Octava ronda.

Mi nuevo reto decía: Deja que el jugador de tu izquierda juegue con el maseajeador prostático durante dos minutos, sin correrte. 4 puntos. Yo mismo había escrito ese reto, así que lo busqué entre mis cosas y se lo entregué, me quité el short y me tumbé bocarriba en el suelo, dejando al aire mi entrada, mientras que mi erección era contenida por la tela del suspensorio.

Miguel no tardó en colocarse entre mis piernas alzadas y colocó un poco de lubricante en mi ano y en el juguete, que era una curva negra de silicón, de unos 15 cm y un grosor parecido al de dos dedos.

Sentí como lo empezaba a introducir y simplemente me relajé para disfrutar, pasara lo que pasara. Miguel sabía manejar el masajeador de gran forma, lo movía lentamente en círculos y tenía bastante precisión para encontrar mi próstata, el tiempo pasaba y yo empezaba a sentir esas “ganas de orinar” características de la próstata, la mancha de presemen era ya muy visible en la tela del suspensorio. P

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ara mi fortuna, el celular sonó, indicando el fin del tiempo establecido, podría avanzar esos cuatro lugares.

La carta de Rodri le indicaba dedear al jugador de su izquierda (osea yo) y otorgaba justo los dos puntos que necesitaba para llegar a la meta, más un punto para el dedeado. Tenía ya un pie dentro del short, pero simplemente lo hice a un lado y volvía a colocarme en la misma posición en la que había estado.

Rodri llegó a mi lado y empezó directo con dos dedos, los sentía huesudos y largos dentro de mí, se dio cuenta de que estaba bastante abierto, así que fue por el tercero y empezó a moverlos, abriendo al mismo tiempo mi esfínter al separar los dedos.

Yo me sentí en la gloria, y simplemente cerré los ojos y empecé a gemir un poco, hasta que sentí que también introducía su pulgar en mí y eso sí me arrancó un sonoro quejido/gemido que lo animó a seguir moviéndose.

Finalmente retiró sus dedos de mí, con la excusa de que si no lo hacía, sería él quien terminara corriéndose, me sentí vacío y con ganas de que continuara con su labor, así que le indiqué a Rodrigo que siguiera con el trabajo, hasta que pudiera meter los cinco, ya que el chico no podía negarse como parte de su castigo por correrse la ronda anterior.

Rodrigo se acercó y metió los mismos cuatro dedos que el anterior había tenido dentro de mí, pero sus dedos eran más gruesos, y pude sentir cómo me dilataba aún más. Estuvo así unos segundos más, hasta que se animó a meter su meñique también, llevándome definitivamente hasta el cielo. Estuvo jugando otro rato, logrando meterlos ¾ del camino hasta los nudillos.

Mientras me recomponía y acomodaba, Daniel tomó su tarjeta, leía: Haz un trenecito con dos voluntarios, contigo en medio. Si tienes que retirarte antes que el oponente que te está cogiendo, pierdes. 5 puntos.

Una vez más, Daniel argumentó que sólo era activo, sin embargo le hicimos ver que, de no hacerlo, no tendría prendas para la siguiente ronda, y perdería la oportunidad de ganar, en caso de que Rodri no lograra ganar en ésta.

Al final accedió, con la condición de que fuera Rodri quien se lo cogiera a él, ya que, además de ser su amigo, también tenía la verga más pequeña del grupo. Yo me ofrecí como voluntario para ser el frente del trenecito, ya que era un desperdicio no hacer nada con el culo tan dilatado como estaba.

El lugar más cómodo para hacerlo sería la sala, conmigo acostado en el sofá, con el culo apoyado en uno de los descansabrazos, mientras Daniel me cogía de pie, con una pierna arriba del sofá y Rodri a él, igual de pie.

Primero teníamos que preparar el culo de Daniel, así que le pedimos a Rodrigo que lo empezara a dilatar con sus dedos y el lubricante, Daniel parecía incómodo al principio, pero pronto se había relajado y se veía placer en su mirada.

Una vez listo, me coloqué en posición y Daniel se colocó en la entrada y empezó a empujar, a pesar de la dilatación previa, su verga tenía un tamaño considerable y me ardió un poco, fue delicioso sentirme empalado por ese chico tan lindo que había llamado mi atención desde el primer momento.

Después vino Rodri, yo tenía primera plana para ver el rostro de Daniel, que se contorsionó un poco y supe que había empezado a entrar, se puso un poco colorado, con los ojos cerrados y enseñando los dientes, Rodri anunció que ya estaba todo dentro y nos quedamos quietos unos segundos mientras Daniel se acostumbraba a la sensación de su ano recién desvirgado.

Mire a los demás y vi que por fin el pedazo de carne de Rodrigo había vuelto a despertar y se encontraba ya de un tamaño considerable. Le permitimos a Daniel tomar control de la situación y que fuera él quien empezara a moverse, así lo hizo y, de inmediato, pude sentir como mi recto se vaciaba y volvía a llenar con cada embestida leve del chico.

Su cara fue cambiando, hasta que reflejaba únicamente gran placer –Esta es la mejor sensación que he tenido en mi vida. – dijo.

No habían pasado más de dos minutos, cuando Rodri se retiró del trenecito, dándole la victoria a Daniel, y dejándome a mí, una vez más, con una sensación de vacío y una tremenda excitación, cuando éste retiró su verga para ir a ponerse toda su ropa de nuevo.

La tarjeta de Leo decía: Hazle un baile sexy con lo que tengas puesto al jugador de tu izquierda. 2 puntos. No era mucho, pero Leo lo tomó, se fue hasta la silla de Daniel y empezó un baile, meneando las caderas, con una carpa en sus calzones, se sentó en las piernas del mismo, y empezó a restregarse un poco.

El baile continuó por unos segundos más y Leo terminó por apartarse y adelantar su pieza, dejando a Daniel abochornado.

Rodrigo perdería turno, así que fue Miguel quién tomo una tarjeta y leyó: Deja que todos te metan y saquen la verga completa una vez. Tú eliges el orden. 5 puntos. Miguel ya no tenía muchas esperanzas de ganar, sin embargo, no dejaría de competir, así que por fin decidió que el orden fuera: Rodri, yo, Leo, Daniel y al final su hermano, que volvía a tener su verga al 100 y lista para la acción.

Adoptó la que ya se había convertido en la postura clásica para recibir verga en esta partida, y apoyó sus codos en la mesa, dejando libre su culo, que ya se encontraba sin telas de por medio.

Se acercó Rodri y empezó a untarle un poco de lubricante y no tuvo que trabajar mucho, pues el ano de Miguel ya había empezado a abrirse sólo. Metió su verga sin muchos miramientos, hasta que su abdomen cuadriculado tocó las nalgas del pasivo y la sacó de nuevo.

Fue mi turno, me coloqué en su entrada y empujé, se sentía demasiado bien, di gracias que solo era sacar y meter una vez, pues no habría tardado nada en correrme si lo hubiese tenido que hacer más veces.

Leo hizo lo mismo, pero Miguel apenas y se inmutaba, fue hasta el turno de Daniel, que realizó un gesto, mitad dolor, mitad placer. Al salir, Rodrigo no tardó en colocarse detrás de su hermano, simplemente escupió en la entrada y se decidió a empujar, ahora sí Miguel reflejaba sensaciones en su rostro. U

na vez que estaba toda dentro, empezó a sacarla, pero justo antes de que estuviera toda fuera, la volvió a meter de golpe y Miguel sólo emitió un gemido audible, pero no dijo más, al ver la reacción, Rodrigo empezó a darle unas embestidas violentas a su hermano, todos estábamos verga en mano, masturbándonos.

Fue Rodri quien se acercó a los hermanos para detenerlos, pues debíamos terminar el juego.

Ya no había nada que hacer, Rodri se encontraba en la casilla de reto final, y los más cercanos (Leo y Rodrigo) se encontraban a 6 casillas de distancia, nadie estaba en una casilla tapada, así que eso ya no influiría más.

A Rodri sólo lo separaba el Reto Final de la victoria. Tomó una tarjeta de Reto Final y decía: Ganas el juego, haciendo el compromiso formal de ser el receptor de un Gang-Bang por parte del resto de los jugadores.

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