Después de la culiada de la mañana Octavio se retiró al pueblo a terminar pendientes antes de la comida, yo continué haciendo maletas con algo de nostalgia, pues hubiera preferido estar algo más de tiempo disfrutando de mi primo, y desde luego conviviendo con la gente del rancho.

Supongo que a Tavo le dolía tanto el ano como a mí; ya estábamos a mano, aún sentía esa sensación excitante con un poco de ardor por las embestidas brutales de mi primo.

No quería irme con el simple recuerdo que con el tiempo se desvanecería sin saber si se repetiría en otra ocasión.

Caminé al cuarto de Octavio, las cuatro paredes transpiraban su rico olor, tenía un perfume a madera y un olor a rancho difícil de perder.

Fui directo al cesto de ropa, pues ya iba con la idea de encontrar alguna ropa interior que me recordara ese olor a vaquero  en la ciudad, suficiente para hacerme unas pajas a su memoria.

Había bastante ropa, pero encontré específicamente un bóxer negro con olor a orina, y con pequeñas huellas de precum; eso me hacía imaginar en qué estaba pensando en el momento de tal excitación.

Respire tan profundo con la prenda en mi nariz, que tuve una erección inmediata; respire hasta que el olor se perdió en mi nariz, mil imágenes se venían en mi Mente, desde la tica cogida que me había metido en la noche pasada, hasta los gemidos que emitía con cada metida de Verga que le ponía.

Quería masturbarme, pero quería reservar esa leche por si la ocupábamos para más tarde; Octavio me invitó a ir a la fiesta del pueblo y obviamente quería pasar el mayor tiempo posible con él.

Me puse lo más vaquero que pude; unas botas negras pantalones entallados y una camisa a cuadros enroscados en los brazos; puse un sombrero que me había prestado Tavo, me miré al espejo un par de veces y para cuando acabé él ya me esperaba no una camioneta y un remolque con un par de caballos.

—¡Mira nada más,  Hasta pareces hombre!— dijo bromeando mientras mordía una ramilla seca recargado en camioneta roja—¿No te digo que le harías bien de vaquero aquí? No sé para que te vas.

Nos tronamos las manos con un saludo que terminó en un fuerte abrazo con palmadas en la espalda— Yo también pensé que tu porte de vaquero te hacía 100% hombre primo — le dije al oído durante el abrazo; mi mano rosó su paquete hasta acabar en un apretón de huevos.

El wey solo río—No te acostumbres, solo fue un desliz—“ya veremos” dije mientras él se daba la vuelta con esos jeans azules desgastados torneando unas nalgadas espectaculares al ritmo lento de su sensual caminar.

El pueblo estaba relativamente cerca, pero a fuerzas tenías que tener auto para un fácil acceso; al llegar se estacionó junto a una barda dejando apenas espacio para bajar, pasó de mi lado aburriéndose la bragueta como si no hubiera ayer, sacó su pene y de inmediato comenzó a orinar—Lo Siento, me estaba orinando y olvide ir en casa— no podía dejar de mirarla, se veía tan larga estando dormida que moría por tocarla de nuevo.

—¿te gusta puto? — dijo firmado hacia mí—mírala bien, que en pa ciudad no vas a tener una así— me acerqué y mientras la sacudía antes de metérsela me dejó tocarla un poco; no podíamos hacer mucho, pues mucha gente pasaba por esa calle, estaba blanda y ambos nerviosos, así que se la guardo terminando con un — Al rato la cenas, vamos.

Abrió el remolque bajando su caballo; colocó la montura y la ajustó bien—Este es el tuyo— me dijo; quería que yo montara a caballo— Se disfruta más a caballo estas fiestas, vamos, sin miedo, yo te voy a cuidar.

Siempre he dudo aventado así que seguí sus indicaciones como en otras ocasiones que lo hacía hecho, al alzarme para subir el caballo se movió un poco dejando mi culo sobre sus manos, caía estaba por montar cuando me pego una nalgada—!Ves no pasa nada culón!

Preparó su caballo y montó el suyo, se le macaba el paquete y las piernas de una manera que era imposible dejar de mirarlas—No te despegues— me dijo mientras lo caballos iban caminando sobre la calle, sus herraduras hacían un agudo sonido con el asfalto; había demasiada gente, los caballos parecían saber el camino.

El sonido de la música banda sonaba por todos lados, habían demasiados vaqueros; muchos guapos, y por la posición marcaban sus ricos paquetes; cosa que podía admirar por la altura—Se te va a caer la baba— me dijo Octavio con gracia al notar que miraba de reojo a algunos de sus compañeros — recuerda que ya tienes dueño— dijo en broma intentando no ser escuchado.

—¿ha si? ¿Dueño de quién? ¿Me ves cara de un caballo más o qué? — Era tan volando como el para responder.

—¿Y todavía te haces? Pero bien que te encanta que te monten ¿No?— Mientras nuestros caballos caminaban muy cerca casi rodando nuestras piernas nos albureábamos y discutíamos para poner en alto nuestra hombría.

—Pues tu no cantas mal las rancheras primo, cuidado con la lengua que te puedes morder—Él sabía que tenía un arma muy poderosa en mis manos, y no era exactamente que me había cogido, si no haber dejado que me lo coja hasta llenarlo de mi leche.

Ya no dijo más, la tarde pasó; y la gente no dejaba de llegar, habían varios eventos, desde charrería, jaripeo y pelea de gallos, una linda feria llena de juegos y venta de comida regional, hasta un grupo de música banda instalándose para más tarde.

Llevamos a los caballos a su remolque, me ayudó a desmontar, subió los animales y de nuevo aprovechó para orinar, ya estaba oscuro, ahora si no nos podían ver tan fácil, pues la calle donde había estacionada quedaba a oscuras y daba un aspecto de inseguridad.

Mientras orinaba me acerqué a un lado para hacer lo mismo, nuestras orinas rebotaban con el muro—¡hazte para allá! Te voy a salpicar— me dijo empujándome un poco con el hombro, él había acabado de orinar cuando mi mano tomó su miembro— ¡Espérate Wey nos van a ver!— fue imposible retirar mi mano, comencé a sobarle la verga hasta sentir que fue haciéndose dura.

—Lo bueno que no quieres— dije mientras su larga verga crecía; también me daba miedo que nos vieran, pero yo quería aprovechar cada minuto, me arrodillé un poco y me llevé su verga a la boca, aún olía a orina mezclado con el olor a jabón.

Comencé a moverme rápido, pues solo era una pequeña merienda antes de la cena, el empujo mi cabeza al fondo para que la tragara toda; sentía como su pelvis se movía de adelante a atrás para penetrar mi boca.

Escuchamos el sonido de zapatos y tuvimos que despegarnos y fingir que orinábamos, un tipo se pegó a unos metros para orinar igual, sin prestar atención nos retomaría de ahí, aún que Octavio aún tenía la verga dura y muy marcada sobre el pantalón.

— Eres un pinché caliente, me dejaste todo mojado y duro, al rato tienes que compensar esto— dijo sujetándose el paquete duro— no tienes límite , ni mis viejas me piden tanto pito como tú.

—Eso explica por qué tienes tantas, de todas no haces una; que triste que no puedan complacerte; si estuviera yo aquí no necesitaría de otro culo ni de otra boca.

No respondió, solo me dio dos palmadas en la espalda, y la segunda acabó bajando por mi espalda baja hasta mi trasero duro, el cual fue oprimido con fuerza por el vaquero sabroso de mi primo.

Pasó la noche y nos acercamos con sus amigos y un par de amigas de la noche anterior a la pista de baile donde mucha gente bailaba al ritmo del grupo musical; estábamos recargados en un lado donde mirábamos a algunos ridículos haciendo tonterías por el alcohol—¿Quieres bailas? — le dijo q Octavio una de sus amigas.

Octavio la tomó de la cintura y se perdieron en la pista, yo platicaba con el resto Teniendo un ojo clavado en Tavo, la verdad me daban celos verlo con una tipa y más que pudiera arruinar mi noche llevándoselo para darle lo que se supone le daría esa noche.

—Ya tardaron, yo tengo hambre— dijo uno de sus amigos, pues habíamos quedado en cenar para luego seguir un rato en el griterío; yo no podía desvelarme tanto, pues el día siguiente me iría muy temprano a tomar bus a mi ciudad—¿Podrías ir por tu primo? — me dijo la otra tipa, me adentré entre la gente y no los veía.

Hasta que logre dar con ellos; sentí la sangre correr rápido cuando mire a la tipa que lo besaba muy apasionadamente—Les buscan sus amigos para cenar— fue todo lo que dije, me di la vuelta y me quité.

Tardaron un poco más hasta que nos alcanzaron, la tipa se veía muy enamorada y risueña; demasiado tonta para él, ¿Que podría darle esa pobre mujer a semejante semental? La verdad estaba enojado, ya no estaba muy a gusto.

—¿Puedes darme las llaves del auto?— le dije a Tavo—quiero ir a descansar al auto, búscame cuando termines con tu zorra— fui un poco grosero, lo sé, pero pues me sentí un poco amenazado; él se dio cuenta, y me pidió hablar a parte.

—¿Te pasa algo? Tienes una cara de pocos amigos desde hace ya rato ¿Estás celoso verdad?— No quise decir nada, solo le pedí de nuevo las llaves y él fue insistente— Tienes que entender que solo nos divertimos un rato, a mí me gustan las viejas, no te confundas, no hay nada más.

Casi me tira las llaves— Si quieres ve a casa, quizá llegue mañana para despedirme, o tal vez luego me lleve algún amigo— me sentí en verdad enojado, defraudado, con una gran frustración y con un nudo en la garganta a punto de explotar.

Tomé las llaves, me di la vuelta y me detuvo pensando que se había dado cuenta que la estaba cagando— Si puedes bajar a los caballos y sales de comer— El igual estaba enojado, lo mire acercarse al grupo y tomar a aquella chica de la mano.

Conduje muy triste hasta el rancho, no terminó como yo hubiera querido, pensé que acabaría con un beso de esos que parecen de cuentos de amor; o con un “té voy a extrañar” y tenía mucha razón, yo fui quien se había confundido, el solo había respondido a su instinto.

Nunca había tenido una noche tan fría como esa, después de atender los caballos, entré a mi cuarto, el ruido de los grillos no me dejaba dormir, giraba de un lado a otro imaginando lo bien que la tipa estaba pasando el rato; quizá si no hubiera confundido las cosas estaría igual ahí pasándola bien.

Miraba el techo— ¿cómo pude ser tan tonto? En qué momento comencé a sentir algo más por mi primo ¿en qué estaba pensando? — me decía una y otra vez, solo quería que llegara el día siguiente para irme y no regresar.

No sé en qué momento ni a qué hora me quedé dormido, solo quedaba esperar un rato para marcharme.

Sentía un poco incómodo, quizá era por el mal rato, sentí un poco de calor y algo de molestia en mi espalda baja, abrí los ojos y me asusté un poco, pues sentí alguien a mi lado—Shhh, no hagas ruido, esta mi papá ya en su cuarto— Era Octavio, precia un poco ebrio, y su verga está demasiado dura…

El pequeño ardor venía de mi ano, y era por qué resguardaba su largo trozo ya dentro, se había aprovechado de verme dormir, seguramente había entrado con cuidado, casi sin hacer ruido, se había despojado de sus zapatos, cinturón y todo lo que pudiera hacer ruido.

Fue tan sigiloso que no sentí en qué momento se acostó a mi lado; había bajado mis bóxers descubriendo mis nalgas a tal altura que pudiera meter su verga entre ellas; estaba muy dormido, pues ni siquiera sentí los movimientos o su verga hasta qué entré sueño sentí incomodidad.

Mi culo estaba muy baboso, no sé si era saliva o si era precum, me tenía tomado fuerte de la cadera y él ya estaba en su trabajo de metérmela tanto como quisiera; yo seguía un poco indignado, y me puse en una posición de “vete a la verga”

Quise levantarme para sacarlo del cuarto y dejarlo a medio palo, pero me tomó tan fuerte que ni siquiera pude despegar mis nalgas de su piernas; me tapó la boca, y continuó cogiéndome duro y sin piedad, con la otra mano me levantó una pierna haciendo el acceso dentro de mi mucho más fácil.

Yo quería gemir, bueno gritar, pues no estaba siendo nada suave conmigo, estaba descargando mucha brutalidad en mi ano; y ya no se sentía tan bien esa violación, forcejeé un poco y no dejo que me moviera, tenía mucha fuerza.

Su aliento a alcohol estaba sobre de mi cuello, podía respirarlo muy cerca, por ratos besaba mi cuello y lamía hasta mi oreja; entonces si ya me estaba clavando, y era lo que yo quería para esa noche ¿Que más quedaba que disfrutarlo?

Notó que comencé a ceder—pon saliva, me está doliendo demasiado— le dije en susurro— fue obediente y lo hizo, incluso Se levantó por crema y eso hizo más liviana la penetración.

—¿Mejor? — me preguntó muy cerca del oído, cuestión que acabó con una rica lamida—Relájate, no me la cogí, yo quería tu culo esta noche, ella solo era para un rato— me dijo muy suave—Solo lo hice para molestarte, quería comprobar cuento te gustaba tu primo.

Eso no fue una disculpa, pero me agradó—Eres un enfermo— le dije girando la cara, entonces me dio un beso tan suave, y tan rudo que sus dientes mordieron mi labio, y su lengua hizo vueltas con la mía, sin dejar de besarme se fue cambiando de posición dejándome completamente abajo.

Ahora mi verga miraba al cielo, el me besaba y sus nalgas estaban muy cerca de mi miembro; fue acomodándose y sus nalgas quedaron entre mi verga, levanté mis glúteos para tocar su ano, no hizo nada, solo se dejó.

Cuando notó que su culo comenzaba a traicionarlo de nuevo, quiso probar con otra posición, pero esta vez fui yo quien no lo dejé—Relájate, esta es mi forma de decir que te perdono— le dije mientras empujaba lentamente mi gruesa verga apenas entrando en él.

—La tienes muy gruesa, aún me duele de anoche— “es tu penitencia por hacerme pasar un mal roto” le dije mientras con mis manos es su cadera hacia fuerza para que mi verga entrará en él.

Gimió, y mi verga ya estaba dentro de él—Despacio puto— me dijo mientras con su mano detenía un poco mi tronco que ya estaba dentro de él— ponle crema no sea cabr…— detuve sus palabras con una dura metida, pues no querida ser tan suave con él.

Después de un poco de tortura, me puse algo de crema y colocando sus piernas sobre la cama para hacer resistencia por fin dejó que lo penetrara con gusto; los dos nos limitamos muchos a no gemir, por muchos ratos me aguante la tremenda ola de semen que tenía para él.

Entonces sacó mi verga y se puso de pie, me levantó las piernas, las coloco en sus hombros, su verga están durísima— Ahora me toca a mí, agárrate que esta noche vamos a romper la cama.

Me tenía de misionero, entró en mí, y acercó su cuerpo hasta llegar a mis labios, estaba por robarme un beso cuando le dije— Por mí, rómpeme el culo, tira las paredes y hazme llorar de placer hasta que te vengas, pero yo no me voy si no me das la mejor despedida con ganas de regresar.

Apenas le dije eso comenzó a moverse atrás y delante penetrándome Con tanta rapidez qué la cama se iba despegando de la pared con cada metida, mis ojos se ponían en blanco, era toda una metralleta dentro de mi ano, y el plus fue poner su mano en mi verga, me estaba masturbando con su propia saliva mientras me cogía en mi posición favorita.

No se cuento tiempo cogimos, pero la cama quedó a mitad del cuarto, las sabanas están caídas, las almohadas también, ambos sudábamos mucho, y las caras que ponía solo me prendían más.

Ya no sabía dónde quería que se viniera; una parte lo quería dentro de mí, otra en mi boca para saborear su semen y otra solo verlo estallar en mi pecho—Ya me estoy viniendo— me dijo, ¿Puedo venirme dentro?

Ni siquiera termino de preguntar cuando sentí el bombardeo dentro de mí, mientras él se venía y tiraba su cara para atrás, yo disfrutaba de sus últimas embestidas.

Sacó su verga agotada y ahora le pedí que se acostara, ahora me tocaba a mi deslecharme, y tenía planeado hacerlo sobre de él— ¿Que vas a hacer?— me dijo al ver que me montaba sobre su pecho— Ahora me toca a mí venirme.

Me masturbé y el me ayudó un poco cuando me pedía que su mano me la jalara; me acerqué hasta su boca, no quería metérsela, pero acabó lamiendo y chillando un poco con su poca experiencia.

No quise tortúralo tanto, eso no le encanta al parecer pero lo hizo, así que ya Bien satisfecho me toqué hasta venirme, tire tanta leche que mache los pocos vellos de su pecho, había semen en todo pecho incluso uno muy cerca de su labio, me hizo señal de que le había manchado la barba.

Le dije que yo se lo limpiaba, acerqué mis labios, lamí mi semen y con mi jugo en la punta de la lengua lo besé; fui correspondido, esa noche me dio el Sexo de mi vida, tenía el culo Ardiendo de placer y la verga han cansada como yo.

Entramos al baño sin hacer ruidos y nos dimos un Baño, era rico jabonarle los huevos y la polla dormida, pero ya estábamos demasiado cansados como para coger de nuevo.

Dormimos solo un rato en el mismo cuarto, dormí sobre su pecho hasta que la alarma sonó, pues su padre era demasiado machista como para vernos dormir juntos.

El día siguiente ya estaba con mis maletas a fuera del cuarto, hice la cama para que pareciera que nada pasó; entro y cerró la puerta— Te voy a extrañar canijo, siento haberte dicho zorra y puta tantas veces, en serio voy a echarte de menos— era un verdadero halago.

—También voy a extrañarte, más de lo que crees, pero el tiempo pasa rápido, regresaré el próximo año, aún que deberías ir a la ciudad a visitarme un día.

—Te aseguró que lo haré, espero que tengas un buen viaje, y no olvides escribirme de vez en cuando.

—No lo haré; trata de no chincharte tantas viejas, guarda ganas para cuando regrese— nos abrazamos han fuerte que no quería sepárame; me apretó la nalga y yo me sujeté el paquete—Cuídame esto.

Me ayudó a subir mis maletas y su padre ya me esperaba en la camioneta para llevarme a la terminal, en el último abrazo me dijo algo demasiado lindo— Esperaré a qué regreses, te quiero primo, vuelve pronto.

Me subí y a lo lejos vi decirme adiós con la mano, estaba triste y satisfecho a la vez… solo quería regresar pronto.

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