Yo soy un chico serio de color lampiño velludo cara de macho, no me gustaban los hombres hasta que el más nalgon de la prepa me las presto.

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Soy serio y tengo poco amigos aún así. Una ocasión los compañeros del bachillerato rentaron un cuarto y empezaron a organizar fiestas ahí. El tipo del que les cuento era de los más populares; estaba de buen ver pues cuerpo tipo deportivo y unas nalgas que resaltaban a kilómetros.

En una fiesta de la preparatoria tipo antro hicieron concurso entre mujeres playeras mojadas y entre los hombres decidían quién era el más nalgon de la prepa. Entre varias botaron y tocó a él ganar el nombramiento de ser nalgón y como estaba lampiño todas lo querían tocar.

Estábamos por cierre de semestre y había más reuniones que nada, casi cada tercer día. En una ocasión, cómo nos fuimos en una combi, me tocó cargarlo en la pierna por falta de espacio. A el no le importo la burla pues no éramos desconocidos, ya habíamos hecho trabajos juntos pero tampoco éramos muy amigos, digamos que solo compañeros de trabajo.

Sin embargo, como es algo extrovertido, le valió y se sentó en mi. No era para mas, sus nalgas sobresalieron y cómo era algo extrovertido jugo un poco con mi pierna echando ambiente. Si note una pequeña erección con el movimiento de glúteos pero esos 30 minutos en llegar a nuestro destino lo pude controlar.

Pasaron dos o tres semana y nos invitó a su casa de fiestas, su amigo, otro dos y yo. Se me hizo raro pero así fue. Fui cooperamos para el alcohol y nos pusimos una peda. En el cuarto solo había un colchón y el baño.

Los dos que iban con ellos se fueron, las muchachas no quisieron ir, y había una amiga de todos pero ella estaba con su amigo tomando cariño en el baño. En el colchón estaba el nalgón quien se puso una peda tremenda.

Estaba muy ebrio por qué ya estaba hablando de más y decía cosas raras. Yo me iba a ir pero, se le veían sus nalgas lampiñas pues a media nalga traían pantalón y la trusa. Eso me excitó y me acerqué para tocarlo, lo cual hizo que volteara a verme.

Él guardo silencio y pasamos saliva; nos vimos fijamente como poniéndonos de acuerdo sin palabras. Luego el bajo y me la empezó a mamar. Mis casi 20 centímetro se los estaba comiendo, con lujuria.

Yo con una mano le baje el pantalón su boxer resaltaba con tremendo culo esponjoso aperlado. Le di unas nalgadas y se quejo pero aproveché para meterle más la verga en la boca. Sobé esos glúteos y le di besos negros. Con mi lengua jugaba al rededor y con mis pelos de barba le raspaba el entre culo.

Le abria y cerraba el ano; le metí un dedo y después otro dedo. Se sentía demasiado caliente. Entre ruidos me decía «métemela que esperas… a ver que se siente». Sin pensarla lo puse en cuatro con mis dos manos de par en para abrí las nalgas y con fuerza se la metí repetidas ocasiones escuchando aplausos fuertes.

Sudaban sus duras nalgas y mi abdomen del las embestidas. Yo perdí la noción del tiempo, solo pensaba en meter y sacar con movimientos de izquierda derecha y de arriba a bajo. Luego lo puse aun acostado de la ventana, de la puerta, cómo si estuviera parado. Sus curvas redondas decían «más papi más».

Después me acosté y él rebotaba muy bien con sus nalgas grandes que se restregaba de izquierda a derecha arriba abajo. Del placer me le escupí la leche dentro y no salió ninguna gota de lo apretadito que estaba, solo se lubrico su túnel.

Nuevamente lo recosté boca abajo y rebote encima de ellas ya lubricadas. Es uno de los mejores culos que tenido en mis manos.

Nuevamente se puso en cuatro y después de una embestidas sentí como eyaculo apretando mi miembro lo que enseguida me hizo expulsar a mi leche caliente por segunda vez. Ambos quedamos con piernas débiles y temblorosas de que habíamos dado todo.

Recuerdos cómo temblaba sus glúteos y en medio escurriendo semen. Me mostró y su ano rojo abría y cerraba expulsando mi leche. Yo lo limpie nos vestimos. Al poco rato salió su amigo del baño de la sala con la niña y se fueron, creo no se dieron cuenta por qué nadie dijo nada.

El día siguiente todo normal en clase. Los días siguientes, en ocasiones veo como lo nalgean diciéndole «préstalas», «estás bien nalgón», «el rey nalgón». Todos se las tocan con morbo pero sin saber que ya no son vírgenes y están hechas a mi tamaño y medida. Cuando están hambrientas y calientes hacen que él me busque, para repetir lo que pasó el cuarto de aquella.

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