Todo empezó en la escuela. Yo tenía 11 años e iba junto con un compañero de 13 años de nombre Eduardo. Todo era normal hasta que un día estando yo en el baño de la escuela me empezó apoyar la pija en el culo.

Se sentía redura pero yo me quedé inmóvil pues era por demás tímido y sumiso. Siguió por varias semanas hasta que a la salida del colegio me dijo que más tarde me esperaba para ir a jugar al fondo de la casa de la abuela.

Esos juegos eran seguir avanzando; me ordenaba tocarle la pija sobre el pantalón y después besarla sobre el slip. A la semana me dijo que me esperaría a la salida del cole y me llevó a su casa porque no había nadie hasta la tarde.

Esa vez me obligó a desnudarme y ponerme una bikini de su hermana. Además me hizo pintarme los labios de un rojo carmín que tenía su mamá. Además ahí me fue ordenado como mamarsela.

Su pija era enorme para mi y me costaba mucho tragarla toda pero me agarraba de los pelos y me la enterraba hasta la campanilla. Ese fue el momento en que me ahogo por los chorros  de leche que me aventó en mi garganta. 

Luego me hizo limpiarle bien la pija comiéndome también los restos de leche que le quedaban en su juvenil mástil de carne. Me obligó a permanecer arrodillado hasta que él recuperara sus fuerzas.

Luego de un rato me puso a mamarla de nuevo empezando cuando la tenía aún dormida. Se la mamé hasta que estuvo como un fierro de vuelta. Ya que la tenía bien dura me puso a lo perrito y me escupió la cola.

Entonces, como imaginarán, me la enterró de un solo movimiento. Yo estaba pequeño así que mis gritos de dolor eran muchos. Le imploraba que me la sacará pero a él no le importaban, por el contrario, me la sacaba y la volvía a enterrar a su entero gusto.

Así estuvo hasta que me inundó la cola de leche nuevamente. Yo, como pude, llegué al baño y cagué la leche mezclada con sangre. Mi dominante llegó al baño y me dijo “desde hoy sos mi putito esclavo” y me meo encima mientras se reía e, incluso, me hizo tragar un poco.

Fueron como hasta los 14 años me obligó a muchas cosas que hasta hoy nunca más hice. Pero a veces me ratoneo con encontrar a alguien.

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