Inicio contándoles que soy de Venezuela, tengo actualmente 35 años, moreno, de 1.67 metros de altura y con buen cuerpo y una excelente dotación (19 cm). Mi relato ocurrió hace ya unos 5 años.
Resulta que estaba en formación para ser religioso (sacerdote) y por ende me tocaba acompañar a los grupos de jóvenes a todas las actividades que tuvieran; por ser el fin de su curso de confirmación los llevaron de retiro a una casa acondicionada para tal fin en la que hay muchos cuartos, salones y una capilla. Los cuartos son dobles, en cada uno hay dos camas.
A mi me tocó compartir con un compañero conocido, de los que habían ido a cuidar también a los chicos, él de mi misma edad, también de buen cuerpo y unas nalgas bellísimas.
Resulta que la primera noche no sucedió nada, nos dedicamos a cuidar a los jovencitos, pero al siguiente día mi amigo empezó a sentir una molestia en su culo, decía que sentía que tenía algo allí.
Fue tanto que me pidió el favor de revisarlo, yo con mucha pena lo hice y le dije que no veía nada, pero él insistía en que tenía un dolor que le daba por momentos. En la noche, cuando ya nos íbamos a dormir él entró al baño, se duchó y al salir entre yo. De lo más normal.
Apagamos las luces del cuarto y nos enrollamos cada quien en su respectiva cama. Al rato empezamos escuchar afuera de los cuartos a los jóvenes corriendo y cambiándose de cuarto. En ese momento nos levantamos para ver lo que pasaba, (cabe resaltar que ambos dormimos desnudos, por ser hombres y que no nos incomodaba la situación).
Al asomarnos a la ventana efectivamente vimos a los chicos correr, y él tratando de ver más se acercó mucho a mí, dejando su torso justo en mi espalda. Cuando yo me moví para volver a mi cama su guebo rozó mi glúteo, pero no le paramos…
Yo me acosté y él volvió a su cama también, en un momento que me giré a verlo él se estaba masturbando muy rico. Y yo me quedé quieto por un momento hasta que le pregunté si necesitaba ayuda, a lo cual respondió que si yo quería él no se molestaba.
Y de una me pasé a su cama, tomé su guebo en mis manos y lo empecé a masturbar mientras nos besabamos apasionadamente.
Sé que le gustaba lo que yo le hacía pues él me decía que qué rico y cerraba los ojos mientras mi mano subía y bajaba sobre su hermoso falo de casi 19 centímetros (como lo supe después).
Él notó mi erección y se abalanzó a comérmelo en una rica mamada que por lo sorpresiva me sacó el aire en un delicioso gemido ahogado para que ninguno de los cien chavos que estaban fuera del cuarto nos descubrieran.
Luego de eso me dijo que lo penetrara y lo intenté, pero por ser muy grande o él muy virgen la verdad fue que no entraba y le dije que él se subiera y se sentara metiéndoselo él mismo. Así lo hizo, qué sensación más rica.
Así estuvimos un rato, yo dándole y él gimiendo ahogado súper rico, besándome y pidiendo que le diera más. Cambiamos de posición porque nos pareció oír un ruido afuera, mientras él veía por la ventana yo lo clavaba desde atrás.
Cogimos como por una hora. Era tanta la excitación que yo acabé pero no se lo saqué, por el contrario ahí mismo le seguí con el segundo sin sacárselo. Al final el me pidió que parara, lo sacara y me masturbara regándole todo el culo con mi leche.