Me llamo Andrés, tengo 27 años y vivo en Santa Fe. Esto que les voy a contar me pasó hace como dos años y fue la experiencia homosexual más increíble que he tenido hasta ahora…
Yo hace ya varios años lo ayudo a mi padre en su negocio que por suerte le ha ido bastante bien y toda la familia participa y colabora. Hace dos años mi padre comenzó a desligarse completamente de toda la gestión y lo administrativo de la empresa. Son tres negocios (locales) por lo que consume mucho tiempo y tuve que comenzar a encargarme de todo.
Entre esas cosas era yo el que ahora debía encargarse de ir a la consultora contable que mi padre había contratado ya hacía un par de años para que le liquidaran los impuestos y lo asesoraran en cuestiones de administración del negocio.
Si bien tengo novia, mi debilidad siempre han sido los hombres maduros. Y ni hablar de la atracción que siento por los osos. No obstante eso hasta ese momento mi experiencia con hombres era nula.
El primer día que voy a la consultora (mi padre ya había avisado que a partir de ese momento era yo el encargado de los asuntos administrativos del negocio) me llevé una gran sorpresa. Luego de esperar unos quince minutos para que me recibiera el Lic. Horacio, su secretaria me hace pasar.
Cuando entro a su oficina y veo el ser que estaba detrás del escritorio… ¡no lo podía creer! ¡era de verdad, una bestia! Siempre pensé que un macho así existía solo en mis sueños.
Yo soy un chico de aspecto normal 1.70, algo delgado aunque con pancita, pelo castaño y con algo de vello en el cuerpo. Imagínense lo que sentí cuando veo detrás del escritorio un tipo maduro de 50 años, de más de un 1.80 de altura supongo y rondaría los 100 kg. No era para nada gordo.
Nunca había visto personalmente un tipo tan fornido. Era entrecano, con barba en candado, también entrecana y muy prolija. Tenía la cien llena de canas y eso le daba un toque irresistible. Pero lo que no podía creer era el tamaño que tenía este ejemplar único de macho maduro. Estaba con traje y eso en semejante torso resultaba impactante.
Me recibe muy amablemente dándome la mano (era muy grande, áspera y peluda) y me invita a tomar asiento. Cuando sentí el apretón de su mano pensé que me desmayaba. Tanto su fortaleza como sentirlo a el, hizo que me corriera una electricidad por todo el cuerpo. Yo no sabía donde estaba ni que se suponía debía hablar con el… estaba completamente deslumbrado y excitado!
El comenzó diciendo:
— Me alegro mucho Andrés que te hayas hecho cargo de todo lo administrativo de los negocios de tu padre. El me llamó y ya me puso al tanto de todo.
— Si Licenciado — respondí tímidamente luego de escuchar esa voz tan varonil.
— ¡Eh! Para un poco, respondió. Dejémonos de protocolos y llámame Horacio.
Lógicamente, yo estaba enloquecido con ese ejemplar de macho maduro pero no me hacía ni la más mínima ilusión porque era un tipo extremadamente masculino y además veía sobre su escritorio un montón de fotos de su familia.
Mientras hablábamos cuestiones del negocio se afloja sutilmente la corbata y veo, a penas, unos pelos blancos asomar por arriba de su camisa. Aquello, más lo peludas de sus manos me hacían fantasear con estar en presencia de un verdadero oso. No obstante eso, yo estaba impactado por el tamaño y la fortaleza del cuerpo de este pedazo de macho maduro.
Ese día estuvimos hablando como una hora y media y después me fui. Les aseguro que por unos dos o tres días no podía dejar de pensar un segundo en semejante semental.
Mantuvimos un contacto semanal debido al negocio de mi padre aunque nunca hubo ninguna insinuación de nada. Yo, todo el tiempo tratando de ser disimulado, no le sacaba los ojos de encima. Y todas las veces que fui a su oficina, luego, al irme me masturbaba desesperadamente.
Después de un tiempo ya teníamos mucha confianza en un montón de temas. Además ya había pasado por un par de situaciones que casi me habían vuelto loco…
Por ejemplo un día, salimos juntos de su oficina y al subir al ascensor (estaba lleno de gente) quedamos muy cerca uno del otro. Yo le doy las gracias por un trabajo que había hecho para la empresa y había estado bastante explicándomelo. El me responde:
— Por favor Andresito! Lo hice con muchas ganas sabiendo que les va a ser muy útil. Y mientras decía aquello afectuosamente me da una especie de abrazo amistoso con un brazo y me apoya contra su pecho.
Cuando sentí ese pecho casi me muero… Era duro y firme como una roca… ¡increíble! Y a través de su camisa pude sentir sus vellos… ¡semejante hombre! ¡Que toro! Estaba enloquecido y era inaccesible para mí.
Ese día me puse muy nervioso por temor a que el se hubiera dado cuenta de lo loco que me volvía. Otro día que me iba, saliendo de su oficina cuando le doy la mano con la otra le tomo su brazo y quedo sorprendido y hasta intimidado diría por el tamaño y la fortaleza de ese brazo. Yo soy un muchacho no tan fuerte digamos y ante semejante monumento al macho y a la fortaleza no sabía que hacer.
Cuando ya habían llegado los primero días de calor a Santa Fe, ya resignado a que nunca pasaría nada voy a su oficina a buscar las liquidaciones de los impuestos del mes. Cuando entro al edificio, me encuentro con que la mayoría de las personas ya se habían ido porque el aire acondicionado no andaba y el calor que hacía en las oficinas luego de haberles dado el sol todo el día era muy fuerte.
Suponiendo que Horacio no estaba, pregunto, y la recepcionista me dice que está y que suba. Me hace pasar y me encuentro a aquel monumento maduro…
Cuando lo veo recibirme yo no lo podía creer. Me dice
— Discúlpame la facha Andresito pero no anda el aire acondicionado en el edificio y ya me estaba yendo a casa.
Casi tartamudeando le digo:
— Está bien Horacio… No te preocupes.
Horacio estaba con una camisa sin mangas, bastante ajustada al cuerpo. Era un monumento ver aquel torso. No podía creer que un tipo de 50 años tenga aquel físico. Era muy grande! muy fuerte.
Pero esta vez hubo dos cosas que me deslumbraron y que siempre había imaginado como eran en él: primero su pecho… la vista de esos pectorales aún marcados, fuertes y todos cubiertos de una selva de pelos era para el infarto. Nunca lo había visto con la camisa desprendida. Ese día la tenía completamente sin abotonar debido al calor.
Lo primero que aprecié fue la gran cantidad de pelos blancos en el centro de su pecho que luego se convertían en entrecanos, estaba todo el pecho tapizado de pelos. Luego en un movimiento que hace veo que su pecho no solo era grande y fuerte como siempre había advertido sino también tenía pectorales voluptuosos y marcados como un culturista.
Lo otro destacable que este macho infernal tenía eran su brazos. Verlo de mangas cortas fue impresionante. Sus brazos parecían columnas de acero. Estaban llenos de pelos entrecanos y con muchas venas que hacían de sus brazos una atracción irresistible a la vista.
Si bien no miraba fijamente sus bíceps por vergüenza a que me pille como un mirón, pero vi que parecían mucho más grandes de lo que los había imaginado.
Mientras yo pensaba y admiraba disimuladamente (o eso pensaba yo) esta belleza humana, él hablaba de no se qué… Y de repente me dice:
— Andresito: discúlpame que te recibo con esta pinta pero hoy el día ha sido un desastre.
Yo respondí «No te preocupes Horacio». Y él ahí me dice «Es que me doy cuenta me estás mirando y pensando que soy un desprolijo….»
Yo me quedé helado. Era obvio que se había dado cuenta de que lo observaba. Y sin darme cuenta le digo: «Simplemente me fijaba en que bien estás mantenido físicamente para la edad que tienes…»
— Uy Andresito…. Me estas tratando de viejo… no me digas eso (y comenzó a reir)
— No Horacio! Al contrario. Ojalá yo a los 50 años tuviera ese cuerpo. Mejor dicho: ojalá hoy tuviera la mitad de ese físico. (yo estaba muy excitado pero esta vez sí lo disimulaba bien)
— Mira Andresito. El ejercicio físico el lo mejor que hay tanto para el cuerpo como para la mente. Yo juego al futbol, al tenis y salgo a correr 2 veces por semana. Eso me hace muy bien.
Yo le respondo:
—Sí Horacio, pero ¿como hacés para tener un cuerpo tan grande?… eso ya es genético. Yo practico algo de deportes y soy un desastre (le digo riendo).
— Lo que pasa Andresito es que hace casi 30 años que levanto pesas
Yo me quedé mudo.. no sabía qué decirle. Por mi cabeza pasaban cientos de pensamientos. Mi excitación era ya casi incontenible aunque por suerte no tenía erección (estaba muy preocupado por evitar el papelón).
Y le respondo:
— De todas maneras Horacio, yo siempre voy a ser el mismo flacucho (lamentándome)
Y él me dice:
— ¡No Andresito! No digas eso! Yo cuando tenía 18 años era como vos y mírame ahora. Con ejercicio y dedicación todo se puede.
Mientras decía aquello se rascó su brazo derecho y pude notar sus biceps en todo su esplendor. Estaba frente a lo más grande que alguna vez haya visto. Era una masa de carne con pelos entrecanos enorme y fuerte! Tenía una vena muy gruesa que lo recorría. No podía creer tener frente a mí ese brazo fuerte de hombre maduro. Entonces me dice:
— Vení, mirá, toca como es. Te aseguro que con dedicación algún día podés tener un brazo así.
Ahí yo ya estaba completamente ido e ilusionado de que algo por ahí pasaba. Pero también tenía vergüenza y miedo. Si semejante bestia me llegaba a dar un golpe con esa columna de músculos me mataba.
Tímidamente apoyo mi mano sobre su bicep. Mi mano en su brazo era insignificante, parecía la pequeña mano de un bebé, ja. Luego de apoyar la mano, él, traba su bicep y este crece descomunalmente. No podía creerlo… Estaba tocando el brazo más fuerte y peludo que, al menos yo, haya visto.
Sentir ese brazo de acero, enorme y todo peludo desató instantáneamente una erección que era imposible ocultar. Él lo advierte, pero no dice nada. Se va hasta la puerta y cierra con llave. Yo no lo podía creer. Los segundos eran eternos. Se acerca y me dice:
— Te voy a mostrar lo que hago todas las mañanas. Empieza a hacerlo y yo te voy a ir completando la rutina de ejercicios.
Entonces empieza a sacarse la camisa lentamente mientras me explicaba. No podía creerlo ni podía pensar en nada que no fuera disfrutarlo. A medida que se la sacaba iban emergiendo cientos de pelos blancos. Era un oso de los más peludos. Yo no podía pensar y no podía creer que semejante macho estuviera haciendo eso delante mío.
Entonces me mira a los ojos perforándome y me pregunta:
— ¿Estás apurado? Lo dejamos para otro día si querés (yo a eso lo interpreté como: ¿querés que te rompa el orto pendejo?)
— No Horacio. Me interesa mucho, respondí.
Se terminó de sacar la camisa y quedó con el torso desnudo delante de mí. Ante mí estaba el macho más hermoso de la vida. Maduro, todo cubierto de pelos. Todo el pecho con pelos blancos y el resto del torso con pelos entrecanos.
Tenía pelos hasta en la espalda y hombros. Los pectorales, los brazos y hombros que tenía eran deslumbrantes. Me sentía avasallado por semejante macho. Su fortaleza y sus músculos maduros me tenían hipnotizado.
Se lanzó al piso y comenzó a hacer frenéticamente muchas flexiones de brazos. En muy poco estaba empapado en su traspiración de animal en celo. Se levanta y veo todos esos pelos húmedos. Y ese cuerpo con esos músculos todos hinchados por las flexiones y los movimientos acelerados de sus músculos. Se acercó y con ese olor a macho contrae todo el torso destacando los músculos de sus pectorales.
Yo ya no podía razonar. Comencé a acariciar ese pecho de acero y a sentir esos músculos de hierro y esos suaves pelos ya húmedos. Eran dos rocas increíbles cubiertas de pelos tupidos y suaves.
Se acercó y me dijo al oído:
—Q uiero hacerte el amor Andresito.
Después de eso comenzó a besarme el cuello con su hermosa barba. En ese momento pensé que moría de placer. Envuelto por aquel pedazo de toro. Me comió la boca y me besó como nadie. Mientras tanto yo bajaba mi mano hasta llegar a su bulto y le desabrocho los pantalones.
El tamaño de su bulto no desentonaba con su cuerpo. Era enorme!. Mientras tanto no sé como hizo pero me arrancó toda la ropa en un segundo y quedé completamente desnudo en frente de el.
Ahí estaba; mi cuerpito chico y semi-lampiño junto al de semejante bestia peluda y musculosa. ¡Era impresionante!
Me dijo que estaba enamorado de mí y que nunca le había pasado algo así.
Le bajé el boxer blanco y me encuentro con un pedazo de carne que le colgaba entre las piernas como si fuera una boa gigante. Una verga de más de 20 cm y era muy gorda
De más está decir que hicimos y me hizo cosas que no sabía existían y semejante bestia me terminó rompiendo el culo. Hay detalles que no puedo dar por una cuestión de privacidad ya que seguimos siendo amantes hasta el día de hoy y él es una persona conocida en su círculo de negocios.
Esta fue mi aventura por las que hemos pasado mi osito y yo, pero esta fue sin dudas la más inolvidable que viví con él….No sé como sobreviví a esa experiencia.
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