🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

El chico del gas es un tipo alto, moreno, no tan gordito, con una voz grave y profunda, lógico luego de tantos años gritando “gaaas”, y medio sexy así como me encantan tipo chacalón.

Una vecina se le ofreció y se hicieron novios y así, pero antes de que ella le pusiera el ojo encima yo medio le coqueteaba discretamente. Aclaro que yo no soy agraciado ni nada, y por lo mismo incluso pensé que no respondería a mis actos pero no fue así.

El chiste es que yo lo intenté y el chacal solo se dejó manosear una tarde en mi casa, y fue ahí me percate de la tremenda polla que se carga le calcule unos 20 cm.

Yo quedé fascinado y enamorado pero en eso pasaron cosas y deje de verlo, y ya cuando lo volví a ver ya estaba de novio con mi vecina, y la verdad es que yo ardía en celos pues me imaginaba como se comía a ese machote y me la jalaba en las noches imaginándomelos follando.

Un día mi madre se había ido de viaje a Acapulco con algunas amigas y me quedé yo solo en mi casa por tres días. El primer día pasó el chavo del gas y la vecina no estaba; yo hice como que le pedía el gas pero le guiñé el ojo y él de inmediato se percató de mis intenciones y se acercó a mi. Yo fingí que tenía un problema con mi tanque y él me siguió el juego, para no levantar sospechas entre los vecinos.

Ya para cuando entró a mi casa y cerré la puerta ya lo tenía abrazado a mi pegándome a su ropa sudada y notando esa respiración tan agitada, sintiendo su cuerpo grueso y de macho y sus brazos ejercitados de tanto cargar los tanques, y así como si fuera yo un tanque más me cargó y eso me prendió un montón pues soy delgado, y así besándonos me llevó a mi cama.

Yo quedé boca arriba y él se metió entre mis piernas, se quitó la camiseta, me quitó la mía y nos seguimos besando, nos acariciamos, nos hablábamos sucio al oído y gemíamos de placer.

Yo ardiendo le empecé a quitar el pantalón, él me quitó el short que llevaba y de inmediato me quedé en calzones; él tenía trusa a través de la cual me dejó ver esa enorme polla y que efectivamente medía 20 cm o más.

Cuando miré esa tremenda polla me la quería tragar y sentar en ella, pero él no me dejó, al contrario me tomó de la espalda metiendo su mano en mi espalda y con un solo movimiento me volteó; yo quedé más excitado de lo que ya estaba pues esa fuerza no cualquiera la tenía.

Entonces se puso sobre mi permitiéndome sentir todo su cuerpo y su polla en mi espalda que palpitaba de lo dura que estaba. Yo movía mi culo como para que él se bajara y me la deja ir sin piedad, pero no él me empezó a besar la espalda y a lamerla toda, desde el cuello hasta las nalgas y de pronto puso sus manos en mis nalgas, las apretaba de modo que me hacía gemir del placer, me levantó de la cintura a la altura de su cara y sentí entonces lo más rico de la vida, su lengua queriendo abrir mi ano en un delicioso beso negro.

Yo ya no aguantaba y gemía tan fuerte que sentí que todos en el edificio me escuchaban, pero no me importaba.

Él seguía lamiendo mi culito y yo con mis manos le masturbaba la polla que solo me imaginaba mamar y dándome sentones en ella; de pronto me volteó otra vez y viéndome a los ojos me dijo.

– ¿quiere mamar?

A lo que yo respondí – si, mi amor.

Bajó mi cabeza y me puso su enorme polla en la cara; primero jugueteó con ella dándome golpes en la cara y en la boca, yo con la lengua de fuera la saboreaba, así estuvimos un ratito hasta que dejó que me la metiera a mi boca, y enseguida que me la metí él empezó con su jugueteo de meter, sacar y con lágrimas en los ojos lo dejaba que hiciera de mi lo que él deseara. Yo solo me dejaba llevar por ese machote follándome completo.

Así estuvimos un rato, mientras él metía y sacaba su polla en mi boquita mientras con sus manos trataba de abrir mi culo, separando mis nalgas, escupiéndolas y dedeándome. Yo solo quería morir de tanto placer que sentía en ese momento.

Susurrando me dijo – ¿quieres que ya te haga mía? — Y yo son su polla en mi boca solo moví la cabeza afirmando lo que me preguntó.

Dejé entonces de mamar y me puso como lo que era, su perrita, y él escupió, dedeó, lamió, abrió, nalgueó, jugó con mi culito, como un profesional. Yo no veía la hora en que me metiera esa polla en mi culito apretado. Fue entonces que me dijo – ahí va… aguántala que te voy a dar sin piedad.

Yo solo quería que me partiera en dos.

Sentí su cabeza enorme jugar en mi entrada, él escupió y empezó a empujar, dolió mucho pero era más mi placer así que no le di importancia y ese dolor lo convirtió en placer cuando me hundió completos sus 20cm dentro de mi. Yo sentí como si algo me atravesara todo mi cuerpo y empezó ya con confianza su juego de meter, sacar, meter, sacar despacio en lo que me acostumbraba a su tremendo amor que me estaba dando.

De pronto empezó más duro y más duro, hasta que la velocidad se volvió tanta que yo gemía como una desesperada hambrienta pidiendo más y más cosa que a él le excita, o al menos así creo, porque sentía cómo me partía en dos con esa fuerza que solo él tienen.

De pronto y con la polla aún adentro, me dio la vuelta quedándonos frente a frente, él metiendo y sacando su verga pero aún mirándonos fijamente, sintiendo nuestros alientos y nuestro sudor recorriendo nuestros cuerpos.

— quiero que seas mi putita por siempre — me dijo — y que solo a mí me dejes entrar en ti.

Yo todo excitado le dije que sí. De pronto empezó a gemir duro y a respirar más agitado apretándome más. Ya no aguanté y me dejé venir en su cuerpo apretando mi culito en automático con su polla dentro; eso lo enloqueció y también él se dejó venir con una fuerza que sentía que me venía de nuevo con cada chorro de su néctar en mis intestinos.

Oírlo gemir apretándome y besándome hicieron que me enamorara de él. Yo quería solo follar con él pero nunca me imaginé que me rompería de esa manera. Estuvimos acostados, agotados, agitados y sudados un largo tiempo. Luego me acomodé en su pecho y él me abrazó. Nos miramos a los ojos y nos besamos de nuevo.

Después nos levantamos, él se vistió mientras yo solo me puse mi short y lo acompañé a la salida, no sin antes ofrecerle agua y unos besos tan apasionados que me hizo excitar más. El susurró – te dejó eso para que me recuerdes — y guiñando el ojo me besó nuevamente. Él se fue sin decir adiós. Yo solo quedé con sus mecos chorreando mis piernas, enamorada y con ganas de más, tanto que tuve que meterme un dildo para sacar todo ese néctar de macho que escurría de mi ano.

Después de ese día ya no pudimos estar juntos pues la vecina no lo dejaba ni a sol ni a sombra pues notó que varias vecinas y vecinos de mi calle lo deseaban.

¡Comenta! (No es necesario registrarse, solo escribe el comentario y da ENVIAR)