hasta ese momento.

La verdad me sentía algo nervioso y aún trataba de disimular la excitación que me daba cada vez que estaba ahí. Mientras dejaba la comida en una mesita que tenían frente al sofá, pude ver la complicidad entre las miradas de mi cliente y su socio, y cómo me empezaron a mirar de manera lasciva.

No entendía bien qué pasaba, pues se supone que mi cliente, para mantener la discreción, aprovechaba cuando tenía la oficina para el sólo y me pedía que le «trajera su comida». Pero está ocasión fue diferente.

Cuando terminé de cobrarle a mi cliente, éste al final me preguntó «¿vas a querer tu propina como siempre?». Mientras me decía esto me miró de manera intensa y con un sonrisa que no pude evitar sentirme abochornado. Un poco nervioso le dije «así está bien, gracias». Entonces su socio se empezó a acercar hacia nosotros, con la mano sobre su paquete, mientras mi cliente nos presentaba.

Yo no podía evitar ver cómo me miraban, era evidente que el señor ya sabía lo que pasaba. De repente el socio me dice «tranquilo, estamos en confianza, me han platicado sobre tu comida y el excelente servicio que das, y pues… quiero probarlo».

Para esto el socio se puso frente a mi y mi cliente se puso detrás mío tomando mi cintura con su manos y pegando su cuerpo al mío. Pude sentir su respiración cerca de mi oído y como su bulto se encajaba en mi nalgas. Mientras el socio tomó mi mano llevándola a su paquete y puso la suya sobre el mío, el cual empezó a frotar dando pequeños apretones.

Estiré mi otra mano y alcanzó a tocar el paquete de mi cliente que estaba como siempre que me recibe, a punto de salir por el borde de su pantalón. El socio se acercó más a mi hasta que me dio un largo beso, mientras seguía sobando mi verga sobre el pantalón, atrás mi cliente besaba mi cuello hasta llegar a mi oído, y empezó a susurrarme «atiende bien a mi socio, para que te de una buena propina».

Después de esto el socio dejó de besarme y se me quedó mirando fijamente con una sonrisa y empezó a desabotonar mi pantalón, para después meter su mano dentro de mi boxer y al final sacar mi verga. De repente se agachó y con mi verga en la mano, empezó a lamer la punta y después lamía alrededor del glande, lo que me producía un inmenso placer.

Mi cliente detrás de mí no dejaba de besarme el cuello, comenzando a bajar mi pantalón hasta que me quedó en las rodillas, sentí como bajó y empezó a mordisquear mis nalgas. Eso a mi me prendió demasiado, que tomé de la nuca al socio y meti mi verga hasta el fondo de su garganta.

Por un momento reaccioné pensando que había sido muy tosco pero para él no pareció causarle  problemas, al contrario, volvió a engullir hasta el fondo mi verga mientras yo empezaba a moverme de manera que le cogía la boca. 

Cuando me di cuenta, ambos ya tenían sus vergas de fuera dándoles un rico jalón. La verga del socio era un poco más pequeña que la de mi cliente, pero eso si muy gruesa y llena de venas, blanca y tenía la cabeza tan roja que parecía que ardía.

Ahí estaba también mi cliente detrás mío dándome un fantástico beso negro mientras su socio no paraba de mamarme la verga.

Mi cliente se puso de pie y se paró a lado mio, dejando al aire su verga que estaba totalmente empapada de precum. Cuando la vi, la agarré y me dispuse a lamerla, cuando el socio dejó de mamar mi verga y rápidamente empezó a mamar la de mi cliente.

En un momento empezó a mamar ambas vergas turnándose, mientras mi cliente me preguntó «¿Te gusta la propina?» a lo que respondí que sí. El socio se levantó diciendo «qué ricos están, cabrones, pero aun no he probado todo tu servicio» y acto seguido se recostó en posición de 4 sobre el sofá dejándonos a nuestra merced ese culito llenos de vellos finos.

Mi cliente se bajó hacia él y comenzó a lamerle el culo mientras me miraba y con la vista me invitó a hacer lo mismo. Ambos nos empezamos a comer ese culito que tenia buen tamaño. Mi  mi cliente sacó un condón  y me  dijo «mi socio te quiere probar» y empezó a poner el condón en mi verga.

Acto seguido me levanté y puse mi verga en la entrada del culo del socio y poco a poco empecé a meterla hasta que toparon sus nalgas con mi pelvis y de la misma manera, suave, empecé a moverme. El socio se empinaba más con cada embestida permitiendo que mi verga entrara cada vez más profundo.

De repente sentí que mi cliente abrió mis piernas y, casi recostado boca arriba, se metió entre ellas, de manera que quedó debajo de nosotros y, quedando su cara justo entre mi bolas y la verga de su socio, empezó a lamerlos, por un momento le mamaba la verga a su socio y por otro me lamía las bolas a mi, sumando más al placer que estaba experimentando en ese momento. 

Después de un rato más, cambiamos de posición, ahora todos sobre el sofá, el socio boca arriba recibe mi verga otra vez, mientras mamaba la verga de mi cliente, quien después de darnos un intenso beso, bajó a la verga de su socio para empezar un magnifico 69.

Yo seguía bombeando ese apretado culo mientras oía esos gemidos ahogados de ambos. Mi cliente me miraba de manera fijamente mientras saboreaba esa verga que cada vez estaba más colorada.

Mi verga ya no podía más, ya había perdido la noción del tiempo que llevábamos cojiendo. Ya no podía más y en una estocada final, mi verga explotó haciendo que diera alaridos de placer, mientras veía como de la boca de mi cliente resbalaba la leche de su socio, que la parecer ya se había venido.

Nos pusimos de pie, mi cliente aún tenía dura la verga pero nos dijo que quería venirse en nuestras bocas. Su socio y yo nos arrodillamos frente a él y empezamos a mamarle esa rica verga. Era rico sentir como nos besabamos y esa verga dura y morena se topaba con nuestros paladares.

Otro momento más y mi cliente comenzó a lanzar chorros de leche que salpicaban en la boca y cara de ambos.

Su socio quedo con esos espesos bigotes llenos de leche, mientras yo saboreaba esa rica propina que me encantaba. El socio me me dijo que ya moría de hambre y que era hora de probar su comida. Pero que había quedado satisfecho de antemano con el servicio. Mientras que mi cliente me decía lo bien que me había recomendado. Ahora tenía un nuevo cliente para mi repartos de comida.

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