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La historia que les cuento comenzó a mediados del verano pasado, yo tenía 17 años, aunque por mi físico la verdad es que aparentaba menos, me decían que a veces me llegaba a ver de 14. Pese a mi edad ya había tenido «experiencias» con algunos amigos, que solo fueron mamadas hasta que después de una gran fiesta al terminar la misma, seduje a un maestro de la prepa que terminó cogiéndome.

Mi hermana mayor tenía 5 años de casada con un colombiano de nombre John. Como eran vacaciones me invitó a pasar mis vacaciones en un rancho que tenían cerca de Veracruz (México).

La idea de estar en mi casa solo en vacaciones hizo que aceptara de inmediato, además que había fantaseado mucho con mi cuñado.

John tiene 34 años, es alto de complexión fuerte, tiene hombros anchos, pectorales divinos, piernas muy fuertes y anchas, y que decir de sus nalgas, es moreno de pelo chino, y usa los jeans muy ajustados, que le hacen lucir su paquete y su trasero, pero en fin estaba algo por suceder.

Llegué al rancho y cada oportunidad que tenía me quedaba viendo a su verga, no sé pero creo que él se dio cuenta. La primer semana pasó sin nada, solo me masturbaba fantaseando con que estaba en sus brazos fuertes. Un día mi hermana iba a una despedida de soltera al puerto de Veracruz e iba dormir allá, yo estaba feliz porque si seduje a mi maestro que era un mujeriego de primera, podría hacerlo con John.

Ese sábado fuimos a dejar a Veracruz a mi hermana y a comprar algo de comida, pero enseguida nos regresamos, pero cuando ya íbamos por la larga brecha que da al rancho no aguanté más y puse mis manos sobre su paquete. Él reaccionó enseguida y frenó, y en tono molesto me dijo “¿qué te pasa, wey!”.

Yo me asusté y no contesté, y John dijo: “Te estoy hablando, cabrón. Contéstame, ¿eres puto? 

Yo me baje de la camioneta y me fui corriendo hacía los matorrales y él me siguió y cuando me alcanzó me apretó el brazo cuestionándome. Yo estaba lleno de miedo sobre todo porque mi familia se podía enterar. John me aventó al suelo y dijo: “Pinche puto miedoso. Si lo eres afróntalo”. 

Yo me armé de valor y le dije “Sí, soy gay y siempre me has gustado, pero fue un error. Discúlpame, no te volveré a molestar”, entonces John me dijo: “Oh, ya veo. Te ha de gustar mucho mamar vergas” yo le dije “claro, así como a ti te gusta chupar vaginas”.

Se rió y dijo: “Quiero que me la mames hasta correrme en tu boca cabrón” Yo le dije “no, ya no quiero”, a lo que él dijo: “No te estoy pidiendo si lo quieres hacer, es una orden”. 

Y Aunque en el fondo lo deseaba no quería porque nunca se habían corrido en mi boca y sentía algo de asco, en todas las mamadas dejaba de chuparlas antes de que se corrieran.

John se bajo sus jeans y su calzón blanco, mientras yo estaba nervioso hincado al pie de un árbol; él se acercó, y me metía en mi boca su bella verga de 23 cm. La lamía y chupaba lentamente y solo decía: “Así mi putito, mámamela toda hasta dentro ¡umh¡” 

Él no dejaba de ensartármela toda y por fin la tuve toda dentro. John sujetaba mi cabeza con sus manos y casi me ahogaba y decía: “¿querías verga? Trágatela toda pinche puto”. Yo seguía mamando, después de todo, la rudeza de su trato me gustaba hasta que llegó un momento en que veía salir toda húmeda esa verga y me la volvía a ensartar hasta la garganta, mientras mi rostro se hundía en su bello púbico.

Él me empujó, mi cabeza quedo pegada al árbol, mientras él con un mete y saca muy fuerte me embestía, cual si estuviera penetrando una vagina y decía: “toma más verga, si es lo que quieres.” Yo tomé sus nalgas y me pegue a él y se la chupé y succioné apretando con mis labios hasta que se corrió, y succione hasta que se le acabó todo la gran cantidad de semen que arrojó. ¡Era un semental! 

Me levante y saboreando su semen, que realmente me gustó, me dijo: “¡Qué puto eres cabrón!, yo no me deje y mientras se volvía poner su pantalón le dije “tu también eres gay”, él reaccionó violentamente y me tomo dijo en tono amenazador “mira wey, pobre de ti si alguien se llega a enterar de lo que paso, te va ir mal te voy a dar una pinche golpiza que se te quitarán las ganas de ser puto”.

Yo asustado me fui casi llorando el camino y llegando me di un baño y me fui a la recámara. Solo pensaba lo estúpido que fui, y me tiré en la cama solo con mi bóxer ajustado, cuando de repente se abre la puerta y entra John quien me levantó.

Le pregunté “¿qué quieres?”, y John me jala y dice: “Sabes, tú me diste la mejor mamada que he tenido”. 

— Pero sino te la mame, prácticamente violaste mi boca

No me dejó, hablar, me plantó un beso, me soltó y lentamente se acercó y me beso, pero esta vez le correspondí. Ambos nos comíamos a besos, me olvidé de lo ocurrido y me perdí en la boca de mi cuñado que me daba tremendos besos, luego me chupaba el cuello y yo le empecé a quitar su playera, me senté en la cama, y le baje su jeans y nuevamente tenía ante mi su bella verga que sin dudarlo y ahora si sin presiones la lamí desde la cabeza a lo largo de su tronco y despacio la fui introduciendo en mi boca, ahora mi lengua jugueteaba con su glande, le empecé a dar una mamada mejor que la de la tarde, sacaba toda su verga y mi boca de nuevo la desaparecía, y John me decía: “Así cuñadito mamas rico mi putito… cómetela toda”.

Él empezó a ensartármela más rápido hasta que se vino, me llenó toda la boca con su leche, me puse de pie y el de nuevo me dio un beso y con su lengua limpió mi boca saboreando su propio semen; luego me aventó hacia la cama y se subió encima de mí mientras besaba mi boca, mis mejillas, mi cuello mientras sus manos recorrían mi cuerpo.

Luego bajó a mis pezones y excitado me los chupaba y succionaba, sus caricias me ponían más caliente luego descendió a mi vientre, lo recorrió con su lengua húmeda, luego lleno mi ombligo con su saliva, para luego quitarme el bóxer, yo pensé que ya me iba a coger, pero para sorpresa mía se dirigió a mi verga y la mamó inexpertamente, haciendo que yo me retorciera de placer.

Mientras con su lengua recorría mi pene, sus dedos los ensartaba en mi ano, yo estaba completamente abandonado a su voluntad no paraba de gemir, hasta que ya no pude más y le avise que me iba a venir. John succionó y chupó más y más llevándome a un orgasmo nunca antes sentido. El muy cabrón dejó limpia mi verga, y subió y me dijo: “te llegó la hora cero cuñadito, te la voy a meter”. Yo no atiné más que contestar “claro, John hazme lo que quieras”.

Y me puso boca abajo y acercó su lengua a mis nalgas las cuales primero recorrió con su lengua, luego las separó e introdujo su lengua en mi raja cosa que me puso a mil hasta el punto de suplicarle “métemela John por favor”. 

John era un macho que controlaba toda la situación (lo cual me encantaba), así que me puso boca arriba, yo me levanté para lubricarla y luego meterme su verga en la boca para ensalivarla. Luego de esto me puse en cuatro pero John dijo: “No, así no, mi putito. Ven cuñadito.”

Me llevo hasta una silla, él se sentó con la verga apuntando al techo, me puso de espaldas a él. Nuevamente lamió mis nalgas y me sentó en su verga que poco a poco fue entrando en mi ano que estaba deseosa de comerse esa verga.

John puso su cara en mi hombro y al oído me dijo “te saliste con la tuya” mientras sus manos grandes y callosas me tomaban de la cintura y me subían y bajaban ensartándome su mástil. Cada que me la sacaba mi ano se la volvía a devorar fácilmente; me apretaba cuando la tenía toda dentro y así estuvimos un largo rato con sube y baja, mientras yo le decía “más, dame más… métemela toda, hasta dentro. Hazme gozar papito”.

Mi cuñado estaba súper caliente, también, solo decía: “qué rico aprietas. Tenla toda, es tuya chiquillo”. Finalmente se vino dentro de mí, sentí algo caliente en mi interior y con mi cuñado hizo que olvidara todo simplemente fue una entrega total.

Después de esa vez, cada que podía iba al rancho, nos escapábamos al río y lo hacíamos. Así fue hasta que él ya no quiso porque se enojó porque le fui «infiel» con una chica; ambos nos volvimos de nuevo heterosexuales pero admito que lo quisiera repetir, pero solamente con mi cuñado.

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