En aquel tiempo yo tenía 13 años, estaba en 2o. de secundaria y ya me había percatado de mi atracción por los hombres desde la primaria, pero nunca hubo nada, sólo llamaban mi atención.

Tuve la fortuna de crecer en una familia muy grande, es decir con muchos primos y primas de todas las edades, unos más grandes, otros de mi edad y otros más chicos. De verdad éramos tantos que daba para armar equipos de fútbol y así se hacía en cada reunión. Los primos mayores armaban su equipo y participaban en liga de fútbol de la ciudad; los más chavos íbamos e echarles porras y ahí yo aprovechaba previo y después del partido para echarme mis tacos de ojo mientras se cambiaban.

Era delicioso ver a mis primos en calzones mostrando sin pudor sus paquetes y comparando a quien se le veía más grande y sabroso. A su edad entre 17 y 23 años promedio, algunos se excitaban o llegaban así mientras se cambiaban y deleitaba mi pupila y me relamía nomas de ver lo que mis primos se cargaban.

Un día llegó a mi casa mi primo Gabriel, que en ese tiempo tenía 19 años; habló con mi mamá y le pidió que le rentara un cuarto pues su casa era muy chica y eran muchos hermanos y de alguna forma quería ser independiente aún estando cerca de su casa. Mi mamá accedió y le prestó un cuarto del fondo del patio; Gabriel ese mismo día acarreó sus pocas cosas y se instaló.

Los primeros 2 o 3 meses todo normal. Gabriel a sus 19 años era muy cogelón, decían los demás primos que parecía semental, pues él tenía muchas novias y seguido se iba a coger con ellas y cuando no, se iba a los puteros a coger. En fin, era muy activo sexualmente. Era chaparrito, más o menos de 1.65 de estatura pero gracias a su trabajo y al fútbol tenía excelente cuerpo, no era un artista de televisión pero si era guapo el cabrón.

Un día, mi hermano y mi mamá habían salido a visitar a un pariente enfermo y regresarían hasta el otro día. Yo me quedé solo en casa, eran inicios del mes de diciembre. Al llegar la noche me puse a ver tele y escuché ruido en la puerta, salí y era Gabriel que había llegado e iba rumbo a su cuarto.

Pasó como media hora y la programación en la tele era aburrida, salí de mi cuarto con la idea de ir a platicar un rato con Gabriel; llegué a su puerta y antes de tocar observé por una rendija y ahí estaba él recostado en su cama con una revista en la mano; observé con más detalle y vi que era una revista porno que tenía a Gabriel bien excitado. Él sin temor alguno se sobaba el bulto que desde fuera se le veía de buen tamaño y muy apetecible entre sus jeans de mezclilla.

Ahí estuve afuera como por 10 minutos apreciando a mi primo quien seguramente se preparaba para masturbarse esa noche; cada vez sus toqueteos eran más atrevidos y excitantes. Gabriel comenzó a desabrochar su cinturón seguramente para comenzar a jalársela; en eso toque su puerta, él se levantó asustado, se acomodó el cinturón y escondió la revista debajo de la almohada, abrió su puerta y vio que era yo.

G: ah ¿qué onda, pásale?
Yo: qué onda we, ¿qué haces?
G: aquí acomodando mis cosas ya para dormir.
Yo: si verdad, ya se siente frío.
G: si we, ¿y tú qué haces?
Yo: pues ni mi mamá ni Marcos están, estaba viendo la tele pero no hay nada bueno. Vine a platicar contigo.
G: ah pues siéntate.

Me senté en una silla aún costado de su cama.
Yo: y qué ¿no te aburres aquí solo?
G: no wey, como aún no tengo tele me pongo a ver revistas
Yo: ah órale, ¿y cuáles tienes?

Gabriel sacó 3 o 4 revistas de su ropero; las de moda en aquel tiempo: el libro vaquero, el libro policiaco, etc.

G: mira tengo estas, están chidas.
Yo: a ver, ahorita las checo. ¿Y sólo tienes estas?
G: Sí, bueno tengo otras pero esas son para adultos y tú estás muy chavo.
Yo: we ya tengo 13, haber enséñame una.
G: neta ¿no te sacas de onda? Se vaya a enojar tu mamá si se entera.
Yo: no wey, no le voy a decir.

Sacó de debajo de su almohada dos revistas, la que veía él al inicio y otra. Yo agarré la que él tenía, él tomó la otra y recostó en su cama; comenzó a hojearla y de inmediato vi como nuevamente le comenzó a crecer ese bulto entre el pantalón ajustado que tenía. Yo igual hojeaba mi revista y cada vez más seguido veía de reojo ese manjar a unos pasos de mi.

Los 2 estábamos callados, Gabriel ya más excitado se sobaba la verga muy discretamente. Yo ya estaba súper caliente imaginando lo que podía pasar esa noche.

Yo: hace frío ¿no wey?
G: si un chingo; si quieres recuéstate aquí a un lado.
Yo: y si mejor me duermo contigo, mi mamá no está y no quiero estar solo.
G: pues si quieres we; solo que nada más tengo una cobija y la verdad aquí se siente frío más noche.
Yo: espera voy por una y me quedo aquí.

Salí, traje la cobija, las encimamos, nos desvestimos (ambos dormíamos solo en calzón) y nos acostamos. Gabriel apagó la luz del cuarto y sólo quedó una lámpara de la cabecera. Nuevamente tomó cada quien su revista porno y seguimos viéndola.

Yo estaba tan caliente, pero muy nervioso que comencé a temblar. Gabriel me pregunto si tenía frío. Yo le dije que sí. Ya sin ver mi revista yo sólo pensaba como tendría la verga en ese momento. Poco a poco y de forma disimulada fui acercando mi mano hasta rosar su calzón; la primera vez no dijo nada, seguía clavado viendo su revista. La segunda vez, el rose fue más atrevido a lo que él reaccionó

G: ¿qué, quieres agarrar? Pues agárramela bien wey.

Tomó mi mano, bajo su calzón ligeramente y la puso sobre su verga.
Yo al tenerla entre mis manos, sentí una gran emoción y comencé a acariciar. Era una verga grande, muy dura, suave y llena de venas que al estar entre mis manos comenzó a brincar; estaba totalmente húmeda del glande de un líquido biscozo. Era padre esa sensación, tocar esos pelos, apretarla, sentir sus palpitaciones era increíble.

G: ¿te gusta?
Yo: se siente rico
G: acaríciala despacio.
Yo: es grande. ¿Cuánto te mide?
G: como 17 centímetros
Yo: pues si es grande y muy dura.
G: ¿quieres que te la meta?
Yo: no solo quiero acariciarla.
G: ándale te va a gustar, es más para dormir más chingón quítate el calzón, verás que es más rico.
Yo: ok

Ambos nos quitamos el calzón. Y él volvió a insistir
G: entonces qué, ¿te cojo?
Yo: no wey es muy grande y me va a doler. Nunca lo he hecho
G: órale wey nomas tantito, sólo la cabecita y ya
Yo: no, porque luego les contarás a todos
G: no wey nadie se va a enterar
Yo: pero me da miedo
G: órale cabrón, ando bien caliente y lo haré despacio. Te la meto wey
Yo: pero…
G: mira que sea igual que en la revista; primero me la mamás y luego te la meto. ¿Si?
Yo: pero no sé mamar y me da asco
G: órale wey, te va a gustar ya verás
Yo: órale pues, pero nomás tantito
G: si wey

Me metí entre las cobijas, busqué su verga y la llevé a mi boca, era un sabor entre salado, dulce y amargo. Al principio escupí dos veces pero le fui tomando gusto y la metí completa a mi boca, la metía y la sacaba, obvio no me entraba toda, sentía los vellos rosar con mi nariz.

Gabriel me tomaba la cabeza y empujaba para llegar más profundo lo que me provocaba asco, le dije que me dejara a mi solo hacerlo para disfrutar los dos. Así lo hizo; yo pasaba mi lengua por toda su verga hasta lamer sus huevos y vellos, él daba grandes gemidos de placer.

G: ya wey, no aguanto te la quiero meter.

Tomó mis piernas, las levantó a sus hombros y me escupió el hoyo, se echó saliva y dió el primer empujón y nada; segundo empujón y nada. En el tercer empujón sentí un ardor y una punzada, Gabriel había metido ya la cabeza. Traté de sacarlo pero no pude

G: tranquilo todo estará bien
Yo: me duele wey
G: espera lo haré despacio

Gabriel la sacó de mi, sé puso más saliva me puso también a mi, volvió a apuntar empujó y nuevamente entró la cabeza. Poco a poco fue empujando hasta meterla toda. Ahí se quedó como 5 minutos inmóvil, hasta que empezó a moverse lento, un mete y saca muy suave.

Yo ya no sentía tanto dolor sino un placer inimaginable que me hacía gritar y abrazarme de la espalda de Gabriel; él notó ese cambio y comenzó con las embestidas más fuertes. Yo le pedía más y más.

Yo: así papito, que rico
G: te gusta ¿verdad?
Yo: si papito dame más
G: tienes un culo bien apretado, ¿,a poco si soy el primero?
Yo: sí papi, tú eres el único, seré tuyo para siempre
G: si wey sólo serás para mi
Yo: dame más, que rico coges
G: mi verga es toda tuya wey. Que rico culo tienes. Siempre será mío
Yo: si papito solo tuyo pero dame más…

Así estuvimos como 15 minutos en esa posición, Gabriel se oía cada vez más agitado, de pronto exclamó: «wey me vengo» y explotó dentro de mi llenándome de leche caliente, fueron como 5 chorros abundantes. Salió de mi, prendió la luz y dijo

G: mira todo lo que te acabas de comer.

En verdad hasta ahora la veía claramente, era una verga como de 17 centímetros, gruesa y cabezona. Gabriel se limpió, me dio papel, también me limpié y nos acostamos a dormir. Yo le di la espalda y él me abrazo replegándome su deliciosa verga que aún flácida era grande. Me susurro al oído: gracias cabrón, tienes un buen culo que me hizo venir como nunca, recuerda desde ahora sólo es mío.

A partir de ahí cogí muchas veces con Gabriel. Puedo decir que él me hizo adicto a la verga y a los primos.

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