Esa tarde, dentro de la oficina de mi cliente especial, el olor a sexo y el calor de la tarde, perfumaban nuestro encuentro.

Ahí estábamos los dos, tirados en el sofá de la oficina, llenos de sudor y batidos de nuestras leches. Apenas y mi cliente se recuperó, se puso sobre mi y empezamos a besarnos. Era un rico beso con sabor a su leche, pues había dejado mi barbilla y mis labios mojados con esa increíble corrida de hacía un momento.

Fue cuando le dije que ahora le tocaba a él. Para esto él me contestó «por supuesto, lo he deseado desde aquella vez que lo probé» y es que recordarán que la primer vez casi me hace venir con un beso negro. Así que recordando ese primer beso negro le dije » bueno, termina con lo que empezaste ese dia».

Después de esto, seguimos besandonos pero él ahora comenzó a recorrer mi cuerpo con sus labios empezando desde el cuello, pasando por mis pezones, los cuales mordisqueo suavemente, dándome como un chispazo que empezó a levantar mi verga.

Después pasó a mis axilas, y siguió hacia mi vientre, donde ya no eran besos, sino unas riquísimas barridas con su lengua, que me estaba excitando aún más. Cuando llegó a la altura de mi pelvis, su cara topó con mi verga que estaba tan dura como una roca y palpitaba como si fuera a reventar otra vez.

Entonces empezó a besarla desde la base hasta llegar a la punta, para después metersela toda en la boca. Cuando hizo esto, empecé a retorcerme pues había quedado muy sensible pero quería que continuara.

Así estuvo mamando mi verga por unos momentos, para después continuar su recorrido a besos y lengüetazos hacia mis bolas, las cuales dejó empapadas de saliva. Para esto yo ya tenía mi piernas hacia arriba y él, levantándome un poco más, llegó a mi culo y empezó a besarlo, después a lamerlo dándome como una especie de masaje alrededor de mi orto.

Y después sentí que algo húmedo entraba en mi culo; era un dedo suyo mojado con su saliva. Y así empezó un rico juego de comerse mi culo y jugar con sus dedos dentro de éste. Era genial sentir como el calor de su lengua me iba preparando para lo que venía, y lo supe por la facilidad en que entraban sus dedos.

Hasta que de repente se levantó un poco y vi cómo acomodaba un condón en su verga. Había llegado el momento.

Empecé a sentir como algo grueso me inundaba. Sí, había un poco de dolor, pero lo hacía tan suave, que sentí alivio cuando  su verga estaba más adentro. Él tomó mi piernas de los tobillos y levantándolas en forma de V, comenzó un rico movimiento circular sin meter y sacar.

¡Wow! eso me fascinó porque empecé a sentir un mayor placer y sentía como mi orto se dilataba más y más. Además sentía como estimulaba mi prostata aprovechando que su rica erección era hacia arriba. Estuvo asi un momento más, dándome desde lo más leve hasta lo más duro y profundo. Mi cliente me estaba dando una cátedra de cómo coger. 

Después, sacó su verga y se sentó a un lado y me dijo «quiero que te sientes». Su verga se veía más hinchada que lo normal, estaba palpitando y apuntando hacia arriba. Así que me puse sobre él sentado de cuclillas, frente a frente, y comencé a sentarme sobre esa rica y prieta verga, hasta que mi nalgas tocaron su pelvis.

No podía creer que hubiera entrado sin ninguna molestia. Él empezó a empujar suavemente mientras ahora yo empezaba a mover mis caderas de forma circular, fue algo tan rico. Los dos nos movíamos a sincronía mientras nos comíamos a besos.

En eso estábamos cuando de pronto el me dice que me sujete fuerte de su cuello. No sabía qué iba a hacer, cuando de un solo movimiento se levantó del sofá sujetando mis nalgas con sus manos y levantándome con él.

Cuando se puso totalmente de pie, sentí como su verga entró aún más en mi; ahí estaba yo sujetándome de su cuello, abrazándolo con las piernas mientras él bombeaba mi culo en un postura que no hubiera imaginado.

Por todo esto mi verga estaba a reventar, frotándose contra su vientre, babeando mientras él me cogía con mi culo al aire, abierto hasta el tope. Estaba llevándome al clímax cuando no pude más y reventé mi verga salpicando de leche su abdomen y pecho lo que provocó que él empezara a darme más duro y casi enseguida dio un grito de placer mientras sentía como se corria dentro de mi.

Aún no terminaba de correrse cuando se volteó al sofá y se tumbó junto conmigo en él, dejando caer su peso sobre mi y metiendo aún más su verga. Fue una sensación increíble.

Así nos quedamos por varios minutos, respirando hondo, sudando, jadeando de placer. Aun sentía su verga dura dentro mio. Fue una de las mejores mejores cojidas que había recibido. Esa tarde nos quedamos más tiempo ahí conversando, para después asearnos e irnos cada quien a casa.

Espero que les este gustando lo que me pasó porque aún hay más que quiero contarles mientras trabajaba como repartidor de comida con mi cliente especial.

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