🔥 Un relato exclusivo de Relaróticos 🔥

Esto no tiene mucho; yo formo de un equipo de fútbol de mi comunidad de edades de 10 a 17 años y pues empezamos a salir a jugar contra otros equipos. Para transpotartnos a los juegos se rentó una combi que era manejada por su dueño, un señor flaco moreno y de bigote , siempre con Pans.

Ese día al subirme adelante del lado copiloto, solo lleva bermuda, sin calzón y una playera del equipo. Al subir el entrenador me recorrió para en medio para él sentarse del lado de la ventana; oh sorpresa pues como el chófer tenía la mano abajo pudo agarrarme, con mi movimiento, una nalga y me la apretó.

Al notarlo lo volteé a ver y él me sonreía; yo pude sentir sus cuatro dedos en mi rayita sacándolos por la espalda; nos quedamos en silencio y nos fuimos sin que pasara más.

Al llegar al partido el entrenador me manda a la banca, así que yo aprovecho para ir a la combi que encontré en el estacionamiento con la puerta abierta y el chófer dormido con la gorra en la frente. A un lado de él le hable pero no despertó y como se marcaba su paquete, lo toqué suavemente, despacio, para no despertarlo y cuando empezó a moverse quité la mano.

Despertando nos pusimos a platicar de varias cosas pero él no dejaba de meterse mano y rascar los huevos y sin querer, cuando saca la mano, deja la cabeza de su verga de lado, asomándose entre el resorte del pans.

El chofi se sorprendió cuando me fui directo a mamar sin pedir permiso, solo sentí que dio un brinco de asombro. «Ah, pero ya veo que sí te gusta, ¿quieres la palanca putito?» dijo mientras que yo apenas si alcanzaba parado de puntas y jalando ese miembro, de 18 CM.

Un rato estuve dado de trompadas a esos testículos, gordos, cuando me dice «Mejor te enseño a manejar, sube agarra el volante». Yo cerré la puerta mientras él poco a poco me fue bajando la bermuda para empezar a tocarme la rayita y mi ano.

«Poco a poco te vas a subir a la palanca» me dijo mientras yo iba sintiendo cómo su verga gruesa iba entrando en mi ser y se deslizaba poco a poco hasta que mis nalgas llegaron a sus piernas calientes velludas y rasposas, «cuando te diga que te muevas a la derecha , mueves culo y volante a la derecha entendiste».

Nos fuimos por terracería y habiendo muchos baches sentía cómo iba cabalgando y escuchando sonidos de placer y diciendo que rico culo y apretadito o si, más. Daba unos enfrenones a la combi para sentirla hasta dentro hasta que después de un rato, sentí un chorro calientito e inmediatamente después sentí que se puso flácida, medio me levanta y sube la bermuda.

Regresamos al campo deportivo por los demás, perdieron dos a uno y al irnos a la comunidad iba más caliente por qué, una pierna me tenía el chófer y la otra pierna el instructor, mi ano escurriendo lechita.

Pasamos a dejar todos a sus casas, el instructor cómo que se dio cuenta, por que me dijo a ver hijo vamos atrás para a ver si nadie dejó cosas; me subí a la combi y el atrás de mí «pero fíjate bien abajo del último asiento» y yo con el culo para arriba haciendo más tiempo le dije «no instructor, no hay nada» mientras qu él con sus dos manos baja el shorts y empieza a lamer mi culo y raspando sus bigotes, no me podía enderezar por qué me tenía entre el asiento y él.

«¡Qué rico, recién usado… aún gotea leche» y escuché la risa del chófer por lo que el instructor me pasó para adelante otra vez poniéndome a mamar al chofer mientras él se baja el cierre y me da de nalgadas, embistiendo mi culito de golpe por lo que sin querer mordí al otro.

Ahí estábamos los tres gritado de placer y es que aunque la verga del instructor no era larga sí era gorda y además la sabía mover muy bien pues empezó con un ritmo constante y muy sabroso entrando y saliendo de mi culito ya muy dilatado de tanto sexo con madurros.

Al poco rato me abraza y lo hace más rápido y se viene, aventando menos que el otro pero igual de calientita y provocando que el chofi se viniera en mi cara.

Nos limpiamos y obvio me fueron a dejar a mi casita; a como pude subí las escaleras y me acosté pero todo me dolía, me punzaba el ano arrojando lechita, me empecé a tocar imaginando lo sucedido y metiéndome el dedo hasta quedarme dormido en esa posición.

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