Yo andaba con Uriel, mi novio, con quien todos los viernes nos reunimos a ver películas y él a veces invitaba a sus amigos. Ambos andamos en los 20 años de edad. En una ocasión fue Mario el invitado a ver una película; él es muy blanco, delgado, con un culito muy paradito, súper sexy y morboso.

Desde que llegó se me quedó viendo con una mirada súper coqueta a la cual yo le correspondí con una acción muy clara: tocarme la verga por sobre el pantalón, claro sin que Uriel mi novio se diera cuenta. Toda esa noche me pareció una de esas películas porno en las que el inocente novio no se da cuenta de lo que pasa alrededor. Sin embargo esa noche no pasó mucho más, salvo el momento en el que me paré al baño, entre hice pipí y al salir estaba Mario como esperando a pasar, y al salir yo e intentar entrar el bajo él quicio de la puerta, ambos quedamos frente a frente y pude sentir su bulto rozando el mío. Amé la sensación y esa noche, ya solo con Uriel mientras cogiamos yo solo pensaba en Mario.

Pasaron varios días desde ese hecho hasta que una noche estaba yo solo en casa apunto de dormir me llega un mensaje de texto diciendo «qué rico paquete se te veía». Yo ya sabía quién era aunque no tenía guardado su Whats y no salía foto de perfil. Le dije «te gustó» y me dijo que si, así que durante toda la noche seguimos hablando por WhatsApp intercambiando mensajes cada vez más subidos de tono. Se notaba que ambos teníamos ganas de cogernos así que nos quedamos de ver el viernes para ver películas y ese día quedarnos a dormir con mi novio Uriel.

El día del encuentro las miradas eran provocativas, muy descaradas, muy llenas de sexo. Sin embargo ese día mi novio Uriel andaba también muy ganoso así que a mitad de la película me dijo que fuera a su recamara y dejamos ahí a Mario en la sala.

Ya en el cuarto, Uriel mi novio y yo empezamos a follar, nos aventamos un rapidín apenas bajándonos un poco los pantalones. Me encantaba como me pedia verga a gritos pues cuando mi novio anda muy caliente le da por ser pasivo. Apenas terminado la acción volvimos a la sala a seguir viendo la película con Mario. La noche avanzó, la película terminó y nos fuimos a dormir, Uriel y yo en el cuarto y Mario en un sillón en la sala.

En la madrugada me paro al baño y estaba ahí Mario, dormido en el sofá solo en tanga con ese culo lampiño al aire, como ofreciéndomelo. La tentación era mucha y yo sabía que Uriel, entre las cervezas y la doble cogida que ya para esa hora nos habíamos aventado estaría dormido como angelito, por lo que podía arriesgarme a ir tras el culo lampiño de Mario. Sin dudarlo más se lo empecé a mamar con ligeras mordiditas con lo que lo desperté. Al despertar y girarse para quedar de frente vi como su verga parada exigía salir de su ropa interior mientras que mis 20 cm de verga estaban ya al aire (pues estaba yo desnudo).

Cuando los vio por la luz que arrojaba una pequeña lámpara solo abrió los ojos y la boca. “Pinche Uriel todo eso se come el cabrón…” y antes que pudiera decir más nada se llevó con la derecha mi trozo a la boca y comenzó a mamarlo de forma descomunal. Estábamos en la sala, yo de pie frotando mis tetillas con ambas manos mientras abajo, hincado, Mario se comía hasta el fondo mi verga, ahogándose el solo con mi tamaño provocándose horcadas que hacían que le salieran lágrimas y me dejaran la pichula llena de saliva. Era delicioso. Le dije “entonces ya es hora de comerme ese culito” y él me dijo que si, pero antes fue a su pantalón y sacó un condón y un bote de poppers. Le dije “ah no cabrón… conmigo solo puedes usar uno de esos dos… elige”.

Y me lo empecé a follar a pelo, pues si, el muy puto eligió sus poppers que se zumbaba con profundas aspiraciones y en cada nuevo jalón sentía como su culo apretaba primero y luego se abría más, pues el muy putito se prendía a madres con esa cosa. Era tanta su calentura que casi que pedía verga a gritos y yo le tenía que tapar la boca para que Uriel no despertara y se diera cuenta de lo que hacíamos a unos metros de donde él dormía. Me lo follé como quise, siendo de perrito mi preferida, pues ambos hincados en el suelo y el apoyado en el sillón me permitía moverme con completa libertad y enterrarle mi verga hasta el fondo mientras el pobre solo ahogaba sus gemidos. Así me lo preñé un par de veces, pues el zorrito quería que le batiera los mecos dentro de su culo que cada vez apretaba menos. Al final el solo se comió mi leche de la verga que bati.

Cuando terminé con él me pasé a limpiar al baño y me volví a la cama con Uriel quien no se dio cuenta de nada y en la mañana todavía me dio una mamada para despertar. Si supiera que se comía los restos de su propio mejor amigo. A Mario en ocasiones me he quedado de verlo y él me espera en el hotel como perrita esperando que le de verga y lechita.

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