Solo unos días atrás había llegado a ese poblado donde ejercería funciones como docente de ética y religión y como cordinador general en un instituto de enseñanza media. Desde muy niño comprendí que mi inclinación sexual sería hacia los de mi mismo sexo. Ya le había puesto los ojos al chico que sería mi vida: Yefré, pero era demasiado niño y eso iba contra mis principios morales y legales; solo dos años más tardes concretaría esos anhelos.

Todo en ese bello lugar era nuevo para mí, me había doctorado en sociología, licenciado en psicología y dos posgrados en formación de adolecentes, mis estudios los había realizado en ciudades de más de 1 millón de habitantes y llegar a un poblado de menos de 15 almas era todo un motivo para mi. Esa mañana de sábado salí a caminar por la campiña, sembrada en su gran mayoría por plantaciones de caña de azucar.

De pronto, en medio de un cañadulsal vi a un chico de unos 18 años, su torso desnudo y un sencillo pantalón de dril, por su pecho y espaldas sudaba copiosamente. Me acerqué a saludarlo tendiéndole la mano. Era un muchacho hermoso. – Buenos dias, trabajando?- Sí .. mañana van a moler caña …- Para hacer panelas?- Ajá, (me respondió)- Cómo te llamas?- Tomás … Usted debe ser el profe nuevo- Sí, y usted por qué sabé?- Yo salí del instituto el año pasado.

El chico sudaba a mares, nada cubría su cabeza, le ofrecí mi gorra y del bolso saqué una botellita con agua y se la dí.- Me está regalando la cachucha?- Sí.- Profe … cómo te llamas?

Que alegría, el chico me estaba tuteando, en estas regiones nadie lo hace y mucho menos para dirigirse a un superior. Me preguntó que si me podía visitar, como es de suponer le dije que sí. Al despedirme aprete fuertemente su mano, luego con la mía toqué sus labios y la devolví a los mios. Me sonrió. Esa noche me senté en una Fuente de Soda a tomar un par de refrescos, de un momento sentí unas manos que por detras cubrían mis ojos y una voz conocida que me preguntaba: Quien soy? Pero antes de pronunciar su nombre, le dije dos o tres más.

LO MÁS RECIENTE

Me preguntó que si me podía acompañar, le dí un Sí. Lo invité a compartir una pizza y un par de Cocacolas. Me contó parte de su vida, que sus padres no tenían dinero para enviarlo a la universidad y que a lo mejor terminaría yéndose a prestar el servicio militar. Le dije que hiciera cualquier cosa menos entrar al ejército. Solo me sonrió.

Hacia las 11 de la noche me dijo que se tenía que ir, pues en el pueblo no tenia familia y que debeía ir hasta la finca. Lo invité a quedarse en mi apartamento. Una vez allí, después de asegurar la puerta, no pude evitar la tentación y le día un beso, me correspondió de una manera total. Ya dentró del cuarto lo desnudé, volviendo a contemplar ese hermoso torso que habia visto en la mañana.

Nos recostamos en la cama y me dijo que él era virgen, que nunca se había cojido a una mujer y menos a un hombre. Con delicadesa lo volteé empezando a acariciar sus nalgas, su espalda, su nuca, besándolo de arriba hacia abajo, al llegar a su culo lo llené de besos y lo ungí con mi saliba, no opuso resistencia al embate de mi verga, con un poco de dificultad lo penetré, golpeando con mis huevas su verga tambien erecta.

Eyaculé copiosamente, hilitos de sangre se mezclaban con mi semen. Era mi primer machito en aquel poblado, a partir de ese instante por algunos meses fue todo para mi. Horas más tarde, cuando ya las campanas del templo parroquial llamaban a la misa mayor, yo me le entregué tambien. Tomás no lo podía creer que mi postura fuera para ser penetrado por él. Pero así como él me había entregado su virginal culo yo deseaba que su virginal verga tambien fuera mia.

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