Somos españoles, llamémonos Erik y Erika, yo 28 y mi mujer 27, estamos monos y alguito trabajados de gym, aunque más bien delgados, lo que resaltan las bellas tetas de mi mujer con sus pezones rozados; al casarnos nuestra ilusión era hacer un viaje a la República Dominicana por sus playas y gentes, pues llevábamos mucho morbo de comprobar lo sexy de los cuerpos caribeños. La verdad es que cuando llegamos al hotel nos quedamos sorprendidos de la bienvenida que nos dieron el grupo de baile del hotel.

Eran chicos y chicas espectaculares mulatos y mulatas con unos cuerpos perfectos, de esos que salen mucho en TikTok con piel bronceada y músculos súper definidos. Estuvimos un rato tomando copas y viendo esos bailes y ya un poco cargados de alcohol y calentura nos fuimos a la habitación para darnos un delicioso 69 para ir encendiendo motores (nuestra actividad favorita) y de ahí ducharnos juntos y cambiarnos de ropa para la cena.

Nos metimos los dos juntos en la ducha y sin decirnos nada nos empezamos nuevamente a comer la boca y meter mano y casi seguido yo estaba follando con mi mujer de pies dándola duro por detrás y corriéndome dentro de ella. Terminamos de vestirnos y Erika se puso una minifalda muy justa y una blusa sin sujetador que sus hacian que en sus pechos se pudieran apreciar los duros pezones que sobresalían de la blusa.

Fuimos al restaurante a cenar y tomamos muchas cervezas y yo notaba cómo mi mujer y yo estábamos un poco bebidos. Salimos y fuimos a la discoteca del hotel y pedimos unas copas y nos pusimos a ver cómo bailaban. Los bailarines y bailarinas del hotel sacaban a la gente a bailar y uno de los bailarines sacó a mí mujer. Hacía mucho calor y se notaba en el ambiente que la gente estaba muy cachonda con las copas de más y los roces del baile. Nosotros definitivamente estábamos muy arrechos.

Yo miraba a otras chicas como bailaban con los mulatos y las veía como se dejaban tocar y rozar por esos chicos tan  hermosos. Las chicas del hotel eran más recatadas. No me di cuenta que mi mujer se estaba dejando llevar por ese mulato y se rozaba con él como una perra en celo. Entonces paró la música y ella vino hacia mí con la mirada perdida, se abrazo a mí y me empezó a comer la boca y pegarse fuerte contra mi cuerpo. Me dijo que le pidiese otra copa. Yo la veía super excitada.

Tomó la copa casi de un trago y me dijo que pidiese otra. Me empezó a tocar mi paquete por debajo de la mesa y nos volvimos a comer la boca; me dijo que el bailarín la había puesto super cachonda con tanto roce. Eso, lejos de enojarme me prendió muchísimo más pues el mulato seguía por ahí con su short y remera pegada. Erika me cogió la mano y la metió por debajo de su minifalda y yo aparté un poco el tanga y noté como su coño estaba empapado. Saque mis dedos húmedos y ella se los metió en la boca y los lamió para saborear sus jugos, todo esto presenciado por el bailarín que nos veía a unos pasos.

Enseguida se acercó a la mesa el bailarín y me pidió permiso para volver a sacar a bailar a mí mujer, yo la miré y le vi en la mirada que estaba con muchísimas ganas de volver a bailar con ese chico, le guiñe un ojo y ella me dio un beso; le dije que disfrutase. Salió a bailar con el chico que la verdad era un guaperas con un cuerpazo. Él la cogió por la cintura y la apretó contra él y ella se dejó llevar. Yo no dejaba de mirarles.

Él le puso sus manos en el culo respingón de ella y ella bailaba con los ojos cerrados dejándose llevar por él. La acariciaba el culo y la rozaba los pechos y ella era su sumisa y yo cada vez más cachondo al ver como mi mujer se dejaba acariciar por eso mulato. Dejaron de bailar y mi mujer y el bailarín vinieron a mí mesa agarrados de la mano a sentarse conmigo. Mi mujer se sentó en medio de los dos y pedimos unas copas para los tres. Mi mujer me empezó a comer la boca otra vez y me di cuenta que mientras me besaba a mí a él le estaba tocando el paquete. Ufff eso hizo que yo me pusiera más caliente todavía, queriendo mi trozo reventar el short caqui que llevaba.

Nunca me imaginé que mi mujer sería tan liberal. Yo le miré a él y le sonríe y él metió su mano por debajo de la mesa y la metió debajo de su minifalda y la empezó a acariciar su tesoro. Ella paró de besarme y yo la dije que estuviese tranquila y disfrutase de la noche. Me dio un pico se dio la vuelta y le empezó a comer la boca al mulato. Ella estaba a mil y yo más de solo verla. Yo me fui a la barra y pedí dos botellas de champagne y les dije que nos podíamos ir los tres a la habitación. Ella se quedó sorprendida y le dije que esta noche la teníamos que terminar como ella merecía.

Nos fuimos los tres a la habitación y yo puse tres copas de champagne mientras el mulato ponía música en su cel, una como música tropical pero cachonda. Brindamos y él se quitó la camisa. Dios que cuerpazo tenía el tío. Cogió a mí mujer y se pusieron a bailar para mí mientras yo sentado en la cama les miraba. Mi mujer acariciaba la espalda y el pecho de él mientras rozaban sus partes en un baile sensual; la cogía fuerte del culo y la apretaba contra él y ella se dejaba hacer. Él la cogió y la subió a su cintura y ella enroscó sus piernas al rededor de él y bailando se empezaron a comer la boca.

Ella bajo las piernas y la empezó a soltar los botones de la blusa y a acariciar sus pechos. Ella me miró y yo la sonreí y me mandó un beso que yo correspondí con otro guiño como autorizando la escena; ahí Erika se quitó la camisa y dejó ver sus pechos y esos pezones puntiagudos que resaltaban en su piel blanca. Mi mujer me dijo que me acercase con ello y así lo hice. Ella me quitó mi camisa y nos pusimos a bailar los tres juntos, ella en medio de los dos, yo por delante y el mulato por detrás. Y nos empezamos a besar y rozar con ella.

Él y yo empezamos a meterla mano por todos los lados y ella no paraba de acariciar nuestros paquetes. Él le bajó la minifalda y Mientras él con una mano la acariciaba el culo y las tetas yo la acariciaba su mojado coño rasurado. Ella se retorcía de placer y me desabrochó el pantalón y me bajó el calzoncillo y empezó a hacerme una paja con una mano y con la otra buscaba el paquete del mulato. El se bajó el pantalón y apareció su rica polla negra pues no tenía calzoncillo puesto. Fue mi idea meternos los tres en la ducha y así lo hicimos.

Mientras estábamos debajo de la ducha no parábamos los tres de meternos mano y mi mujer estaba excitadisima. Nos pidió que nos besásemos los dos. Yo me quedé cortado pero entre el alcohol y lo caliente que estaba me empecé a besar con él quien al inicio lo hacía con temor pero supongo que también dejó llevarse por la calentura y se fue soltando a poco dándome tremendos besos que me tenían bien arrecho. Besaba muy rico con esos hermosos labios carnosos y pronunciados; cuando reaccioné lo tenía totalmente abrazado relegando mi cuarto y mi verga contra la de él que estaba por cinco centímetros más grande que la mía, mientras Erika se tocaba el coño repegada en la pared disfrutando de la escena, hasta que se puso de rodillas y nos empezó a comer las pollas turnándose entre una y otra mientras él y yo nos besamos con más pasión dejando salir varios gemidos por las arcadas que Erika se daba con nuestro miembros. Uffff que estábamos los tres muy cachondos. Nos salimos de la ducha, nos secamos un poco y nos fuimos a la cama. Él se tumbó en la cama y mi mujer se tiró encima de su paquete y empezó a comerle la polla como una desesperada.

Yo me puse debajo de ella y empecé a comerla su rico coño rasurado y todo mojadito por sus jugos. Noté que una mano empieza a acariciar mi paquete y me doy cuenta que es él. Me quedo un poco sorprendido pero lo hacía tan rico que me dejé llevar y acerqué mi cintura a él. Luego fui yo quien se acostó boca arriba y mi mujer se puso encima mío dejándome su coño a que lo comiera a mi antojo. Entonces sentí que una boca está haciéndome una mamada y veo que mi mujer sigue con la polla negra de él en su boca que está acostado al lado mío pero con sus pies por mi cabeza, por lo que me doy cuenta que quien me está haciendo la mamada es él. Dios que rico lo hacía.

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Mi mujer se dio cuenta y sacó la polla del negro de su boca y se acercó hacia mi polla y entre los dos me la empezaron a comer. Yo me moría de placer, sus dos bocas y lenguas recorriendo mi paquete era una sensación indescriptible.

De repente mi mujer me empieza a comer la boca y me dice que la ayude a comer la polla del mulato que no era muy gorda pero más o menos tendría 21 cm con unos hermosos huevos. Uffff me quedo un poco cortado pero acepto y me acerco a aquel paquete, ella coge la polla con una mano y con la otra me coge la cabeza y la acerca a mí . Y empieza a darla pequeñas lenguetadas y mi mujer se pone conmigo a enseñarme cómo hacerlo y de vez en cuando nos morreamos y seguimos comiéndonos entre los dos las polla de aquel hombre. Estaba despertando en mí unas ganas de sentir ese tronco más allá de mi boca.

Mi mujer dijo que quería ser follada por los dos a la vez y como a ella le gusta también el sexo anal yo fui a buscar a la maleta un bote de lubricante . Mientras yo buscaba el bote de lubricante ella se puso encima del mulato y lo empezó a follar. Yo unte mi polla de lubricante y le unte su culo también. Ella se puso con el culo más en pompa sin sacar la polla del negro de su coño y yo la empecé a clavar mi polla poco a poco y ella no paraba de gemir. La estuvimos follando duro hasta que los dos nos corrimos dentro de ella.

Ella quedó tumbada encima del negro y yo de ella mientras nuestras pollas estaban dentro de ella dejando salir hasta la última gota de leche dentro de ella.

Nos dijo que ahora la teníamos que lamer la leche de dentro de ella pero cada uno tenía que comer la del otro. Ella se puso a cuatro patas y el negro la empezó a comer el culo que la salía parte de mi leche y el con su lengua empezaba a comer. Ella me dijo que yo tenía que hacer lo mismo y yo así lo hice y me metí debajo de ella y la empecé a comer el coño.

Le sabía a la leche del mulato porque yo a ella en muchas ocasiones la limpio mis lechadas de su cuerpo y sé cómo sabe la leche de un hombre . No me dio mucho repara y la como su coño con mucha pasión. En una de estas miró y veo al mulato que me está mirando abre la boca y veo que tiene mi leche en ella y yo abro la mía y se la enseño y nos empezamos a comer la boca el uno al otro compartiendo la leche del uno al otro.

Mi mujer se hecha a un lado y se queda mirandonos como nos morreamos con las lechadas y se empieza a acariciar su clítoris y pezones y nos dice «Quiero ver cómo te follas a mí marido» Ummmm yo me quedo paralizado y ella me dice que me ponga a cuatro patas, que quiere que sienta el placer que tiene ella cuando yo la follo por en culo.

Mentiría si les digo que me cohibí o lo pensé, la verdad es que el tipo estaba delicioso y yo estaba ebrio y muy caliente asi que lo hago y ella me empieza a untar mi culo con lubricante y a meterme dedos. Uffff me gustaba pero tenía miedo de que aquel mulato me hiciera daño. Ella untó en la polla de él lubricante y escuché que le dijo “trátalo bonito que es su primera vez”; luego con su mano guió la verga del mulato a mi culo y poco a poco me la empezó a clavar. Dios, como me dolía pero estaba tan caliente que quería más. Ella le susurró algo a el al oído que ya no pude escuchar y le dio un beso y se metió debajo de mi y empezó a comerme la polla mientras que el me empezaba a follar el culo con más ritmo y ella a comer mi polla con más ganas. Enseguida yo me corrí y ella comió hasta mi última gota mientras el negro seguía follandome. Ella salió de debajo mío y llevo mi leche en su boca hasta la boca del mulato y el trago la leche que ella le paso.

Entonces solo quedábamos el mulato y yo, pues mi mujer ya solo nos veía recargada en la cama; él fue agarrando confianza y comenzó a cogerme con más fuerza, intercalando la velocidad de sus embestidas, a ratos suave y luego más rudo; yo no sé si fue por la forma de su verga curveadita hacia arriba o por la experiencia de aquel tipo un poco más joven que nosotros pero yo me sentía en el cielo; mi verga, que difícilmente se para inmediatamente después de venirme, ese día rompía récord de lo erecta que estaba sin necesidad de tocarla, por el puro placer de tener otro rabo en mi culo, entrando y saliendo a su disposición. El mulato se prendía y me nalgueaba y de repente me soltaba frases como “eso nene, que bien que aguantas la verga… si que te gusta verdad” y yo le respondía entre gemidos que me estaba encantando, palabras que hacían que mi mujer se retorciera de placer mientras si dedeaba en el otro extremo de la cama.

Pero el mulato seguía arrecho y me pidió cambiar de posición, por lo que me tumbó boca arriba y me llevó al filo de la cama, justo frente al espejo, donde ya de pie comenzó a cogerme de nuevo mientras yo veía por el espejo como se movía su cuerpo, como se contrarían sus nalgas con cada embestida y como mi verga bailaba al ritmo de sus cogidas. El mulato me estaba haciendo algo delicioso, y entre embestidas pellizcaba mis pezones, apretaba mis pectorales o bajaba a besarme apasionadamente. Fueron varios minutos los que estuvo así hasta que dijo que se corría y sacó su polla de mí abierto culo y me dijo que yo pondría la cara y abriese la boca y así lo hice, hincado al pie de la cama viendo desde abajo como se jalaba ese enorme miembro. Ella masturbo al negro sacando su leche y tirándola por mi cara y boca sacando un montón de leche. Mi cara y boca quedó cubierta de leche y mi mujer lamió toda mi cara y compartimos los fluidos de él entre las bocas de ella y mía. Uffff quedamos los tres muertos de placer.

Nos quedamos dormidos y a la mañana cuando me desperté vi que estaba solo en la cama y oía jadeos en la ducha y allí estaba mi mujer follando otra vez con el mulato. Me acerqué y me dijo mi mujer que me estaba preparando el desayuno. Me quedé sorprendido porque no la entendía lo que quería decir hasta que dijo el mulato que se corría y me dijo mi mujer y trataría la leche que estaba recién ordeñada y así lo hice tragué aquella delicia de néctar. El mulato se despidió hasta la noche y mi mujer y yo nos quedamos en la ducha follando.

Salimos y nos tumbamos en la cama y nos pusimos a hablar de la noche tan rica que habíamos tenido. Durante los 9 días que estuvimos varios bailarines pasaron por nuestra habitación y fue el mejor viaje de novios que jamás pudimos esperar.

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