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Chico trans y joven gay

Sonaba el despertador, ya son las 07:00 am. Es hora de comenzar el día. Me levanto de mi cama y comienzo a prepararme. Me veo en el espejo, —tengo la misma cara de muerto como cada mañana— pensé. —Aunque no me veo tan mal— me dije. —

– Sé que no soy un rubio de ojos azules, pero me gustan mis ojos avellanas y más aún mi pelo rojo teñido— me comenté a mí mismo. —Aunque me gustaría poder quitarme ya estos pechos molestos— afirmé.

[Soy un chico trans (ftm, mujer -> hombre) de estatura media y ancho, hace años que comencé la hormonación pero no me he realizado la mastectomía (quitar el pecho), soy bastante atractivo pero siempre he sido rechazado desde el minuto uno que se supieran que soy transexual].

De camino al trabajo empiezo a escuchar mi playlist de canciones favoritas como de costumbre, mientras estoy en el transporte público. No estoy muy motivado de ir a trabajar como camarero un viernes en turno de mañana, pero hasta que no termine mis estudios no me queda de otra.

Entró un chico muy atractivo, lo miré disimuladamente mientras caminaba por el pasillo. —Mierda, se va a sentar a mi lado— gritaba internamente. Sentí un pequeño cosquilleo, —no, aquí no— pensé. Ya me estaba excitando, —gracias al Dios al cual no creo, que no me has dado pene, porque si no…— agradecía. Ya era mi parada. Bajé y fui directo al restaurante como de costumbre.

Trabajaba en un restaurante localizado en una zona turística LGBTI+, la clientela solían ser personas LGBTI+ de todas las edades o viejos morbosos de clóset, pero los empleados… la mitad con suerte decían que se respetaba la diversidad. Irónico que los empleados que atienda a clientela LGBTI+ llegue a ser la menos tolerable al respecto.

Trabajar ahí muchas veces significaba ser el marginado del grupo, no me importaba mucho. Siempre iba cambiando de un restaurante a otro constantemente porque solo me hacían contratos cortos.

—¡Chris!— gritó alguien.
Volteo a ver quién me llama. Es… ¿mi jefe? No jodas, espero no haber metido la pata en algo.
—Chris, te presento a Xavi. Él es el nuevo sustituto de Javier. Necesito que le ayudes a integrarse con el resto de compañeros y enseñarle cómo nos movemos.—
—Uff, sí claro— respondí suspirando. —Joder, ya me había asustado.— pensé. —Pero bueno, creo que aún tengo de qué asustarme. ¡Pedazo bombón es Xavi!— pensé mientras me volvía a excitar. Un joven moreno, alto, de ojos verdes, pelo rizado oscuro.
—Encantado, soy Chris como ya te habras dado cuenta— le dije.
—Ho-, Hola. Perdón, el jefe es bastante impulsivo ¿no?— me respondió.
—Sí, el siempre es así. Al principio suele tomar por sorpresa su actitud tan activa, pero por aquí debemos ser muy activos. Suele haber mucha clientela a la que servir.— le contesté.

A lo largo del día le presenté con el resto de compañeros, le expliqué las zonas, el menú, y cómo funcionábamos. Algo se me hacía extraño en él, pero no quise pensarlo ñara no llegar a ningún malentendido. A lo largo de los días aprendió rápido las mecánicas de servicio, las bebidas, etc… pero, me seguía llamando mucho la atención cómo se comportaba.

Mi Gay-dar se había encendido, y estaba detectando directamente que Xavi no parecía ser hetero, esos sutiles movimientos con las caderas, cómo se cuidaba, su amabilidad. —Nah, estoy exagerando. De tanto ver viejo amargado me estoy confundiendo— me intentaba convencer.

Termino mi turno nocturno y estoy demasiado necesitado. Hace mucho que no tengo sexo por culpa de la gente acomplejada, ni que por ser trans fuera a morderles. Bueno, quizás sí. Voy directo a un gay bar (sex club). Entro en los baños, me desnudo hasta quedar con mi binder (prenda de ropa para comprimir el pecho) y los calzoncillos.

Guardo mi ropa en mi bolsa, y me dirijo hacia la barra para pedirme lo más fuerte que tenga. Hoy no tengo ganas de nada, sólo y únicamente de «vivir» una noche, que hacía rato que no me daba este gusto. Comencé a sentir las miradas, algunas de morbo, y otras de asco. Ya escuchaba a alguno quejándose con el portero de que me echara porque solo pueden entrar «hombres», ni puto caso que me hicieron.

Todos los sex club de esta zona me conocen, y me respetan. Aún así ya empiezo a atragantarme mi bebida para dejar de escuchar los susurros y miradas discriminadoras de esos imbéciles. En ese momento me giro y veo a Xavi al lado mío, observándome.

Me pongo nervioso, escupo el sorbo de alcohol y se me sale un poco por la nariz. —Ehh, hola— le saludé sin pensar mucho.
—Se notaba no eras hetero, pero no sabía que visitabas sex clubs— me respondió.
En ese momento me dí cuenta que mi Gay-dar no había fallado, tenía razón. —Bueno pues sí, hay veces que necesito desahogar mis necesidades—.
—¿Quieres desahogarte conmigo? Desde el primer día que no te puedo quitar de mi mente— me preguntó.
Me quedé paralizado, boquiabierto. Hacía tanto que no fallaba, y mucho menos con alguien tan sexy como Xavi. —S-sí, por favor— me respondí.

Rápidamente me llevó a una de las habitaciones privadas del sex club, aún no podía creérmelo. Estaba muy emocionado, y en ambos sentidos. Cuando nos acercamos a la cama me empujó, quedé boca arriba. Y se acercó a mi abriéndome las piernas. —¡Espera!— le advertí. —No me gusta cualquier tipo de contacto sin protección, sexo oral, anal, lo que sea. Siempre protegido— le impuse.

—Claro, sin ningún problema— me sonrió malvadamente. Se acercó al cajón y sacó unos cinco condones. Abrió uno, me lo acercó a la boca y me dijó: «¿Me haces los honores de cortarlo?». Con el colmillo tiroñeé y el condón tras ser tirado por sus manos creó una raja; por lo que, había creado una barrera protectora.

Comenzó a lamerme las piernas desde las rodillas hasta casi rozar mi vagina. Me retorcía de los escalofríos que me daba la sensación de su lengua recorriendo mis muslos y dejándolos llenos de su saliva. Me colocó la barrera encima de mi vagina y comenzó a lamérmela.
—Uff, sí… mmm… ah, ah, uff…— gemía. Mis pequeños gemidos se escapaban y eso le prendía mucho. Pronto mi pequeño amiguito estaría en su máximo esplendor.

rovay81007@duscore.com

Continuará…

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