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El jefe y el aprendiz

Llevo muchos años trabajando en la construccion, esto me ha hecho tener un cuerpo grande y fuerte, además soy un tipo peludo y con fuertes manos cayosas de tanto trabajar.

Mi vecino el albañil

Hola mi nombre es Juan, soy un chico de 22 años y me considero bisexual, ya que aunque tengo novia y mantengo relaciones sexuales frecuentemente con mujeres, de vez en cuando no puedo resistir la tentación de mamar una buena polla. No tengo candidatos fijos, cada vez que veo a alguien con uniforme, ya sea militar, de policía, guardia de seguridad e incluso conductores, o de alguna profesión como mecánico o albañil y está delgado y alto, no puedo evitar dirigir la mirada hacia su paquete.

El técnico viene a mi casa

Tan pronto estuvimos desnudos, él comenzó a besarme y a morderme el pecho. Me besaba, me mordía me lamía, y fue descendiendo hasta el vientre donde su actuación seguía siendo la misma.

Don Roberto me entregó al empleado del taller

Y bueno accedí a que Mario me cogiera, pero con la presencia de Don Roberto que se fue a la oficina y nos dejo tranquilo para que Mario me diera tronco.

El vaquero empleado de mi papá

Estábamos todavía en camino así que mejor decidió apagar las luces y salirse hacia un camino poco transitado y con árboles altos qué harían qué nadie nos viera.

El sex en la oficina

Ya le había visto su chota gruesa y peluda pero no decía nada, entonces ya delante mío se la agarra y me dice «agárramela solamente y no te jodo más».

Con mi trabajador en un río

Realmente vi, como después de terminar de orinar la comenzó a sacudírsela, pero de momento su mano comenzó a subir y bajar por todo el tallo de su verga, la que en cosa de segundos era evidente que se le había puesto completamente erecta y dura.

El stripper de 24.5

Cuando lo conocí me parecía que no íbamos a entablar una buena relación, pero era mi sueno ya que me excitaba su físico y deseaba tenerlo en mi cama algún día, pero me parecía algo imposible que ese hombre fuera gay.

Mi colega colombiano del trabajo

Tomás con una mano le sostenía las de Omer sobre la cabeza y con la otra le abría la boca para morderle con gusto los labios, este solo cerraba los ojos

Sex en el bufete de abogados

Y luego de unos segundo, comenzó a bajar por mi abdomen, bajo el cierre del pantalón, que ya estaba rompiéndose por la tremenda erección que había logrado en ese maravilloso instante en el que dijo que le gustaba.

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.