Con ellos se dio mi inicio en las satisfacciones sexuales compartidas. Ya éramos adolescentes, yo tenía 13 años y ellos andaban más o menos lo mismo. En esa época mi familia y la de mis primos, hijos del hermano mayor de mi papá, vivíamos bien cerca, a escasas diez cuadras de distancia, por lo que el estar de visita en su casa, o ellos en la mía, era una actividad bien normal.

Fue justo después de algunas actividades nocturnas de diversión entre el grupos de amigos que éramos, una de las muchas veces que me quedé hasta el amanecer en la casa de mis primos, que pasó lo que a continuación les cuento.

Como de costumbre a mi me tocaba compartir la cama como alguno de ellos al dormir, pues no había dónde más… Hoy realmente no recuerdo como sucedió, posiblemente uno de ellos primero me metió la mano a mí, en la otra ocasión seguramente fui yo quién lo hizo a mi otro primo, el caso es que inmediatamente había disposición a una masturbación compartida y cuando terminábamos simplemente seguíamos durmiendo, todo de la manera más discreta.

Recuerdo perfecto la sensación de estar bajo las cobijas, con los ojos cerrados y simplemente disfrutando cómo la mano de mi primo Ramón movía mi pene al compás que él quería, de repente con su pulgar un poco humedecido por su propia saliva, hacía remolinos en mi cabecita lo que provocaba que yo tuviera que tapar mi boca con mi mano para ahogar mis gemidos, mientras con mi mano izquierda (porque soy zurdo) llevaba mi propio ritmo en la épica masturbación que le hacía a él.

Conforme fuimos agarrando más confianza y nos dimos cuenta que nadie nos descubría, nuestras sesiones nocturnas evolucionaron y siguieron sesiones de masturbación compartida durante el día en lugares de la casa más solitarios que elegíamos para ello.

En ocasiones quise acompañar a uno de ellos a algunas diligencias a una finca, solo con el fin de compartir la montada a caballo, la que aprovechamos para tocarnos nuestros miembros por encima del pantalón mientras íbamos sobre el animal.

Recuerdo otra ocasión, también acompañando a las faenas de finca al otro de los primos, que él me pidió ser penetrado por mí, lo cual no hice porque me dio mucho miedo, dada las restricciones culturales con las cuales realizábamos todas estas actividades de iniciación sexual.

Sin embargo, con quien la actividad de masturbación fue más intensa fue con otro vecino que tuvo oportunidad de viajar y vivir fuera, y quién regreso con más experiencia y con una actitud más desinhibida que me fue compartiendo, además que él tenía un verga más grande y gorda, y es que siempre he sido un morboso de lo peor y eso me calentaba muchísimo.

Con este amigo repetimos masturbación muchas veces, sin llegar a tener sexo oral, ni de penetración, incluso repetimos en nuestra edad adulta. Mis primos crecieron y definieron sus identidades heterosexuales, se casaron, y nunca más volvió a presentarse con ellos alguna situación. Pero cada que nos vemos, sabemos que ese es nuestro delicioso secreto.

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