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Abrazado a mi papá

Yo terminé preguntándole si podía ser que nos masturbáramos juntos. Se lo dije con aquel nerviosismo que tenía incluso mi garganta re seca.

¡Ah, qué rico cogía mi chofer!

«Pedro de Miraflores», así le gustaba al chófer de nuestra casa que se le llamase, un negro cubano que hacía muchísimos años había entrado a trabajar de la mano de su esposa, Florinda. Había pasado a ser casi de la familia.

Pajeándome con mi amigo

No podía creer qué bien dotado que estaba mi amigo, tenía una hermosa y gruesa verga de como 18 cm de largo y 6 de ancho, y no pude evitarlo y me le quedé mirando la verga
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Le regalé mi virginidad

Realmente no se si él vio que yo lo estaba espiando pero él terminó masturbandose de una manera deliciosa…

El lechero cuñado de mi padrastro

Cuando entramos a la habitación no soportamos más y comenzamos a besarnos, me encantaba como él me besaba y me trababa ya que lo hacía con mucho amor y de una forma delicada.

Escondidos en el baño del cine

Ahí lo comencé a besar y a tocarle su entre pierna lo cual él también comenzó a hacer, después le quité el cinto, desabroché el pantalón y metí la mano en su bóxer y toqué el tamaño de su verga, el cual era de buen tamaño.

Mis dos chicos del carnaval

Los llevé pues a mi alcoba y les pedí que se desnudaran, yo era el dueño, el amo y ellos iban a obedecerme, así que lo hicieron poco a poco, cuando estaban en calzoncillos les pedí que pararan paea poder verlos.

Aaron, el hijo de mi vecino

En verano muchos amigos venían a nuestra alberca, él venía en ocasiones ya que prefería estar con chicos de su edad, pero cuando venía, con mucho cuidado miraba esa espalda y me imaginaba cómo bajaría besando y lamiendo hasta llegar a sus dos hermosos y apetecibles montes.

Mi segunda vez

La noche anterior había perdido mi inocencia. Dixon, mi primo dos años mayor, me había iniciado en la actividad sexual; cuando me penetró, de verdad que sentí algo de dolor.

Amor de estudiantes

Era un verdadero ángel y yo, de alguna manera u otra debía hablarle, no podía dejar que esta oportunidad, que tanto había estado esperando, de conocer a un hombre, se desvaneciera ante mí, así que me dispuse a preguntarle la hora.

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.