Bueno mi nombre es Carlos, soy de Colombia, y vivo en el departamento Córdoba. Tengo 23 años soy alto, mido 1,78 cm, soy blanco, de cuerpo esbelto, de abdomen semi-marcado y brazos y piernas torneadas, tengo a mi opinión un trasero bien plantado, con nalgas firmes y a la medida con respecto a mi altura.

Mi historia comienza cuando vivía con mis padres, aún tenía 17 años, ha pasado ya algo de tiempo, pero esos recuerdos permanecen como si hubiese sido ayer. Desde la adolescencia siempre pensé que me gustaban solo las mujeres y nunca se me pasó por la mente la idea de andar con hombres. Tuve una novia en el colegio pero eso no pasó a mayores, sus padres se mudaron para Bogotá, hablamos unas cuantas veces más pero en un momento dado ella no me quiso escribir más y en unos días me bloqueo de Facebook, perdí contacto con ella totalmente.

Para serles honesto me dolió un poco, pero como al mes después de lo sucedido se me paso la tusa. Desde entonces, solo me concentré en mis estudios y superación personal. Intente conseguir otra novia pero no fue mucho lo que alcancé, tenía amigas y todo eso, en ese tiempo era algo tímido y discreto, entonces asumí que era mejor esperar y prepararse mejor.

Ya casi terminaba la secundaria, me faltaban 4 meses, desde entonces pasaba muy ocupado, o al menos me dedicaba la mayor parte de mi tiempo a mis estudios, no obstante, tenía algo de tiempo libre, que dedicaba al gimnasio, ya que estaba algo delgado y quería mejorar mi cuerpo, hacerlo más atractivo.

Fue como a mediados de septiembre de ese año. Yo estaba en mi cuarto y a tres casas en la acera contraria, estaba en arriendo una propiedad. Nunca le había prestado mucha atención a quien llegaba a vivir en mi cuadra. Casi siempre se hospedaban parejas mayores, o señores de edad, que al poco tiempo se iban con sus hijos. Mi madre siempre me comentaba quienes eran los nuevos vecinos que llegaban a hospedarse en esa casa, yo no le prestaba mucha importancia.

Cuando llegaba de la escuela pude ver la mudanza, era una señora de mediana edad, pero al ver mejor se me paró de tumbo el corazón, estaba también un joven de unos 22 años, lo que sentí aquel día era nuevo para mí, era como si mi estómago quisiera salir volando, un mariposeo incesante me invadió todo el cuerpo.

Mis palabras no alcanzan para describir aquel joven. Era alto como de 1.80 cm, brazos fuertes, piernas redondeadas, pecho y abdomen marcado. Tenía tez blanca, pero lo que me encantó de él era su rostro, tenía una cara angelical, y que decir de su cabello, era rubio tirando al castaño. Tenía algunos amigos, que eran bien parecidos, casi siempre entre nosotros bromeábamos de que tenías unas piernas y unas nalguitas como para encenderte a mordiscos y terminábamos en risas, pero hasta allí. Pero lo que vi aquella tarde no tenía comparación.

En fin, me olvide del tema y llegue a mi casa, estaba algo exhausto por el día de la escuela, pero por alguna razón recuperé el ánimo. Estaba convencido que lo que me pasaba con hombres era una simple admiración y capricho de la edad, de que toda persona sentía eso y yo más que en parte quería verme mejor, con un cuerpo escultural, pensaba que así como las mujeres admiraban a viejas bien “buenas” yo también tenía el derecho de hacerlo tanto con las nenas como con los tipos.

No pasó mucho tiempo cuando mi madre me vino a contar de los nuevos inquilinos de esa casa, de que había una señora y un joven mayor que yo (sin mencionar que dijo que el muchacho le pareció muy simpático), le seguí la corriente diciéndole que ya los había visto cuando regresaba de la escuela, pero para mis adentros, no podía sacarme a ese joven de mi cabeza, me preguntaba qué me pasaba, si acaso quería darle un beso o algo así.

Se acercaba octubre y en ese mes daban una semana de receso, ese fin de semana sentí un respiro de todos esos libros y material de estudio. Tendría más tiempo para mí, que mi familia decide aprovechar para hacer una fiesta, en si casi no bebía pero me gustaba tomarme unas cervezas. Estaba sentado en la terraza de mi casa hablando con mis primos y familiares cuando se sienta ese joven afuera en su casa, lo volví a mirar, y analizarlo mejor.

No podía dejar de mirarlo, era hermoso, me pregunté a mí mismo como existía gente tan bella en este mundo. (Parecía que lo mandaron hacer jaja), tuve que disimular porque empezarían a notarlo. Él estaba con su celular, en mi mente diría que estaba chateando, hablando con alguien. Quizás con una amiga, un pana, o tal vez SU NOVIA (claro, como puedo dudar de eso, de seguro debe tener un montón de admiradoras detrás de él, o si no tiene novia, debe tener sus “amiguitas” con quien desquitarse la calentura cuando se le antojaba las veces que quisiera). Teniendo esos pensamientos sentí algo de celos, rabia o envidia.

Nunca había sentido eso por alguien, es como si quisiera tenerlo para mí, solo para mí, para nadie más.

Estaba viviendo una especie de paranoia, me decía a mí mismo – “que carajos me importa si tiene novia o no, acaso él come o duerme conmigo, me mantiene o yo lo mantengo o que vainas” -. Asumí que era envidia, de algo que ni siquiera había comprobado. Cuando vi que sale en su motocicleta bien pintoso, con un perfume que abrumaba a su paso, esta vez no pude disimular.

Cuando pasaba cerca de mi casa nos cruzamos las miradas, tenía los ojos negros como la noche, y esa camisa rosada marcaba cada músculo de su cuerpo, dejando ver un dorso trabajado y bien cuidado. Esos pantalones guardaban unas piernas increíbles, no podía ver nada de grasa en ese monumento, pura fibra bien trabajada. Tome la cerveza del piso y bebí un sorbo para romper ese trance en el que estaba cayendo, el dejó de mirarme y retomó su camino.

Seguimos bebiendo, todo estaba normal para ser una fiesta familiar. Cuando lo veo nuevamente en su motocicleta, volvía a su casa, pero esta vez no estaba solo, traía en su regazo a una mujer hermosa, que reía alegremente. Sentí que arrancaban algo dentro de mí, un escalofrío invadía todo mi cuerpo. En mi mente una voz de decía: “que esperabas, que un hombre bien plantado como ese iba a estar solo, iba a estar oxidado como tú, obvio que no!!”. 

Me levanté de la silla y fui a beber agua, para calmarme un poco. Me decía nuevamente “que te importa ese tipo, es solo un aparecido, apenas lo conozco de cara, ¿Cómo puede provocar esto en mí?”, la fiesta en mi casa se estaba por terminar, yo me quise ir a la cama, ya no sentía ánimos. Me despedí de mis familiares y fui a mi recamara en el segundo piso.

Transcurrió una hora y ya todo estaba en silencio, tenía una arrechera que no me aguantaba, y mi pene estaba erecto. Solo quería dormir pero mi cuerpo me pedía otra cosa. Comencé a masturbarme, pero no parecía suficiente, de pronto sentí una sensación de cosquilleo entre mi pene y perineo, pero no lo presté atención.

De un momento a otro volvió a mi cabeza aquel joven y no podía evitar imaginar que estaba al lado mio, tocándome los pezones y mis genitales, dándonos mutuo placer, me untaba saliva y seguía masturbándome sin dejar de pensar en ese cuerpo abrazándome hasta que como en 15 minutos no aguante más y me vine en casi 12 chorros abundantes sobre mi pecho, sin duda estaba muy excitado esa noche.

Como a los tres días salí comprar unas cosas para la comida, mi mamá estaba algo cansada y me dio el dinero de los víveres. Cuando regresaba del mercado, ocurrió lo inesperado, ese joven salía de su casa. Estaba en mera pantaloneta negra, se le podía ver un bulto protuberante en su entrepierna, tenía unos bellos hermosos hasta la mitad de su abdomen que resplandecían con el sol, al parecer, pensaba lavar su motocicleta.

Traté de disimular, pero me ganaba la curiosidad, tanto que la bolsa del mercado se había roto y no me había dado cuenta, cuando de pronto se me revienta la bolsa en la mitad de la calle. Menos mal eran solo unos panes, y unas cuantas papas y verduras, pero este incidente fue el pretexto oportuno para que pudiera entablar conversa con ese hombre que por alguna razón me había cautivado. Fue cuando él se da la vuelta y avanza hacia mí rápidamente a brindarme ayuda. Estaba algo avergonzado y nervioso pero me preguntaba a mí mismo que rayos paso aquí pero una voz dentro de mí me alentaba a seguir mirando hacia abajo.

Tenía que borrar esta sensación de una vez por todas, a ver qué era lo que me estaba pasando. Entonces es cuando ese hombre se agacha para ayudarme a recoger mis cosas, apenas pude sostener la mirada, me sonrió y quede perplejo, tenía una sonrisa radiante, cuando me dice:

-Que pasa compadre, venga y le doy una mano.
-Gracias eres muy amable. 
– ¿Vives por aquí verdad?
-Sí vivo aquí a tres casas- no podía casi hablar, estuve a punto de tartamudear pero me aguante.
-Um ya, mi nombre es Esteban, mucho gusto. Me dio la mano con una sonrisa de oreja a oreja.
-El gusto es mío, mi nombre es Carlos. Gracias de nuevo por ayudarme a recoger las cosas es que soy algo torpe.
-No pasa nada eso le pasa a cualquiera (ambos nos reímos).
-Bueno no quiero hacerte perder más tiempo en lo que estabas haciendo, llevaba algo de prisa, cualquier cosa que necesites me llamas y ya.
-Dale papa, cuídate.
-Igual compa.

Llegué a mi casa sin creer lo que había sucedido, estaba emocionado por hablar con el nuevo vecino, QUÉ LOCURA, esto sin duda estaba saliéndose de control.
Este es mi primer relato en este canal, no sé si se vio tediosa la lectura, pero me gusta escribir las cosas con lujos y detalles, me siento motivado a continuar esta historia, que me dicen. Saludos desde Córdoba-Colombi

Después de aquel día, mi ánimo cambio un poco, en realidad me sentía más contento, por alguna razón, hablar con aquel hombre me hizo sentir una especia de euforia dentro de mí, como si rellenara algo que faltase en lo más profundo de mi ser, a pesar de que tenía novia (eso es lo que suponía), me conformaría con el simple hecho de ser amigos, y pasar un rato con él, o al menos dirigirle la palabra.

Durante la noche, estaba descansando en mi cuarto, escuchando música, cuando de pronto, me pongo de pie para cerrar la ventana, al momento de cerrarla veo que la casa donde vivía aquel hombre, tenía una ventana abierta en el segundo piso, aún tenía las cortinas abiertas y estaba la luz encendida. Podía ver una gran cama con sábanas blancas y un espejo con altura de una persona, de esos que te puedes ver de pies a cabeza. No le preste mucha importancia cuando de pronto ocurrió algo inesperado.

Mi nuevo vecino Esteban, había entrado en aquel cuarto, sentí que algo se estremeció dentro de mí, era una sensación embriagante ver a ese hombre, cuando de pronto comienza a desnudarse, no pude evitar que se me acelerará el corazón.

Comenzó con su camisa desabrochando uno a uno cada botón, mostrando a cada intervalo de tiempo su dorso. No podía dejar de ver ese pecho, tenía unas tetillas blancas y bien trabajadas, sus pezones eran rozados, cuanto anhelaría chupárselos y hacerlo gemir de placer, todas esas cosas pasaban por mi mente aquella noche, cuando siento que se me para la verga, no me resistí más y comencé a masturbarme viendo ese bello paisaje.

Cuando comenzó a quitarse los pantalones podía ver sus piernas con buen volumen, se notaba que estaban bien trabajadas en el gimnasio y que decir de sus bóxer, su miembro se marcaba mucho en él, imaginé que tenía una verga prodigiosa y se me hizo agua la boca, cuando veo que coge una toalla y se la pone en la cintura, al parecer se iba a bañar. Cerró la cortina, yo me escondí rápidamente, no quisiera que me viera espiándolo por mi ventana.

Después apagó la luz y se fue de mi vista. Yo seguí masturbándome hasta que me vine, salieron varios chorros que terminan impregnando mi ventana. Aquello era demasiado, estaba deseando con intensidad a ese hombre, lo quería para mí, solo para mí.

Después de aquella noche en la que me pasé espiando al mi vecino Esteban, pasaron los días. Había llegado el sábado y como no era el típico chico fiestero que pasaba de rumba en rumba tomando cada fin de semana, dedicaba ese tiempo libre a hacer ejercicio. La verdad ya estaba empezando a ganar volumen en mis brazos y piernas. Estaba convirtiéndome en un chico esbelto, sexy y apetecible jejeje. Por cuestiones académicas sabía que ya no tendría tanto tiempo para ir al gimnasio, así que decidí cambiar mi rutina, ya no siendo en la mañana, sino en la noche. 

-Parecerá un poco duro al principio-, pensé, -pero valdrá la pena, no pienso perder todos estos progresos-.
Llegue a mi casa a eso de las 6: 45 pm, me reposé, como a la media hora cené una buena comida y después de un buen rato me bañe y me fui a mi recamara.

Eran como las 9:00 pm. Me disponía a dormir. Ya recostado en mi cama escucho un ruido familiar, al parecer era de una motocicleta que estaba acercándose. En mi mente solo había una cosa y no me equivoqué. Era Esteban, estaba vestido con una ropa formal, parecía todo un ejecutivo. Tenía una camisa blanca reluciente, unos pantalones clásicos negros que combinaban con unos zapatos que brillaban a la luz de la noche. Podía ver su cabello bien arreglado y peinado. A pesar de que su vestimenta no era casual, se podía apreciar sus brazos y pechos semi-marcados a través de la tela.

Con ese atuendo le daba un aire de señor experimentado, uno de esos que te hacen morder los labios cuando los miras fijamente, sin duda ese hombre era todo machazo. No puedo explicar si era admiración o deseo. Quizás tenía solo un capricho de lucir como él, robarme las miradas como lo estaba haciendo conmigo, despertar el deseo con tan solo estar presente en cualquier parte, sin duda era un don que no disponen muchos en este mundo.

Cada día que lo veía quería conocerlo, saber más de él, si hacia deporte, si le gustaba beber, salir a bailar, ir a cine, la lectura. Quería disponer de una lista donde pudiera conocerlo más a fondo. Buscaba que fuera parte de mí.

Paso el sábado. Hice mi última rutina diurna de gimnasio ese día. Me tomé el domingo libre para descansar y así aprovechar para recargar energías en el cambio de rutina que pensaba hacer para el día siguiente.
Durante la tarde del domingo, me senté nuevamente en la terraza de mi casa a matar el tiempo con mi celular, pensaba pasar la tarde buscando cosas con que distraerme en internet.

Pero en el fondo, sabía que estaba allí afuera esperando el momento para poderlo ver a él. Y como era de esperar, lo veo salir, bien elegante como de costumbre. Esta vez con una camisa azul oscuro manga larga semi-ajustada que hacían juego con unos jean clásicos del mismo color junto con unos zapatos cafés, tal parecía que iba a ser difícil acostúmbrame a ver este tipo como a los demás.

Cada vez que sentía su presencia, se me hacía un peso en el estómago y se me erizaba la piel, una especie de necesidad surgía dentro de mí, como si él tuviera algo que me perteneciera. Pasaba campante en su moto y yo simplemente fingí no haberlo visto salir, encendió su moto y arrancó emprendiendo camino hacia donde estaba, paso por mi lado y me pitó como forma de saludo, yo se lo devolví con un gesto de cara.

El siguió su camino y lo perdí de vista. En la noche, me dedique a ver televisión, ya que no tenía ningún plan para salir, quería distraerme hasta que llegara la hora de dormir.

Era lunes, un día rutinario para cualquiera. Tenía que prepararme para la academia, las tareas, trabajos y talleres eran lo mío. Sabía empañármelas tanto individual como en grupo. Aun así, gran parte de mis trabajos los trabajaba en grupo, por cuestión de compañerismo y sentir la necesidad de apoyar a algún compañero que tuviera dificultades con los trabajos asignados.

Los días de la semana iban transcurriendo y ya me había acostumbrado a mi nueva rutina de gimnasio. Parece que en la noche va muy buena parte de gente, en la mayoría jóvenes que ya llevan tiempo entrenando. Lo digo por sus trabajados cuerpos, esculpidos como adonis tallados en mármol, sin duda me distraía en silencio. Era increíble ver todos esos cuerpos trabajando en ese lugar, destilando cada gota de sudor en ese incesante movimiento de los músculos junto con ese olor a macho, era un aroma embriagador.

Con respecto a Esteban, me sentía un poco desilusionado. Escuchaba su moto cada noche llegar de donde sea que estuviese. Fingía no importarme, aunque no podía dejar de imaginar que venía con aquella mujer. Sentía que era injusto que tuviera estos sentimientos por alguien parecía inalcanzable. Tener en mi mente la idea de que esteban y yo tan siquiera nos diéramos un beso parecía una utopía, era algo que estaba fuera de mis límites, era algo prohibido para mí.

Seguí asistiendo al gimnasio en lo habitual, llegó el viernes y tenía pensado dejar libre el sábado y el domingo de la rutina. Había llegado al gimnasio cuando quedo sorprendido con lo que vi. Mis ojos no lo creían. Era él, era Esteban. Estaba en una esquina de las maquinas, tenía una camisa en franela de color negro sin mangas que le dejaba ver sus brazos fuertes y relucientes a la luz de las linternas.

Tenía una pantaloneta de color negro que le resaltaba su figura masculina con unos glúteos grandes y fuertes, piernas bien desarrolladas y que decir de sus pantorrillas. Cuando me vio me soltó una sonrisa de oreja a oreja. Yo le devolví la sonrisa con otra más tímida y discreta. Soltó la máquina de ejercicio y se acercó a mí a grandes zancadas, haciendo que a cada paso su pecho semi-humedo rebotará levemente. Eso me excito un poco.
-VECINO que sorpresa verlo aquí-.

Le ofrecí una mano, el me la dio y la complementó con un abrazo a medio costado. Yo estaba perplejo con lo que estaba pasando. Pude sentir su pecho junto a mí. Estaba caliente, suave y duro a la vez, su perfume era exquisito, pero lo que más me sorprendió fue su confianza al vernos tan solo dos veces. Como si nos hubiésemos conocido hace mucho tiempo, como dos compadres, como un par de buenos amigos que no se veían en años, así me hizo sentir ese hombre en ese cálido abrazo.

-Esteban que gusto verte otra vez.
-No nada, aquí entrenando como siempre.
-Como siempre, si nunca te veía por aquí.
-siempre entreno en este horario, pero por cuestiones de trabajo había dejado de asistir, lo retome hace 3 días.
-Umm ya.
-siempre venía en las mañanas. Pero por cuestiones académicas tuve que cambiar de horario. Pero con lo que veo no fue un error.
-Error! ¿Porque?, me soltó una sonrisa pícara. Yo me sonroje un poco y me excusé rápidamente.
-hace mucho más fresco de noche y se siente que rinde más el tiempo.- él me contestó, dándose media vuelta y mirándome de reojo con una expresión burlona.
-pues yo diría que el tiempo se va volando, ya casi voy a terminar. En fin vas a utilizar esta…

Nos pasamos la noche, entrenando en el gimnasio. Me subía el ánimo estar cerca de Esteban, su forma de hablar, su masculinidad, sus dotes de hombre, sin duda disfrutaba pasar tiempo con él. Era agradable tenerlo cerca. Sentía me reconfortaba su presencia. Quería que esto se repitiera a menudo.
-Bueno Esteban, ya me voy.
-Ya te vas, si espérame yo también me voy
– si claro, te espero afuera.
– dale, no me tardo.

Estando fuera del gimnasio el sale del parqueadero en su moto, cuando se detiene frente a mí.
-bueno súbete, yo te echo el bote.
-claro, porque no- y sin dudarlo me subí en su moto. El arrancó bruscamente haciéndome que en el impulso desprevenido me agarrara en su cintura. Pude sentir ese abdomen firme y tonificado con mis manos, una especie de corriente pasó por todo mi cuerpo y en el nerviosismo solté una risita.
– EHHH que te asustas-, me mira con una sonrisa, yo se la sostengo por unos segundos y agacho la mirada.
Arrancamos en la moto, y todo iba normal.
– y que como es que te llamabas, Carlos.

El fin de semana como me lo había prometido, dejé de lado el gimnasio y como no había ningún deber pendiente con la academia, tenía libre todo el fin de semana para mí.

Aunque no eran muchos las cosas por hacer, siempre me las ingeniaba para distraerme. Escuchaba música, jugaba video juegos, veía películas y algunas cosas más. Con todo esto le hacía compañía a mi madre que casi siempre se la pasaba en la casa.

Algunas veces le decía que fuera donde sus hermanas para que pudiera conversar de algo, porque a veces me decía que estaba aburrida de estar en casa, en cuestión, la convencí para que se tomara un tiempo libre para ir a visitar a sus hermanas.

Por mí no había ningún problema. Yo sabía cocinar y me gustaba hacer muchas cosas por mi cuenta. Estando en casa, me dedico a sacar la basura, y al regreso me encuentro a Esteban saliendo de su casa. Estaba vestido con una ropa deportiva, tenía una camiseta de color gris manga corta, una sudadera de color negro y unos tenis.

Su camiseta le marcaba su esculpido cuerpo, haciendo que su pecho resaltara aún más y su sudadera le quedaba semi-ajustada, haciendo que se notara levemente su miembro al caminar, y qué decir de sus glúteos, le sobresalían en esa tela, todo lo que se ponía le sentaba bien, era digno de admirar. Con un caminar tranquilo se dirigió a mí para saludarme.

– hola Carlos que más, cómo andamos.
– bien excelente, papa. Y que, ¿Vas a hacer ejercicio?
– pienso trotar un poco por la rotonda que queda cerca de aquí.
– ahhh, que bien. Hubo una pausa.
– Aja, y que planes tenemos para hoy.
– pensaba descansar este fin de semana, de todo el trajín de tu sabes, la escuela, el ejercicio…
– ya entiendo.- hubo un silencio incómodo.
– no quieres venir con nosotros al cine esta tarde.
– al cine ¿tú y yo? o, ¿con quién más?
– mi hermana tu y yo, que te parece.
– HERMANA- quedé atónito.
– de que te asombras.
– bueno pensé que ella era…. No olvídalo, a qué hora piensan ir.
– en la sesión de las 8.
– listo a esa hora nos vemos.
– dale, te alistas a tiempo. No queremos perdernos los boletos.
– bien.- nos despedimos con gestos de muñeca y él se retiró corriendo.

Iba transcurriendo la tarde, no salía de mi cabeza aquella afirmación de Esteban. HERMANA, como así que hermana. No me lo creía, parecía inédito. Y la novia, las “amigas” donde estaban.

Llegaron las 7 de la noche y comencé alistarme para salir con Esteban y su hermana, prácticamente empecé a sentir confianza con él, a pesar del corto tiempo que hemos interactuado, pienso que estaba esperando a que le diera vía libre a nuestra amistad.

Siento que está buscando nuevos “panas” con quien salir a divertirse. Pensé que era un casanova, un mujeriego que le llovían las mujeres, que con solo sonreírles y hablarles se las llevaba a la cama. Imaginé que tiene amigos por montones, tal vez me equivoque y sea cierto o simplemente él es amable conmigo por alguna razón que desconozco, tal vez solo es considerable con los vecinos. ¿Se daría cuenta que no tengo muchas amistades y simplemente se compadeció de mí? O solo tomó como costumbre invitar a ciertos vecinos a salir para conocerles mejor. – que preguntas tan estúpidas pasan por tu cabeza Carlos, me decía a mis adentros.


A las 7:30 PM estaba a las afueras de mi casa, le dije a mi madre que iba a salir a cine con unos amigos y ella me dio permiso, al fin y al cabo logré convencerla de ir de visita a donde sus hermanas, así que me dejó al cuidado la casa esa noche. A los 5 minutos estando allí viene un taxi por mi izquierda y se detiene enfrente de mí, la puerta trasera se abre y una mujer joven y sonriente me abre la puerta. 
– Entra que vamos tarde.
Yo sin decir nada y con una sonrisa nerviosa entro sin pensarlo dos veces.
– Y que Carlos listo para irnos–. Me dice Esteban. Estaba sentado en el asiento delantero.
– Te presento a mi hermana, Laura- Carlos, Carlos- Laura.
– Hola un gusto, me responde.
– El gusto es mío.

El camino transcurre alegremente, cuando nos bajamos del taxi y llegamos a la entrada del cine pude ver realmente como iban vestidos mis compañeros, la mujer llevaba un atuendo natural, con un vestido de flores, mientras que Esteban llevaba una camisa de color rojo subido manga larga, y unos pantalones clásicos negros con zapatos que combinaban con el pantalón.

Podía quedarme viéndolo toda la noche, si no es por su hermana que me toma del brazo y me dirige a la fila, Esteban solo se ríe y se me queda mirando con una sonrisa burlona que lo hace más encantador aún. Creo que ya no pude disimularlo y parece que el ya notó mis miradas furtivas. ¿Será que se dio cuenta de que lo miraba con otros ojos? ¿Cómo reaccionará si le confieso que me gusta como hombre? ¿Me dejará de hablar? ¿Se apartará de mí, porque me hará sentir mal al no corresponderme? ¿Querrá romper nuestra amistad porque soy un “loca” como nos llaman por aquí?, lo último que quería era perder la amistad de Esteban.

Todo lo demás se da mientras entramos. Aún estaba algo nervioso por lo que sucedió a la entrada. Compramos los boletos para la película que por cierto era de terror (no la recuerdo del todo), después de esperar entramos a la sala. Nos sentamos juntos los tres quedando Esteban en el centro de su hermana y yo.

Todo transcurre normalmente, la película no me daba nada de miedo, lo que en realidad estaba disfrutando era la compañía de ese hombre. Aún en ese frio quería que me abracase cada vez que salía un espanto en la pantalla, en ese instante tenía envidia de su hermana, cuando veía que se acurrucaba a su lado en el momento en que la película mostraba una escena terrorífica. El solo me sonreía cuando su hermana se apoyaba en su regazo, yo le devolvía la sonrisa con desdén.

Ya había pasado más o menos una hora en la sala, su hermana se había dormido en su hombro. Yo seguía despierto pero soñoliento. Podía ver a Esteban de reojo, al parecer estaba concentrado en la película. Aún tenía a su hermana recostada a su lado, cuando de pronto siento como él pone su brazo detrás de mi cuello y me abalanza contra su pecho, apoyando mi cabeza sobre su tetilla izquierda, él solo me dijo:
– ven recuestate en mí, que soy algo friolento, este aire acondicionado me está matando.

Yo no dije nada, solo me quede callado apoyado en ese pecho tan fuerte y tonificado que tenía Esteban, no podía creer lo que estaba pasando, su perfume me hacía volar en las nubes y sentir su calor, me daba una sensación de seguridad y regocijo que no cambiaría por nada en ese lugar. Yo me apoye un poco más para sentirlo mejor. El solo se rió discretamente. 

Después de la película, salimos, compramos algunos perros calientes y nos regresamos a casa. Llegamos a nuestras moradas y el dejó a su hermana en su casa, me pidió que le permitiese acompañarme a la mía. Yo le dije que sí, entonces nos fuimos y cuando llegamos me preguntó:

– como te pareció la noche.
– Bien, excelente la disfruté mucho.
– Y quien más está en tu casa. 
– No yo solo, mi madre se fue para donde sus hermanas y regresa mañana.
– Umm ya, dale.
Mientras buscaba en mis bolsillos las llaves, él se quedaba mirándome con esa mirada penetrante que poseía, yo bajaba la vista a intervalos porque me intimidaba un poco.
– y que pasa, no encuentras las llaves.
– Nada, Esteban no las encuentro por ninguna parte.
– De seguro se te quedaron en la sala.
– Tengo que ir a buscarlas enseguida, sino donde me voy quedar a dormir.
– Si quieres te quedas con nosotros, mi hermana queda en una pieza mientras que tu puedes dormir en un colchón que tengo en mi cuarto.

Para serles honestos quede mudo. No podía creer lo que estaba escuchando, mi vecino me iba dar posada por una noche en su cuarto. La verdad estaba dudándolo, no creía poder resistirlo. Se daría cuenta casi de inmediato, confirmando lo de la entrada del cine, la forma en que lo miraba me estaba delatando. Él me sonrió y me dijo:

– Que pasa porque no respondes.
– NO, nada, solo que como voy a conseguir mis llaves.
– No te preocupes por eso. Mañana a primera hora llegamos a la salas de cine que seguro los empleados la aseguraron en caso de que alguien las reclame.

Eso me tranquilizo un poco. Pasó un silencio incómodo y de un momento a otro Esteban me pasa su brazo sobre mis hombros y me dice.

– Vamos porque te da pena, en fin fui yo quien te invite a cine, y tengo algo de culpa por eso- me sonríe levemente y termina – vamos que ya es tarde, estarás cómodo- me lleva entonces con su brazo alrededor de mis hombros apretándome contra él. Pude compararme con su porte, apenas le llegaba a los hombros, no podía imaginarme liberarme de su agarre, aunque no quería que me soltase, no tendría oportunidad.

Llegamos a la casa, eran como las 11:00 de la noche. Me dirige hacia el segundo piso y su hermana al parecer estaba en una de las piezas de la casa de la primera planta, todo indicaba que ya estaba dormida. Me lleva entonces a su cuarto y enciende la luz. Se dirige a mí.

– espera un momento y busco algo para que puedas dormir. Sale un instante y quedo solo en la pieza. Como en cinco minutos regresa con una colchoneta una almohada y unas sábanas y me dice.
– Puedes dormir con esto.
– Si claro, está bien así.
–  Bueno entonces ponte cómodo.

Tire la colchoneta en el piso y me recosté, como lo imaginaba iba a ser difícil disimular verlo como se desnudaba en frente de mí. Parecía que estaba cansado pero aún con eso no dejaba de verse hermoso. Me hablaba de las llaves mientras se quitaba la camisa mostrando su cuerpo perfecto.

Después quitándose los pantalones hasta quedar en mero bóxer. Tenía una semi-erección, porque se le marcaba una gran verga al su costado. Yo no le quitaba los ojos a ese bulto prominente. El solo se rió levemente y con prisa se dirige al armario para sacar una pantaloneta de color azul. Se acuesta en su cama y me dice. 

– Bueno Carlos espero que estés cómodo, Buenas noches. Nos vemos mañana.
– Dale Esteban buenas noches.

No creía que pudiera dormir esa noche, pasó como una hora aproximadamente cuando escucho un ruido particular, uno al que ya estaba familiarizado. Cuando le presto más atención supe que ese sonido provenía de la cama de mi amigo. Agudicé más mi audición para reconocerlo. Era inconfundible, casi al instante tuve una erección y mi excitación estaba subiendo súbitamente. Escuchaba ese incesante viene y va que me tramaba más y más. Con lentitud pero con decisión iba a encender la lámpara del nochero de Esteban. Cuando lo hago quedo paralizado.

Estaba completamente desnudo, tenía una gran verga en sus manos, era como de 18 cm de largo, pero lo que me hizo agua la boca era su grosor, tenía como 14 cm de ancho, semi curvada hacia arriba, ese trozo de carne era exquisito. Su cabeza era grande, estaba húmeda y brillante, tenía los ojos semi-cerrados, no había duda que estaba extasiado en su propio auto-placer.

Esa imagen de Esteban me encantó. Junto con ese bello cuerpo, esos músculos, esos pechos y piernas tensas por las sensaciones y esa verga a punto de estallar me iban a volver loco.

Cuando se dio cuenta de aquella escena se detuvo por unos instantes. Yo estaba con mi pene como una piedra. El solo me devolvió una sonrisa y me indicó que me recostará a su lado. Yo fui sin pensarlo dos veces y me recosté en su regazo, esta vez con más confianza.

El seguía sonriendo mientras me pasaba una mano sobre hombros, y con la otra tomó mi mano y la puso sobre esa “bestia”. Estaba tibia y húmeda a la vez, me dijo casi en un susurro. –Quieres terminar el trabajo- yo no dije ninguna palabra, solo comencé a masturbarlo lentamente.

Era increíble estar haciéndole una paja a Esteban, aun siendo mi primera vez que me acerco a un hombre de esta forma, sentía placer, como si estuviera satisfaciendo una necesidad de mí, una fantasía que se hacía realidad.

Mientras continuaba, Esteban me sostenía en su costado, apretándome cada vez que sentía una oleada de placer recorrer todo su cuerpo, podía sentir la fuerza de ese macho apretujándome contra su pecho, yo disfrutaba de su olor, después comencé a chupar sus pezones con tanto deseo que el comenzaba a retorcerse.

Sumergido en sus gemidos y sensaciones solo sonreía y me miraba con satisfacción. Cuando pasaron como diez minutos me dijo, -quítate la ropa que te quiero para mí- yo le dije que tenía algo de miedo, que no había estado con un hombre jamás, el me miró perplejo por unos segundos, pero después de un rato me dijo que no me cogería sino lo quería, pero si le gustaría que ambos nos diéramos placer. Yo le dije que me disculpara, pero él me interrumpió con un dedo sobre mis labios y me dijo que lo entendía, que después hablaría conmigo en otro momento. Solo me sonreía y lentamente, comenzó a quitarme la ropa.

Era como si estuviera paralizado, sus manos tan suaves, rozaban mi pecho. Me comenzó a besar con suavidad, mientras me despojaba la camisa. Solo sonreía, después paso a mis pantalones, que parecían que se iban a romper de la “templera” que tenía delante de mí.

Entonces me quito el pantalón y comenzó a manosear mi pene aún con mi bóxer. Era una sensación incomparable, me dijo que era su turno de dar placer. Así que me recostó sobre su pecho boca arriba.

Me despojó de mi bóxer. Me tenía atrapado, era como un niño delante de él. Mientras me rodeaba con sus brazos recostado en la cabecera de la cama, comienza a besarme detrás de la oreja. Era riquísimo sentir esa sensación. En ese momento me sentía como en el cielo.

Podía sentir su pecho tibio recostado en mis omoplatos, además de su verga palpitante pegada a mi culo, parecía que estaba masturbándose con mis glúteos en un incesante viene y va. Pasando la cabeza de su pene entre mi ano. Sentía un montón de sensaciones encontradas.

En ese entonces, quería sentirlo dentro de mí. Pero el mantuvo su palabra, y yo me rehusaba por otras razones. No quería echar a perder la noche.

Con su mano derecha coge saliva de su boca y me la unta en mi pene, comienza lentamente a frotarlo, mientras me besa, sin duda era un experto en estos asuntos, con su otra mano me apretaba fuertemente hacia él, sentía aún más su verga recostada a mis nalgas, y su enorme pecho ahora lo sentía como una piedra, cálido y tenso.

LO MÁS RECIENTE

Continua masturbándome ahora a un ritmo más rápido, yo casi no soportaba esta situación, pero no quería que terminará, quería seguir recostado de espaldas sobre mi amigo, quería que siguiera apretándome más y más fuerte mientras el animal que llevaba dentro se apoderaba de él y me devorara por completo.

Podía sentir que me iba a venir, cuando me dice, -todavía esto no termina- me libera de su agarre y me susurra al oído, – te gusta chupar- yo le dije que me gustaría hacerle una mamada, el solo sonrió y me dice – entonces empecemos.

Yo me pongo delante de él mientras se acomoda en la cabecera de la cama. Comienza a masturbarse y me deja a vía libre para que empiece. Tomé su verga con cuidado, era enorme y brillante, su pene era blanco, con una cabeza rosada, estaba semi-rasurado y un hilo de líquido pre seminal se apreciaba por todo el tronco.

Este hombre lubricaba mucho, esto me prendió aún más imaginando como sería la descarga. Él estaba con un brazo detrás de su cabeza y el otro en un costado, el perfil que tenía de todo su cuerpo era excitante. Comencé a lamerle los testículos, que por si estaban algo tensos, después fui subiendo hasta su tronco y cabeza, se preguntarán como sabía todo esto, en fin ya había visto unos videos XXX, así que no estaba del todo ignorante.

Él solo gemía de placer y pegaba un pequeño brinco cada vez que pasaba mi lengua por su orificio en su glande. El solo me daba una sonrisa y metía su mano para detenerme. Me gustaba tenerlo controlado a mi antojo, casi inofensivo expuesto a mis caprichos y antojos, veía como su abdomen se contraía y su pecho se hacía más voluptuoso, cada quejido que salía de su boca me excitaba aún más, no había duda que lo estaba disfrutando, lo tenía en mis manos. Cuando pasaron unos 5 minutos siento sus manos sobre mi cabeza.

Me indica que me recueste sobre su abdomen en un costado. Su pene llegaba un poco más arriba de su ombligo, era excitante esa perspectiva. Siento que pone sus manos sobre mi cabeza teniendo control total sobre mí, yo estaba recostado inmóvil mientras el comenzaba a follarme la boca. Al principio lo hizo lentamente, casi no cabía en mi cavidad, era un sabor salado pero podía sentir una sensación de dulzura en esa cabeza, el solo gemía cada vez que me introducía el pene a un lado del cachete.

Comenzaba a hacerlo más rápido mientras yo sentía ese miembro viril palpitando más y más fuerte dentro de mí. De un momento a otro siento que su glande llega aún más profundo, tocando el fondo de mi garganta, la sensación de regurgitar era inevitable y algo desagradable, pero él me sostenía con sus dos manos.

No podía zafarme de él, tenía todo control sobre mí. Sus quejidos y gemidos eran más recurrentes, con mis manos mientras forcejeaba, toqué sus pechos. Estaban expandidos en todo su esplendor. De un instante me libero de su agarre, pude tomar aire, yo lo miraba con algo de recelo, el solo sonrió y me dio un beso.

Me dijo a mi oído, -¿no me digas que no lo estas disfrutando? Para ser verdad lo disfrutaba al cien, me encantó que ese hombre hiciera conmigo todo eso que me hizo experimentar.

Quería más, quería conocer sus fetiches, y sus fantasías sexuales por completo. Ya no me importaba, me entregué a él en todo mi ser, continué chupando su verga, con sus manos detrás de mi cabeza, al parecer era inminente ese orgasmo, porque me cogía con más violencia y rapidez, que ya comenzaba a maréame, pero quería ver el final.

Sus gemidos se hacían más notorios que ya tenía miedo que su hermana se diera cuenta o notara lo que estábamos haciendo.

El parecía no importarle, solo gemía de placer, mientras literalmente me estaba follando la boca hasta el fondo, ese sabor saladito se hacía más fuerte con cada embestida que hacia dentro de mí.

Yo con mi otra mano me masturbaba, estaba muy excitado con esa experiencia, en aquella posición sumisa que me tenía Esteban, estaba casi que me venía cuando de repente me saca su pene de la boca y comienza a masturbarse, yo ya estaba esperando ese momento, quería ver a ese macho descargándose encima de mí, gimiendo sin control, hasta liberar hasta la última oleada de placer.

Comenzó a venirse en mi cara, sus chorros eran gruesos y espesos, con cada disparo, impregnaba mi cachete y labios más y más, haciéndose con cada chorro más abundante hasta dejar cubierta mi cara con su amor, dejándome empapado por completo con el producto de sus deseos y lujurias.

El solo gemía más fuerte con cada chorro de semen que salía de su pene. Podía sentir como su abdomen se contaría con cada descarga. Fueron como 12 chorros que aventó en mi cara, ese aroma y sabor de su leche era embriagador. Ya terminado el orgasmo, pude verlo por primera vez exhausto, era como un niño pequeño cansado de jugar todo el día, estaba realmente indefenso. Su pene estaba aún semi-erecto, entonces procedí a terminar el trabajo que había empezado.

Me lo metí a la boca, y lo succioné con todas mis ganas, solo pude percibir como todo su cuerpo y extremidades pegaron un brinco como si hubieran sido expuestas a una corriente eléctrica, no pudo ocultar una risa, quería darle hasta el último minuto de placer a ese hombre.

Ya perdiendo su erección, él me toma en sus brazos, como en la primera vez, me recuesta en su pecho y termina de masturbarme.

Estaba tan excitado que el primer chorro de semen sale disparado como a un metro de donde estábamos, me vine de forma abundante, yo solo respiraba bruscamente en los brazos de Esteban, estaba exhausto, no quería que me soltase. Duramos como 45 minutos dándonos placer mutuo.

Quería pasar la noche a su lado. Solo le pedí que me dejara dormir junto a él esa noche, al asintió suavemente, entonces, apaga la lámpara y nos recostamos a dormir, sentía como me abrasaba por detrás, era una sensación muy reconfortante sentir su cuerpo junto a mí.

Cuando de pronto e un susurro me dice:
– quiero que esto se vuelva a repetir Carlos.
Esa noche soñé con las estrellas.

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Publicado en: Gay

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