La trusa de mi mecánico
De reojo, por detrás de su espalda semi curvada, alcance a ver la trusa roja y el resorte negro que llevaba. Me prendió tanto esa posición que estiraba más la cabeza para ver más.
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De reojo, por detrás de su espalda semi curvada, alcance a ver la trusa roja y el resorte negro que llevaba. Me prendió tanto esa posición que estiraba más la cabeza para ver más.
Las miradas de ambos se cruzaron bajo el agua de las duchas. No sabía qué hacer, pero sentía que iba a estallar. Sin que el contacto visual desapareciese, lo vio atravesar la distancia que los separaba. El aire se negaba a abandonar los pulmones de Jaime.
Al verme ahí me da la espalda y lentamente baja la licra liberando sus glúteos rasurados con algo de estrías pero perfectas, para una nalgada y mordida.
Cuando entre estaba ahi sentado en el sofá totalmente desnudo y con la verga bien dura y lubricando. Apenas y cerré la puerta me arrodillé ante él para meterme esa rica carne en mi boca.
De repente se pone a un costado mío; cómo había poca luz no lo vi bien pero percibí que era un hombre fornido grande y velludo y con manos gruesas, ásperas, dedos gordos y largos.
No sé si Antonio sentiría lo mismo que yo pero noté que una lágrima salía de su enfurecido rostro. El sargento quitó la mano, escupió en ella y levantó el boxer de Antonio para meter dos de sus dedos de un golpe en el culo de Antonio.
Entonces abre los ojos y me ve directamente y me dice «vamos a coger… ¿te avientas?» y yo de inmediato dije que sí, no era lo que esperaba pero tampoco lo dejaría pasar.
Me invitó a pasar a su oficina, le entregue su pedido y él me dijo «bueno, entonces cómo quieres tu propina?» yo nervioso solo le contesté «cómo quieras dármela», así que él se acercó, comenzó a besarme con esos rico labios gruesos que tiene y empezó a acariciar mi espalda.
Pensé yo «me los tengo que comer para que vea que lo puedo complacer muy bien» total solo me dijo «mucha discreción, sal con cuidado del cuarto».
A pesar de todo, quien más me gustaba a parte de Julio, era su hermano Andrés, él era solo un año mayor que nosotros pero se notaba demasiado, si bien tenía un cuerpo delgado este sí estaba más trabajado y desarrollado, era blanco con unos labios gruesos que se antojaba besarlos y morderlos.