Hola, soy Javier y la historia del relato paso cuando tenía 15 años; yo era un chico normal medía 1,68 mts más o menos, trigueño, contextura normal y estaba en cuarto año de secundaria. Desde los seis años nos conocíamos Enrique y yo, él era alto, 1,72 metros, delgado, con unos cuantos músculos en los brazos, teníamos la misma edad, era típico adolescente medio rokero, misterioso y que no conversaba mucho, siempre le gustaba hacer deporte en la hora del receso.
Bueno para no hacerla muy larga; un sábado mis padres me avisaron que saldrían de la ciudad a una fiesta y que debía elegir con cual de mis tíos me iba a quedar, lo pensé por un momento y sugerí invitar a Enrique para que me hiciera compañía, ya que lo conocían bien; ellos aceptaron de mala gana y me pidieron que hablara con él para avisar a sus padres.
Él acepto de inmediato y sus padres no tuvieron problema con aquello, mis padres pasaron por Enrique a las 5 de la tarde, yo estaba súper emocionado ya que soy hijo único y se me hacía algo aburrido, teníamos comida a montones que dejaron mis padres, el play Station y varias pelis.
Fue después de mil recomendaciones de mi madre que por fin se marcharon y quedamos solos; la verdad yo no tenía malicia en esa época y no aspiraba a más que desvelarnos jugando y conversando; de hecho estuvimos pegados del play hasta tipo 2 am. cuando él se estiró y me dijo que estaba algo cansado así que sugirió ver una peli en mi cuarto lo que a mi me pareció buena idea y fuimos allá.
Él entro a mi cuarto y botó su bolso en un rincón mientras se sacaba la polera y los zapatos y se botó en la cama de frente a la tele, yo me desvestí y me puse mi pijama (un short corto y un polo), puse la primera peli que encontré y me eche de lado de él; en la peli había un gay afeminado y yo hice una broma diciendo: «mira, ahí estas», el sólo sonrió y me pregunta: Javier: «¿me dejarías de hablar si fuera gay?»
Yo: claro q no, si ya lo eres y te hablo jajajajaja
Enrique: tonto deja de bromear tengo q decirte algo — ambos quedamos callados unos 5 segundos mirándonos.
yo: ya cuenta, ¿qué me ibas a decir?
Enrique: me gustas, pero no me dejes de hablar por favor (estaba algo asustado)
Nuevamente quedamos en silencio unos 10 segundos, la verdad no sabía qué hacer, él también me gustaba, pero en ese momento pensé «es mi oportunidad y la tengo que aprovechar». Me paré de la cama y me le fui acercando, puse una mano en su mejilla y lo besé bien suave, me separé y le pregunté si le gustó, movió la cabeza diciendo que si, así que le besé más largo, comencé a besarle el cuello mientras él se dejó llevar.
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Yo le subí el polo y le besé las tetillas, se le notaba muy excitado así que seguí bajando lamiéndole el abdomen, él sólo gemía despacito; luego le bajé el short junto con el bóxer y dejé salir su pene erecto que le medía más o menos unos 15 cm, con no muchos vellos delgados en los testículos.
Esa tranca me encantó de apenas verla así que me la metí toda a la boca y empecé a mamarla bien rápido, se le veía súper caliente y ya hacía movimientos con su cadera para que lo coja con toda mi boca y así seguí hasta que después de unos 5 minutos paré y comencé a besarle en medio de sus testículos y el ano con lo que él comenzó a gemir aún más fuerte. No importaba el ruido, pues estábamos solos.
Me lamí un dedo y comencé a pasarlo alrededor de su cerrado ano, estaba en éxtasis, no podía estar más excitado, empecé a meter mi dedo en su ano, parece que le molestaba algo pero estaba tan caliente que lo disfrutaba muy rico y después de un rato empecé a meter dos dedos y así seguí metiendo y sacando mis dedos de su ano mientras que con la otra mano acariciaba su abdomen hasta q me levanté y me acomodé en medio de sus piernas levantándolas un poco.
Mientras le besaba hacía movimientos con mi cadera aún con mis jeans puestos. Me acerqué a su oído y le dije: «lo hacemos?», él sólo movió la cabeza diciendo que sí y me dijo con una voz dulce y muy sexy: «sí, pero métemela rico».
Yo me paré en la cama y me saqué los jeans junto con los boxers muy rápido, casi rebotó fuera mi pene de unos 17cm, blanco con el glande rosado y abundantes vellos púbicos que hizo que él quedara impresionado por mi tamaño y lo peludo que era; de inmediato escupí mi mano y lo pasé por mi glande, levanté sus piernas en mis hombros y apoyé mi glande en la entrada de su recto, y la empujé, pegó un grito de dolor «¡espera, espera… está seca!»
Yo: tengo crema
Enrique: si pero… ¿no me va a hacer daño la crema ahí dentro?
Yo: no, tú tranquilo
Le unté bastante crema y agarré sus piernas de nuevo, introduje todo mi glande de una; esta vez parecía que no le dolió tanto pues gemía fuerte mientras yo sólo metía y sacaba mi glande hasta que en una de esas empujé más y le metí la mitad de mi pene de un solo empujón con lo que él reaccionó de inmediato «espera, espera, me duele» agarrándome la cadera y sólo le dije: «aguanta un ratito que te va a gustar». Él me miró y soltó mi cadera.
Empecé el mete y saca lento que se hacían más rápidas y fuerte cada vez, empezó a disfrutarlo y relajarse de hecho llegó un momento en que sentía sus nalgas en mis vellos púbicos, haciéndome saber que la tenía toda dentro, eso me excitó demasiado y sumado al frote de nuestros cuerpos en su pene hicieron que se viniera con unos 4 chorros de leche bien blanca, así que le saqué mi pene y me masturbé para unos segundos más tarde venirme encima de su abdomen rociándolo con mi leche.
Me acosté en la cama al lado suyo, nos miramos sin decir nada unos 5 segundos y comenzamos a reír, nos besamos y fuimos a la ducha. Salí a apagar las luces de la casa y vi que ya estaba amaneciendo, le dije: «Enrique vamos a dormir de una vez que mis padres me van a matar si nos encuentran despiertos», Enrique sólo sonrió y asintió con la cabeza, fuimos a dormir los dos en bóxer y de cucharita.
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