Un relato exclusivo de Relaróticos.com
Todo comienza a la edad de 9 años, los hijos de mi madrina que vivían frente a mi casa, mayores que yo por 3 y 5 años. Comenzaron diciéndome que eso que íbamos hacer eran cosas de hombres.
Era tan solo un niño que no sabía que era una relación sexual, a esa edad pensaba que si besaba a una niña en la boca quedaba embarazada. ¿Pueden imaginar el grado de inocencia que tenía?
Bueno, lo cierto es que un día jugando detrás de la casa de mi madrina, los muchachos mayores que yo, en este caso Billy el menor y Renzo el mayor, comenzaron con retos; los retos eran montados encima de un árbol frondoso de mango (fruta tropical).
El que encontrara la hoja de árbol más pequeña ganaba y colocaba penitencia o retos a los perdedores. Lo que yo no sabia era que existía complicidad entre ellos, pues siempre ganaba uno de los dos. Y obviamente perdía el otro y yo.
Los retos comenzaron con pequeños golpes en la cabeza, pasando por nalgadas en los glúteos y apretones de oreja. Un día como todos normales comenzaron los juegos y retos. Esta vez los retos iban dirigidos exclusivamente a agarrar el miembro del otro y hacer un tipo de masaje sobre la ropa.
Luego, en una de las tantas veces que perdí, me tocó el reto de masajear al pene erecto del Renzo sin la ropa interior; yo al ver ese monstruo que salió de ese short ancho de color gris, me sorprendió lo enorme que era en comparación con el mío.
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Ya para ese entonces éramos casi adolescentes. Me tocó masajear ese miembro erecto de 19cm más o menos, con el glande súper ancho, rosado, con venas a su alrededor y poco vello púbico.
Lo hice por un tiempo prolongado y contabilizado por Billy, cosa que me costaba hacer pero por compromiso a las apuestas debía hacerlo, yno obstante por el hecho de que me decían, «¡tranquilo esto lo hacen los hombres».
Ahí seguía yo con mi reto de masajear y frotar de arriba abajo aquel enorme pene de adolescente muy varonil de 16 años hasta que me indicaran que se acabaría el tiempo.
Resulta que el tiempo se extendió por un largo rato y es allí donde sale un líquido blanco, viscoso y con un olor extraño de su pene, el cual no entendía que era.
¡Semen! Cayendo sobre mis manos y dándome un poco de asco aquel episodio solo me dije: «cumpli con mi reto». Los retos, los juegos, las cosas de hombres fueron creciendo e intensificándose cada vez más. A tal grado que mi madre lo notó en mi ropa interior pero ese es otro relato.
Uno de los retos era frotar con mis glúteos sin ropa interior sobre el miembro de Billy el cual era un poco más pequeño que el de Renzo pero más grueso y cabezón. Pero ese es otro relato.