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Dando asilo a mi primo lejano

Desde la primera vez que vi a mi primo empecé a fantasear con él y pensé que se quedaría únicamente en eso en fantasías ya que él tenía una novia en su pueblo con la que siempre hablaba por video llamada.

Los hijos de mi madrina

Luego, en una de las tantas veces que perdí, me tocó el reto de masajear al pene erecto del Renzo sin la ropa interior; yo al ver ese monstruo que salió de ese short ancho de color gris, me sorprendió lo enorme que era en comparación con el mío.

El hijo guapo de mi amiga

Con mis manos lo tocaba todo y masturbaba a ratos, luego se la mame y él se veía muy excitado, nos empezamos a dar unas buenas mamadas mutuas y nos desvestimos, le di una buena mamada de verga y después de culo.

Mi abuelo me hizo su amante

Era una delicia, jamás me hubiera imaginado que mi abuelo estuviera tan bien armado, ya que 4 de mis 5 tíos me habían cogido y no estaban así de buenos.

Seduciendo al marido de mi tía

Corrí al baño y al abrir la puerta vi a tío Roberto orinar; me sorprendí porque me detuve unos segundos a ver su miembro colgando y vaya que aunque no estaba erecto, se veía MONUMENTAL. Reaccioné apenado diciéndole “Ay, tío disculpe”.

Aprovechando mi casa sola

De sus besos luego fue bajando y sin más comenzó a mamar mi pene como nadie lo había hecho jamás, me sentó en el sillón y siguió mamando cuando de repente sentí su lengua en mi ano… fue una sensación maravillosa.

El nuevo

Me dolía mucho, me concentraba en poder sentir, en gozar, en disfrutar lo que yo había provocado en dos hombres apenas. Antes reía orgulloso de mi vergota, ahora tenía qué soportar las embestidas de un igual.

Descubriendo el cruising

Me saqué la verga y le bajé el cuerito para disponerme a orinar, cuando solté el chorro de reojo vi que el chavo se acercó descaradamente. Volteé y ahí estaba viendo mi verga. No sé si fue una señal involuntaria que hice o de plano se me notaba la putería. Se me paró de balazo aún orinando.

Entre los dos me desnudaron

De un momento a otro Martín me dijo que el pago de que me había hablado era que así como yo me lo cojía a él, yo tenía que dejarme cojer de Alonso. No le conteste nada.

¡Ah, qué rico cogía mi chofer!

«Pedro de Miraflores», así le gustaba al chófer de nuestra casa que se le llamase, un negro cubano que hacía muchísimos años había entrado a trabajar de la mano de su esposa, Florinda. Había pasado a ser casi de la familia.

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.