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Tres jóvenes hermosos solo para mi

Eran más altos que yo, rondando el metro ochenta, y los tres vestían con bermudas, algo bastante común en aquella época del año en La Paz (Mendoza). Uno de ellos abrió el maletero y sacó una gran toalla que extendió en el suelo, pidiéndome que me acercase para comenzar con el juego.

Engañando a mi novio

Llegamos a su casa, seguía besándolo, y él me tocaba de una manera tan suave, me decía cosas tan hermosas, era algo muy distinto a la vida que había tenido con Armando, pero es que no era mi culpa, era solo que conocía otra vida.

Cruising en el baño de la plaza

Cuál fue mi sorpresa, que se voltea y traía la verga fuera del pantalón y bien parada. Se acerca a mí y me dice “mámamelo“ yo aún con mi asombro ante esa verga de unos 18 cm no reaccioné.

Fernando me masturbaba

— Si, pero mi novia está de viaje con sus padres y yo… — dijo abriendo su guardapolvos y mostrándome una poderosa erección que sus pantalones ajustados destacaban más aún.

El despachador de la tiendita

No me importó y yo lo agarraba por la cabeza para que se la tragara toda, era yo quien guiaba la faena mientras él torpemente sacaba y metía mi palo a un ritmo que pese a su inexperiencia.

Sorpresa en el vapor

Cerré los ojos, y me quité lo que traía en la cintura. Ya relajado de pronto sentí una mano recorriendo lentamente desde mi rodilla, deteniéndose brevemente a juguetear con el vello de la parte interna de mi muslo e inevitablemente acabando por tocarme los testículos..

Descubriendo el cruising

Me saqué la verga y le bajé el cuerito para disponerme a orinar, cuando solté el chorro de reojo vi que el chavo se acercó descaradamente. Volteé y ahí estaba viendo mi verga. No sé si fue una señal involuntaria que hice o de plano se me notaba la putería. Se me paró de balazo aún orinando.

De niño en el balneario

Sé que para la edad que yo tenía era muy tremendo arriesgarme de esa forma, pero me fascinaba eso y de verdad quería tocarle esa polla riquísima.

Mi maestro favorito

Así que comenzamos jugar con nuestras lenguas entrelazadas, en ese momento no había nada que nos preocupara, comencé a quitarle la desabotonarle la camisa, poco a poco.

La orgia del cibercafé

Todo eso era confuso, era como otra parte d mi que me tenía ahí viendo a un montón de machos comiéndose entre ellos, era de verdad una sensacion rara.

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.