🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥
Me llamo Samuel, tengo 31 años y mi primer encuentro fue con mi primo que es solo un años menor que yo.
Todo empezó cuando tenía 10 años: mi tía se divorció y se fue a vivir a mi casa con mis prim@s, por espacio teníamos que compartir cuarto y por la edad y como nos llevábamos bien me tocó compartir con mi primo.
Sinceramente no recuerdo cómo empezó todo pero teníamos un juego que duró aproximadamente 2 años, el tiempo que vivieron ahí, decíamos que «jugábamos al amor» cuando estábamos solos en el cuarto nos besábamos, nos tocábamos el pene y las nalgas.
Pero la historia que vengo a contar pasó a inicios de Febrero de este año. Yo salí del closet a los 17 años y el se dice ser hetero, ha tenido demasiadas novias y se le conoce en la familia por mujeriego pero aun nos llevamos bien, somos muy cercanos aunque nunca volvimos a hablar de los que hacíamos de niños hasta hace unos días.
Yo trabajo de uber y estaba muy cerca de su casa un Domingo y le pregunté si estaba para pasar a visitarlo y almorzar algo, me dijo que pasara sin problema pero que llevará algo por qué no tenía nada y estaba crudisimo.
Le aviso que llegué y como siempre me avienta las llaves por la ventana, al entrar veo q está en short y que no llevaba ropa interior pues su pene se le marcaba de forma natural y se movía demasiado y llevaba una playera blanca vieja sin mangas y casi transparente.
Siempre me ha parecido atractivo (es muy alto 1.80 a comparacion de mi 1.65), por el short que llevaba no podía dejar de ver su bulto, me excitó demasiado y ya traía la verga durísima.
Al terminar de almorzar pasamos a la sala a seguir platicando, me decía cómo seguirá por su última ruptura amorosa y como tenía semanas sin coger, mientras yo no podía despegar mis ojos de su entrepierna y pude ir viendo cómo se le paraba la verga a mi primo y se rascaba los huevos. Supongo de daba cuenta como no podía dejar de verlo, así que se paró y fue hacia su cuarto.
Al salir me ofreció un cigarro mientras prendía el suyo, ahí estaba parado frente a mi prendiendo el cigarro con una gran erección que no disimulaba. Lo único que yo quería hacer era bajarle el short y mamársela y al parecer leyó mis pensamientos y me dijo «ya primo, no te hagas wey y hechame la mano. Tengo días sin coger y ya ví como me la andas viendo. Como lo hacíamos en tu cuarto de niños».
Eso me prendió demasiado y solo me limité a decirle «pues sacatela». Sin pensarlo se quitó la playera y se bajó el short, al instante me llegó el olor a macho sí verga y sus huevos sudados y olor a orines. Tenía la verga peluda, como si nunca se recortaba sus vellos, y escurría precum a lo bestia.
De un solo movimiento me metí su verga hasta el fondo de la garganta, lo cual hizo que soltara un gemido muy fuerte. Agarro mi cabeza por detrás y marcaba el ritmo de mis mamadas mientras me echaba el humo de su cigarro en la cara. Me apartó y me dijo que lo siguiera hacia su cuarto.
Llegando me agarro a besos como loco, me metia la lengua lo mas profundo que podia y en repetidas ocasiones me escupía dentro de la boca. Me ayudó a desvestirme. Y sin aviso alguno me tiro en la cama y se acomodó de tal forma para que hiciéramos un 69. Pude notar que no era la primer verga que se comía, mamaba muy bien.
Después de un rato de estárnosla mamando me volteó con facilidad y comenzó a mamarme el culo, lo besaba, le escupía, me mordia las nalgas e iba introduciendo un dedo hasta que pudo meter tres. Me volvió a acomodar para quedar ahora boca arriba, abrió mis piernas hacia sus hombros y sentí su verga partirme a la mitad.
Aunque estuviera jugando con sus dedos en mi culo aun no estaba listo para su verga, la cual dolio demasiado y solté un gemido que casi fue grito pero no la sacó, al contrario comenzó a bombearme mientras se inclinaba para besarme y poner su mano alrededor de mi cuello.
Pasamos así un poco de tiempo cuando comenzó con una mano masturbarme y la otra en mi cuello y a bombearme más duro, sentia su verga hasta el fondo, me escupía en la boca.
Yo sentía que estaba a punto de terminar y solo le pude decir «me voy a venir» y al instante solté chorros de semen en su mano y sobre mi abdomen, no dejaba de jalarmela y aceleró sus movimientos de cadera cuando salió de mi y dirigió sus chorros de semen hacia mi, cayeron en mi abdomen, pecho y algo al cuello e introdujo su verga en mi boca.
Terminamos acostados en su cama, menos de sudor y semen. Nos dormimos y al despertar lo volvimos a hacer para terminar bañándonos juntos. Al terminar la tarde era hora de irme y nos volvimos primos de nuevo, como si no hubiera pasado nada.
Me dijo «primo, que bueno que viniste a ver si te puedes dar una vuelta más seguido» y al momento de decirlo su cara cambió y sabíamos exactamente a lo que se refería. Espero con ansias volverlo a visitar en esta semana.